El primer detonante

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SESENTA Y CUATRO

Las cosas no tardaron en salirse de control.

Solo bastaron dos días para que el antagonista en la vida de Luzu hiciera su primer movimiento. Las palabras "me encargaré de que sufras de la peor manera posible, arruinaré tu vida" no fueron amenazas carentes de fundamentos.

Luzu no había dormido bien desde su último encuentro con el enmascarado, incluso cuando lograba conciliar el sueño por algunas horas seguía apareciendo en forma de pesadillas. La tortura mental le estaba llevando a un punto de quiebre donde solo quería tomar por el cuello al hombre causante de todos sus problemas y romperle los huesos por la mitad.

Jesuss y el castaño caminaban por la ciudad en busca de algunos encargos, mandato de Vegetta; al parecer la salud del rey empeoraba, y Alex no había regresado de su viaje fuera de la capital. Lo único que podían hacer los príncipes era confiar un poco en las indicaciones de médicos de elite que antes no habían funcionado.

-¿Por qué debo acompañarte? -preguntó el menor con su ya característica expresión de fastidio.

-Porque según Vegetta podría desmayarme en cualquier momento y eres el único disponible para auxiliarme. Lamento que tengas que soportar esto, pero yo tampoco me siento cómodo -Luzu ni siquiera miró a Jesuss, sus disculpas carecían de sinceridad, el tono de su voz monótono y frío, similar a sus ojos sin brillo.

Mientras Luzu seguía comprobando los encargos, Jesuss se apartó un poco de él para mirar en la sección de joyas en una calle repleta de tiendas de todo tipo. Su mirada vacilaba entre todo el fulgor que desprendían las piezas en exhibición, no tardó mucho en enfocar algo que captó toda su atención de inmediato. Se trataba de un collar con un diamante azul zafiro, sus relieves le daban tonalidades más oscuras acercándose casi al negro. Sobresalía entre el resto de las joyas, pero no de una forma exagerada, tenía cierto encanto peculiar y atrayente; Jesuss solo pudo pensar en una persona al ver la joya.

Entró en el local y directamente preguntó por el collar.

-Oh, ¿el diamante en la vitrina? -la mujer encargada del establecimiento se interesó al instante por el cliente en potencial, además de que no era un cliente cualquiera, se trataba de uno de los príncipes de Egoland. -Ciertamente tiene un buen gusto, príncipe Jesuss, el collar es nuestro producto estrella, no verá nada igual en ningún otro establecimiento de la ciudad.

La mujer sacó el collar del ventanal, sin tocarlo directamente con sus manos, siendo cuidadosa incluso con la caja en el que se encontraba tan preciado objeto. -Ha pertenecido a miembros de la realeza desde siempre, María Antonieta y Luis XVI por mencionar algunos. Definitivamente es algo digno de miembros reales.

Mientras más lo veía, más seguro estaba de comprarlo. Jesuss ni siquiera escuchaba a la mujer hablar sobre los detalles del diamante, el menor ya estaba convencido de adquirirlo desde el momento en el que lo vio.

***

-¿Dónde estabas? -preguntó Luzu reencontrándose con Jesuss después de casi diez minutos. -Debemos llevar esto con urgencia, aún faltan algunas cosas, no vuelvas a apartarte así tan de repente.

-Lo siento.

Ambos siguieron su camino entre las calles de la ciudad. Eran fácilmente reconocibles entre los miembros nobles, quienes en un principio sonreían y daban una reverencia en muestra de respeto. En algún punto eso cambió, las miradas dirigidas a ellos continuaban, pero las sonrisas y "muestras de respeto" habían desaparecido completamente para ser sustituidas por expresiones de disgusto e incluso de rabia.

Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora