DIECISIETE
Había una tormenta estruendosa que logró despertar a Vegetta, quien además tenía un sueño ligero. Se quedó unos minutos en la cama mirando al techo y esperando poder volver a dormir, pero le fue imposible. Acostumbrado a no poder dormir debido al ruido de las tormentas, tomó el libro que leía y se arrastró hasta la sala principal del palacio. Sorpresivamente no estaba solo.
-¿Lolito? –preguntó confundido viendo al pelirrojo envuelto en una manta, con una taza de té o café al lado y contemplando la lluvia como si se tratara de una pintura cautivadora.
-Deberías ir con un médico, tal vez pueda recetarte alguna hierba rara para que puedas dormir –contestó Lolito consciente del problema de su hermano.
El mayor ignoró ese comentario, se sentó en el sofá opuesto. -¿Qué haces despierto? No recuerdo que sufrieras lo mismo que yo.
Lolito le dio una mirada de soslayo acompañada de una sonrisa sutil, entonces regresó a contemplar el paisaje nocturno. –Ya, pero cuando hay tanto ruido es imposible no despertarse.
Vegetta frunció el ceño, estaba un poco confundido, Lolito no era de las personas que se despertaban por una tormenta común, ni siquiera se despertaba cuando Vegetta gritaba frente a su habitación que era hora de irse a clases.
-¿A qué te refieres? –arriesgándose a parecer estúpido por algo que tal vez estaba pasando por alto, Vegetta preguntó.
-Bueno, me quedé despierto un poco más de lo normal intentando memorizar algunas jugadas de ajedrez, fui a la cama y cuando recién comenzaba a quedarme dormido escuché ruido de la habitación de al lado.
La habitación de Lolito quedaba en una esquina, solo había una habitación que estaba al lado de la de él, esa era la habitación de Alexby.
De repente, Vegetta tuvo el presentimiento de que algo estaba mal.
-Fui a ver qué ocurría, pero toqué muchas veces la puerta de Alex y no abrió, así que me atreví a entrar –Lolito hizo una pausa en la que Vegetta no respiró. –Alex no estaba por ninguna parte.
-¿¡Qué!? ¿Cómo que no está? –A Vegetta le daba igual despertar a toda la familia, su voz sonaba angustiada y desesperada. –Lolito, ¿es esto una broma?
-No, es en serio –Lolito soltó la taza ya vacía y se levantó aún rodeado por la manta. Cualquiera creería que Lolito solo estaba contando una historia de terror de mal gusto. –Lo busqué por todo el interior del palacio, pero no lo encontré, pensé entonces que tal vez había salido al jardín por un poco de aire fresco, pero llevo esperando más de tres horas y él no ha regresado.
-¿¡TRES HORAS!? ¿¡Por qué no se lo dijiste a nadie!?
-Justo por esto, tenía miedo de que te pusieras a gritar como loco y que Alex solo estuviera en algún lugar en el que olvidé buscar. Además, no tiene mucho sentido que Lely escape en medio de la noche, ¿a dónde iría?
Lolito intentaba calmar a Vegetta, pero lo que decía solo preocupaba más al mayor. Si Alex en verdad había escapado ¿dónde se supone debían empezar a buscar? Si Luzu escapaba, comenzaría con la sastrería; si Lolito escapaba comenzaría con los bares de la zona media; si Alexby escapaba...
Vegetta no esperó más, fue a comprobar lo que decía Lolito. Efectivamente, la habitación de Alex estaba vacía, no había pistas de nada, todo estaba ordenado y en perfecto estado. Vegetta recordó que justo esa noche Alexby había pasado de bajar a cenar, además que había estado actuando raro los últimos días.
Ya no sonaba tan extraño que Alexby escapara.
Joder, ¿por qué no me di cuenta antes? Pensó Vegetta mientras continuaba buscando en todos los espacios del palacio, Lolito lo seguía detrás.
-¡Mierda! –el príncipe dio un golpe a una de las paredes, esto tomó desprevenido al pelirrojo, quien dio un salto por el susto. -Despierta a todos y diles a los guardias que busquen en los alrededores, tú quédate aquí con Luzu por si regresa.
-¿A dónde vas?
-Iré a buscarlo.
Lolito se quedó solo en el pasillo. Se quedó quieto unos minutos antes de darse la vuelta y hacer lo que Vegetta había ordenado.
***
Pan. Fue lo primero que pensó Alexby cuando despertó.
Sus ojos se abrieron lentamente, enfocando un techo de un material similar a la paja o al cartón.
Junto con el aturdimiento, llegó un olor exquisito a pan recién hecho.
Aturdido y embriagado por el aroma, se incorporó poco a poco e intentó enfocar su entorno. Se encontraba en un cuarto grande que agrupaba todos los elementos de una casa "promedio" en una sola habitación: él estaba en una esquina, encima de una "cama" más parecida a un catre; había una mesa de madera vieja en el centro, tres sillas alrededor y un banco desentonado; al lado había un horno, del que provenía el aroma; finalmente, sentado en una caja de madera, estaba la persona que lo había salvado.
-Por fin despierta, príncipe –dijo el peliblanco acercándose a Alexby.
-¿Cómo...
-No soy imbécil, reconozco perfectamente a la familia real –Alex pensó que tal vez Willy solo estaba intentando tenderle una trampa, ¿cómo alguien de los barrios bajos reconocería a alguien de la realeza? Willy notó la confusión del príncipe. –He visto algunas pinturas y murales –confesó.
Eso es aún más imposible, idiota, ¿a quién intentas engañar?
-No sabía que los barrios bajos tenían acceso a pinturas y murales –comentó el menor irónicamente.
-Así como yo no sabía que un príncipe conoce el nombre de un don nadie de los barrios bajos, dígame, príncipe, ¿qué es más raro: un pobre panadero que reparte pan a algunas zonas de los barrios altos y que casualmente ha visto retratos de la realeza, o un príncipe, conocedor solo de lo mejor de la sociedad que extrañamente sabe el nombre de este humilde?
Tss, es muy listo.
-¿Un panadero que sabe luchar? Nunca había escuchado algo como eso.
-Príncipe, déjeme decirle una cosa –Willy se acercó más a él, sus ojos hicieron contacto, ambos poseían una flama interna atrayente y difícil de hacerle frente, era como si estuviesen luchando por descubrir quien poseía más fiereza. –Aquí, en los barrios bajos, incluso un niño que pide limosa para comer es un asesino dispuesto a matar a cualquiera para sobrevivir.
Willy, se levantó, tomó una frazada y la colocó en los hombros del príncipe. –Le recomiendo que no vuelva a acercarse a este lugar. Cuando amanezca, y su fiebre haya bajado, lo llevaré de vuelta al palacio.
-No volveré –dijo Alexby con determinación.
Willy quería asesinarlo, pero se trataba del príncipe, no podía hacer más que pensarlo.
-No volveré hasta descubrir la verdad –continuó el menor. –Así que tienes dos opciones, puedes dejarme en paz para que pueda continuar con mi investigación o responder a todas mis preguntas con la verdad y después escoltarme al palacio. Decide.
AAAG, pequeño demonio.
-Príncipe, sabe perfectamente lo que haré, ¿por qué no comienza a preguntar? –contestó de mala gana.
-Sabré si estás mintiendo, así que ni se te ocurra hacerlo –amenazó Alexby. Entonces sacó el periódico que había traído consigo y lo aventó en dirección de Willy. –Eso, ¿qué tan cierto es lo que dice?
Willy leyó el contenido por unos minutos, entonces regresó a mirar a Alexby.
-Hay partes que son ciertas y otras que no tanto –contestó ambiguamente.
Alex se sintió molesto.
-Habla –ordenó.
Willy se mordió el labio, estaba en una situación en la que debía obedecer sin la opción de negarse. Era la primera vez que sentía el poder y opresión que un príncipe causaba. Incluso respirar comenzaba a ser difícil.
Nunca fue así con Fargan. Pensó antes de contarle todo a Alexby.

ESTÁS LEYENDO
Without a Crown KARMALAND AU
FantasyLos cuatro príncipes de Karmaland no son solo caras bonitas y modales impecables. Detrás de tanta perfección, se ocultan secretos cada vez más escandalosos que los anteriores. El reino sufrirá las consecuencias de las guerras en reinos cercanos. El...