Sacrificios

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VEINTISÉIS

Solo quedaron dos personas en el jardín.

Escasos rayos del sol alumbraban el lugar, el cielo de un color más oscuro que claro, el viento fresco ahora se sentía más frío que refrescante. El ambiente alegre de celebración había cambiado a un pesar difícil de soportar.

-Si vas a decir algo, dilo ahora, no te quedes ahí parado sin hacer nada –Vegetta se dio la vuelta, evitando mirar a Rubius, caminó hacia delante pasando de largo del peliblanco, quien lo siguió con la mirada.

Vegetta se acercó a una de las mesas sobrantes del buffet, tomó una copa de lo que parecía champagne y continuó ignorando al duque.

Había acabado de tomar el contenido de la copa y Rubius seguía sin decir nada. Cansado de no recibir ninguna respuesta, el príncipe continuó. –Ya que no tienes nada que decir, iré a buscar a Alexby y a Reborn.

El príncipe ni siquiera se dio cuenta cuando el duque llegó tan cerca de él, todo debido a que evitaba mirar a Rubius. Un golpe en su mano hizo que la copa que sostenía cayera al pasto, no hubo ruido de vidrios quebrándose, pero sí el sonido súbito de piel chocando contra piel.

Vegetta estaba preparado para ese tipo de respuesta, pero no para lo que siguió.

Sus labios fríos por la llegada de la noche, sintieron una presión cálida y hormigueante.

No cedió.

Al no recibir respuesta, el calor de los besos bajó a su barbilla, haciéndose paso hasta su cuello y trazando un camino seductor al pecho, donde se detuvo al encontrarse con ropa arruinando sus intenciones. No pareció importarle, regresó por el mismo camino, esta vez del lado contrario.

Cuando volvió al punto del que había partido –los labios del príncipe- sin ninguna respuesta de la otra parte, se rindió y se apartó un poco. Sus manos apretando el saco del príncipe, la cabeza baja, el rostro sonrojado por la vergüenza y la respiración entrecortada.

-¿Terminaste? –preguntó Vegetta igual de inalterable que siempre. No, tal vez era mejor decir que no había muestra de ninguna emoción en su expresión ni en sus palabras.

Al menos antes, a pesar de ser serio y distante, había esa chispa en sus ojos, una chispa de enojo, de furia, de broma, de orgullo. Sus palabras no se sentían vacías, y daba esa sensación de que podías hablar con él sin importar que fuera un príncipe.

Al Vegetta de ahora... No parecía importarle nada, todo lo que reflejaba era esa aura abrumadora cargada de suplicio.

-He terminado –dijo Rubius soltando al príncipe y retrocediendo dos pasos.

-Ya, entonces, si me disculpa, duque Rubén, tengo cosas que hacer.

Vegetta se dio la vuelta y caminó en la dirección en la que había corrido Alexby.

El peliblanco se quedó solo en el jardín, para ese momento, el sol había desaparecido por completo, las lámparas de cera habían sido encendidas, alumbrando tenuemente el lugar.

Aún no se atrevía a mirar al frente, sabía que si lo hacía, lo único que vería sería a Vegetta alejarse más y más de él.

***

Vegetta encontró a Reborn y Alex sentados en una banca al lado de un camino de piedra. Los dos hablaban y se notaban calmados, Vegetta suspiró aliviado.

-Príncipe –anunció Reborn al ver a Vegetta acercarse.

-¿Cómo están? –preguntó Vegetta intentando descifrar el estado de animo de su hermano.

Alex tenía los ojos rojos e hinchados, su piel pálida coloreada de un rojo intenso, su cabello alborotado y sus hombros cubiertos por un abrigo del doble de su tamaño. Era obvio que Reborn fue quien se lo había dado.

-Yo estoy bien –contestó el castaño. –El príncipe Alex... Bueno, si se me permite hablar por él, diría que se encuentra más calmado que antes.

Vegetta conocía mejor que nadie a sus hermanos, a pesar de que últimamente sus cálculos fallaban y entendía menos el comportamiento de ellos, todavía podía leer sus expresiones e inferir qué es lo que pensaban.

-Reborn, esto es muy descortés de mi parte, pero ¿puedes dejarme un momento a solas con mi hermano?

Reborn no dijo nada, asintió con una sonrisa débil, entonces se fue dejando a los príncipes solos.

Vegetta tomó el lugar que antes estaba ocupado por Reborn.

-Sigues molesto, ¿cierto? –preguntó el mayor.

-Siempre estaré molesto –contestó el menor. Ya no tenía ese tono furioso con el que había gritado antes, ahora su voz tenía un tono de fastidio; su imagen trasmitía ternura, era como un niño mimado al que no le cumplen un capricho.

-¿Siempre?

-SIEMPRE, a partir de este momento y hasta que te divorcies de Reborn.

-Puff ¿Tanto lo odias? –preguntó Vegetta con un tono burlón.

-¿Odiarlo? ¿¡Quién se atrevería a odiarlo!? Es increíblemente amable, guapo, su reino es más grande y próspero que el nuestro, a diferencia de ti, sabe consolar a las personas, es inteligente y perfecto, ¿cómo podría odiarlo?

-Entonces ¿cuál es el problema?

Alex se mordió el labio inferior, sus ojos se llenaron de lágrimas de nuevo, contestó arrastrando las palabras: -Que tú no lo amas.

No se contuvo, los ojos de Alex parecían dos grifos de agua. Lagrimas caían sin cesar.

Vegetta por fin entendió por qué Alexby había actuado tan a la defensiva. Alex era el tipo de persona amable y extremadamente benevolente que podría sentir empatía incluso de un asesino condenado a pena de muerte. No justificaría acciones inhumanas, pero en su corazón dolería un poco, porque así era él, no le importaba estarse desmoronando con tal de que los demás estuvieran bien.

Vegetta conocía ese lado de Alexby, y era esa la razón por la que siempre buscaba proteger a su hermano más pequeño, no porque lo quisiera más que al resto (tal vez muy en el fondo era así) sino porque Alex era naturalmente el más vulnerable de todos.

Lo envolvió en un abrazo, Alex no pudo más y dejo salir sonoros sollozos.

Aferrándose al abrazo de su hermano mayor, dijo con poca claridad: -¿Por qué tú también tienes que pasar por lo mismo?

¿También? Vegetta no entendía las palabras de su hermano, pero dejó que continuara.

-¿No es suficiente conmigo? -dijo Alex lastimeramente entre sollozos desgarradores. 

¿Qué? No era un momento adecuado para hablar, Alex lo que necesitaba era consuelo. Vegetta no lanzó esa pregunta.

Su corazón recibió una ola de pequeñas punzadas dolorosas. Abrazó más fuertemente a Alexby.

¿A qué se refiere con no ser suficiente con él? Pensó. 

Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora