Espero que entiendas

393 70 17
                                    

CINCUENTA Y SEIS

Como era de esperarse, Jesuss no pudo encontrar la carta de Alex, decepcionado informó al menor, quien restó importancia al asunto y regresó a su habitación como si no le importara.

La realidad era todo lo contrario; su respiración se sintió escasa y sus manos temblaban. No podía quedarse con la incertidumbre de no saber qué había escrito Fargan. Tenía una idea sobre dónde estaba la carta, y por esa razón la ansiedad aumentaba.

Por la noche, cuando se aseguró de que todos estaban lo suficientemente ocupados como para prestar atención en ruidos que bien podrían ser de un animal pequeño, se escabulló hasta la parte trasera del castillo, donde un árbol de durazno sin follaje dejaba perfectamente a la vista sus ramas gruesas.

Alex podía ser bueno en cientos de deportes que obligaban a tomar a los niños de la clase noble, pero él nunca tuvo la experiencia de jugar trepando árboles o saltando muros.

Sus movimientos fueron burdos y descuidados, con tantas fallas críticas que pudieron terminar en desastre. Cuando logró estabilizarse en la cima del muro, vio como alguien desde la calle se acercaba justo debajo de él. Al principio pensó en saltar de vuelta al interior del palacio, pero cuando reconoció a la persona oculta tras la capa todo su cuerpo se relajó de nuevo.

-Salta –dijo Fargan extendiendo sus brazos en señal de estar listo para atraparlo.

-Puedo hacerlo solo.

-Es muy alto, solo salta a mis brazos.

¡Estúpido! No digas cosas raras.

Alex no quería perder más tiempo discutiendo, confiando totalmente en Fargan saltó hacia sus brazos.

No hubo dolor ni ningún tipo de impacto, todo lo que sintió fueron unos brazos fuertes rodeándolo y un pecho firme amortiguando toda la fuerza del golpe.

-¿Estás bien?

Fargan daba la impresión de ser alguien cálido, Alexby podía comprobarlo por experiencia propia.

Ya una vez una linda chica campirana había rodeado su brazo en un abrazo, pero nunca había sido abrazado tan íntimamente; fue inevitable que no se pusiera nervioso.

-¿Alex?

Con la vergüenza venia el pánico.

Empujó a Fargan lejos de él, le dio un golpe en el estómago y habló apresuradamente: -¿Eres tonto? Sabes sobre la situación social de todo el continente y envías una carta directamente al palacio. ¡Solo espero que no hayas escrito algo demasiado revelador!

-¿Era necesario el golpe? –preguntó el mayor entrecortadamente.

-Mereces más, ahora vámonos de aquí antes de que los guardias nos encuentren.

***

Las medicinas habían funcionado como se esperaba, Mangel incluso pudo levantarse de la cama y pasearse por los jardines del palacio, Vegetta lo acompañaba, se quedaba a su lado y esporádicamente le preguntaba sobre cómo se sentía. No hablaban más que lo necesario, pero tampoco se sentía incómodo. Con la compañía del otro era suficiente.

Mangel contemplaba los rosales. Brotes cerrados se contraponían con los botones marchitos que se quemaban por el frío del pronto invierno. Entre sus dedos sintió los pétalos ajados, algo rugosos, pero aún suaves. Había cierta belleza en la muerte de las flores.

-Has estado cuidando de mí los últimos días. ¿Quién se ha hecho cargo del reino en tu lugar? -preguntó Mangel girando en dirección de su hijo. Su voz suave y una sonrisa sutil enterneciendo su rostro.

Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora