CUARENTA Y NUEVE
La tarde del día que Alexby partió a las afueras de la capital, llegó una carta para Luzu de su más fiel escritor.
Mantener en orden un palacio ya era complicado, Luzu no imaginaba cómo debía estar pasándolo Vegetta al tener que organizar y controlar a todo un pueblo. Luzu no tenía demasiado tiempo para analizar la nueva carta que había recibido, ni tampoco para pensar en las posibles consecuencias que podría haber si decidía ignorar la carta, pero al final todo llevaba a que de alguna forma las cartas y el remitente influían directa o indirectamente en la estructura social de Karmaland.
Más aún si recordaba que fue él mismo quien le dio tan fácilmente documentos importantes a una persona de la que desconocía su identidad. Aunque decidiera ignorarlo, estaba atado a esa persona como un títere en una obra de teatro guiñol.
"Hola de nuevo, querido príncipe Luzu.
Me alegra bastante que la boda haya salido a la perfección; felicite de nuevo al príncipe Vegetta y al duque Rubén de mi parte.
Dejando los temas de sociedad de lado, quiero agradecerle por su arduo trabajo al recopilar toda la información que necesitaba, le prometo que no se desperdiciará nada para los beneficios futuros. Realmente es usted muy capaz y funcionar, no puedo imaginar lo ventajosa que será su participación en el futuro para todos los planes que estoy preparando. Espero que continúe cooperando como lo ha estado haciendo hasta ahora.
Ta vez en este punto de su lectura debe sentirse un poco usado, pero no piense de esa manera, usted es una pieza valiosa en este tablero de ajedrez, y como muestra de mi buena voluntad, y como usted mismo lo ha pedido, le daré una pista sobre mi identidad para que podamos continuar en este maravilloso juego donde, no lo sé, tal vez algún día podamos conocernos en persona.
Aaah, imaginar eso es tan satisfactorio, ¿qué tipo de expresión pondría al saber mi identidad, príncipe Luzu? Realmente ansío que ese día llegue pronto, pero no podemos adelantarnos a los hechos, jugar de esta forma también es muy excitante.
Bien, como lo escribí, aquí la pista, de antemano me disculpo por mi falta de elegancia y misticismo, realmente busqué muchas maneras de adornar y preparar un acertijo, pero al final usted lo resolvería de todas maneras, no tiene caso. Además sé que tiene poco tiempo en su agenda, no quiero quitarle ni un minuto más de su valioso tiempo.
Dentro de las pocas personas invitadas a la boda, me gratifica anunciarle que yo fui una de ellas. Así es, fue en verdad un grandísimo honor poder asistir a tan selecta celebración. Gracias por la oportunidad.
Príncipe Luzu, ¿puede usted recordar el rostro o el nombre de las setenta y tres personas invitadas al banquete? Probablemente no, pero no dudo en que no tardará en tener la lista de invitados en sus manos, solo basta con que lo solicite a alguno de sus sirvientes y tendrá el noventa por ciento de la respuesta que tanto busca.
¡QUÉ EMOCIOANTE REVELACIÓN! ¿No lo cree?
Príncipe Luzu, espere la siguiente carta y...
Nos vemos en la siguiente reunión de la clase alta."
El antagonista estaba siendo más y más atrevido con sus cartas, Luzu se sentía cada vez más pequeño ante él o ella. A pesar de que bastara con pedir la lista de invitados para que la respuesta fuera suya, sentía que algo estaba mal y no se atrevía a hacer la petición.
Dudó por más de media hora; al final, derrotado, mandó a traer la lista de los invitados de esa noche.
Fue nombre por nombre, tratando de recordar quiénes eran esas personas, realmente fueron pocas las personas a las que no recordaba, y dentro del grupo de a quienes reconocía, parecía imposible pensar que fueran ellas. Pero no podía descartar a nadie, debía investigar a cada una de las personas en la lista.
Esos fueron sus pensamientos antes de llegar al invitado número setenta y dos, donde terminaba la lista.
Según el remitente, en la fiesta había habido un total de setenta y tres personas, ¿por qué la información no cuadraba?, ¿podría haber sido un error del villano?
Luzu descartó ese pensamiento al instante; las circunstancias habían demostrado que el encapuchado no se equivocaba, si decía que habían asistido setenta y tres personas al banquete, entonces no habría sido uno menos.
Fue como si esto hubiese sido planeado con antelación.
Faltaba el nombre de una persona en la lista, y Luzu estaba casi seguro de que ese era el nombre que él buscaba.
***
Los horarios nocturnos de Vegetta siempre fueron un desastre, nunca tenía una hora fija para ir a dormir, pero desde que los problemas de salud con el rey habían surgido, si dormía cuatro horas antes de tener que volver a sus actividades de la mañana ya era demasiado.
Alguien llamó a la puerta de la oficina del rey, Vegetta estaba tan concentrado en los documentos que tenía en las manos que no fue hasta el décimo toque que se dio cuenta de que alguien quería entrar.
-Adelante –dijo sin levantar la vista de los papeles y mirando solo de soslayo los zapatos de la persona que acababa de ingresar.
-¿De nuevo te quedarás toda la noche despierto? –desde que escuchó los llamados Vegetta ya sabía de quien se trataba, escuchar su voz solo fue la confirmación de que estaba en lo correcto.
Solo había una persona que se atrevería a "interrumpirlo" a altas horas de la noche, esa persona era obviamente Rubius, quien en los últimos días había tomado la costumbre de llevarle té o café, que Vegetta siempre terminaba rechazando.
Sorprendentemente esta vez no fue té o café lo que ofreció.
-Cambiemos de lugar.
Vegetta no entendió al instante, o tal vez solo lo ignoró como normalmente lo hacía cuando estaba ocupado. -¿A qué te refieres? –dijo por cortesía más que porque le interesara saber más detalles.
-Tú cuidarás al rey y yo me encargaré del reino.
Fue inevitable que Vegetta no tomara en serio al peliblanco. Al principio pensó que Rubius solo estaba haciendo una broma demasiado fuera de lugar, pero al levantar la vista y mirarlo, se dio cuenta de que el duque estaba hablando seriamente.
Las luces tenues hacían sombra sobre el rostro del peliblanco, afilando sus facciones y resaltando los detalles de su bella expresión: distante e impasible. Fue como observar a una fría estatua hermosa y detalladamente esculpida bajo las llamas de las lámparas de aceite y las luces palpitantes de los focos.
Vegetta siempre evitaba mirar a Rubius por mucho tiempo; mientras más lo hacía, más atrayente lo encontraba. Siempre fue débil ante él, y ahora que sabía que tenían un lazo casi inquebrantable que los unía solo se sentía como un sediento lobo encontrando un lago con el cual saciar su deseo.
Había pasado demasiado tiempo en silencio, ninguno hablaba intentando descifrar los pensamientos del otro. Incomodado por el silencio, Rubius prosiguió a explicar sus puntos: -La salud del rey no mejora, no quiero sonar como un pesimista, pero las circunstancias advierten de un posible deceso, y lo sabes perfectamente –Vegetta no podía negar eso, aunque escucharlo en voz alta dolía de una forma peculiar. –Lo que intento decir es que creo que deberías pasar el mayor tiempo posible con tu padre.
El inalterable príncipe titubeó antes de responder. -¿Y te crees capaz de asegurar la estabilidad del reino tú solo?
No eres suficiente. Esas palabras se repetían en bucle en la cabeza de Rubius todo el tiempo. Sin embargo, cuando se trataba de Karmaland, y más específicamente del mayor de los príncipes, se sentía con la confianza de lograr cualquier cosa.
-Sí, soy capaz.
Fue todo lo que Vegetta necesitaba escuchar.
Se levantó de la silla, se acercó al peliblanco y susurró al lado de su oreja de forma seductora: -Entonces comienzas desde hoy. Buenas noches, Rubius.
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Without a Crown KARMALAND AU
FantasyLos cuatro príncipes de Karmaland no son solo caras bonitas y modales impecables. Detrás de tanta perfección, se ocultan secretos cada vez más escandalosos que los anteriores. El reino sufrirá las consecuencias de las guerras en reinos cercanos. El...