CINCUENTA Y TRES
Parecía que la suerte del joven que había nacido en una de las familias más ricas e importantes de todo el continente se había acabado desde hace unos meses.
Si tuviera que definir un punto en el que las cosas comenzaron a ir mal, diría que fue desde el momento donde fue consciente de que personas externas habían planeado un matrimonio arreglado para él. Después de eso, solo se desencadenó una serie de desgracias donde no podía determinar cuál era peor que otra.
O tal vez sí.
Y tal vez esa "desgracia" tenía un nombre.
A la lluvia no le bastó con empapar a quien estuviera a la intemperie, las gotas se volvieron más pesadas y el viento, contrario a la dirección que seguía, solo empeoraba la situación; se sentía como si pequeñas piedras chocaran con su delicado rostro y contra todo su cuerpo.
Era difícil ver el camino, todo lo que podía hacer se limitaba a mirar hacia abajo y asegurarse de no salirse del camino de tierra -ahora lodo-.
La peor parte se la llevaba el equino. Alex no quería maltratar a un animal de esa forma, pero tampoco quería quedarse en medio del camino sin ningún lugar para resguardarse. Su inteligencia para resolver problemas matemáticos, balancear líneas económicas y traducir textos del griego, no le servía de nada en situaciones como esas.
Estuvo en el limbo unos momentos, hasta que no tuvo más opción que dirigir al caballo para que trotara más rápido aún si la seguridad de ambos seres vivos podía estar en peligro.
No había pasado mucho tiempo desde que Alexby pensaba que su vida acabaría en cualquier instante cuando el caballo tropezara y lo hiciera caer por un barranco, cuando un segundo caballo con un segundo jinete alcanzó su paso.
-¡Hey! ¡Detente! -gritó la persona a su lado.
Alex apenas pudo escuchar. El ruido del caótico clima se sobreponía sobre cualquier otro sonido mundano.
El príncipe miró a la persona encima del caballo, bastó con eso para que instara a su caballo a aumentar la velocidad.
La otra persona no se quedó atrás, en un instante ambos estaban de nuevo lado a lado.
-¿Qué quieres? –gritó Alexby fastidiado. -Ya te dije que te devolveré tu estúpida ropa, no necesitas preocuparte por eso.
-No es la ropa lo que me preocupa.
Eso aturdió un poco al menor, fue como si esas palabras se refirieran a que el perro bobo estaba preocupado por él. Lo cual tampoco debería importarle, pero al escucharlo sintió que extrañaba un poco a esas personas que siempre se preocupaban por él: Vegetta, Fargan, Luzu o incluso Jesuss.
-Me preocupa el pobre caballo -continuó Staxx terminando con el ambiente extrañamente sentimental que se había creado en el corazón de Alexby.
Claro, no podía pedir palabras amables de un demonio bestial que solo era capaz de pensar con la mitad de su cerebro.
-No es tu caballo -cortó Alex.
-Pero estoy en contra del maltrato animal.
-Ya, un perro en contra del maltrato animal, te creo completamente -el príncipe ya no podía ir más rápido. Aunque sus clases de equitación fueron de gran ayuda en competencias con los hijos nobles de otros países, en realidad ese conocimiento no resultaba de mucha ayuda en un terreno tan inestable.
El miedo a caer era real, pero ese miedo se transformó en enojo cuando vio que la persona a su lado en realidad estaba disfrutando la cabalgata, como si se tratara de un paseo dominical a través del bosque.
Fue bastante obvio quien de los dos tenía mayor experiencia. Alex no podía competir con él. Apreciando un poco más su vida, por fin se detuvo.
-Entonces, quieres llevarte el caballo y que yo regrese caminando al pueblo, ¿no?
-Eso pensé en un principio -admitió Staxx divirtiéndose con las expresiones cambiantes del príncipe. -Pero después de todo usted es un príncipe, y no solo eso, es el príncipe de todo Karmaland, eso, lastimosamente me incluye también.
Alex rodó los ojos. -Si pudiera, elegiría no ser el príncipe de un perro salvaje carente de modales.
Staxx dejó salir una pequeña sonrisa con un toque travieso. La sonrisa no abandonó su rostro cuando miró a Alex directamente a los ojos.
La lluvia nublaba la vista del menor impidiéndole ver el brillo en los oscuros ojos del vasallo. Staxx mentiría si dijera que no estaba deleitado con la apariencia de Alex; aunque Alexby no se adaptaba para nada al tipo de chicos que le gustaban, no se podía negar que una fina pieza de jade llamaría la atención de cualquiera.
Después de un momento en silencio, donde ambos jóvenes mantenían un tipo de pelea de miradas bajo una lluvia bulliciosa, Staxx admitió la razón de su persecución. - Príncipe, en realidad, vine hasta aquí ya que Maximus me envió a escoltarlo de regreso a la casa.
***
-Sé que puede ser bastante obvio, pero muchas veces lo obvio es lo acertado. Además, creo que a esta persona le divierten este tipo de juegos. Incluso si acierto con mi suposición, es probable que no pueda hacer nada para desenmascararlo -Luzu había terminado de explicar todas sus hipótesis sobre la persona que enviaba las cartas, Auron miró todas las cartas y "pistas" que Luzu había colocado sobre la mesa.
-Aunque lo plantees de esa forma, me es imposible imaginar que es él.
-Es el único nombre que falta en la lista.
-No es del todo cierto, tampoco está el nombre del duque -contestó Auron terminando de inspeccionar la lista por cuarta vez.
-No estás siendo coherente, es obvio que el nombre de Rubius no está ahí debido a que ahora se considera como parte de la familia, él definitivamente no entra en la categoría de "invitado".
-Entonces, ¿qué harás?
Luzu ya había pensado en esa respuesta, no tardó en contestar con determinación. -Primero, alejaré a Alex de ese sujeto, descubriré lo que planea hacer y después... Yo mismo lo asesinaré.
-No puedes matar a un príncipe, aunque sea de una colonia de Karmaland, solo lograrás poner al territorio en conflicto.
-No soy idiota, me encargaré de que nadie deduzca que fui yo.
-Luzu -Auron tomó la mano del castaño, estaba fría y más delgada que la ultima vez que la tocó. -Si estás seguro de que esa es la única forma en la que puedes recuperar tu felicidad, entonces cuenta conmigo.
El príncipe sonrió, la razón por la que había ido hasta ahí era únicamente para escuchar esas palabras.
-De acuerdo, entonces tú te encargarás de secuestrar a Fargan y después de deshacerte del cuerpo. Y no te preocupes, al asesinarlo, yo mismo me aseguraré de no dejar ningún tipo de evidencias. Espero el mismo trabajo limpio de tu parte.
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Without a Crown KARMALAND AU
FantasyLos cuatro príncipes de Karmaland no son solo caras bonitas y modales impecables. Detrás de tanta perfección, se ocultan secretos cada vez más escandalosos que los anteriores. El reino sufrirá las consecuencias de las guerras en reinos cercanos. El...