Crecimiento

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CATORCE

Los pasillos del colegio nunca habían estado tan silenciosos. Ninguno se atrevía a siquiera comentar algo fuera del tema. Incluso Rubius, a quien no podrías creerle ser mudo aunque se mantuviera callado todo un año, parecía un monje que juró voto de silencio. Fargan a su lado lucía peor, sus ojos carentes de brillo, fijos en un punto muerto, sus largas pestañas hacían sombra sobre ellos, logrando un efecto de mayor desconcierto.

Y es que el baile pareció haberles arruinarles la vida a todos.

Para unos ese era el problema, mientras que otros, sufrían silenciosamente por situaciones que no podían hablar en voz alta.

Por una parte estaba Rubius quejándose de todos los inconvenientes que había tenido: su cuarta posición en el top de "mejores vestidos de la noche", los comentarios de la papeleta que se referían a él como 'un joven inteligente, persuasivo y capaz, pero falto de madurez para su edad' y también la nota de Vegetta, que a pesar de no estar relacionada con él, le afectaba igual.

Los problemas de Fargan no solo eran más serios, sino que no tenía alguien en quien confiar para desahogarse. Lo único que podía hacer era pintar e intentar que alguien se diera cuenta de lo mucho que sufría.

Su cabeza daba vueltas intentando encontrar una solución. Poner en una balanza ambas opciones le daba una idea de la gravedad de su situación. Pensando egoístamente, una de las opciones era la clara ganadora; pensando en lo mejor para todos... Justo en su campo de visión apareció la grácil figura del menor de los príncipes.

Regresó a sus sentidos de nuevo.

Se miraron por unos segundos, ambos con expresiones inescrutables, entonces Alexby bajó la mirada y siguió su camino, se sintió como si estuviera escapando de él. Fargan recordó la conversación que había tenido con el príncipe la noche del baile. Su corazón ardió y con ello apareció una horrible sensación de querer llorar.

La balanza se descompensó al dejar de considerar una de las 'propuestas' como una opción. Con solo una solución, no había nada más que pudiera hacer.

Dejando a su amigo confundido, corrió hasta alcanzar a Alexby.

***

Una mano se apretó alrededor de su muñeca, obligándole a retroceder dos pasos y a darse media vuelta. Los otros dos príncipes pararon en seco casi involuntariamente, miraron al causante de su retraso.

Frente a ellos apareció Fargan, el chico recuperaba el aliento, sus ojos relumbrantes fijos en Alexby, la mano que tomaba al príncipe era firme y transmitía una seguridad sofocante, tanto que el menor de los príncipes tuvo que zafarse del agarre para no quedar abrumado.

-¿Necesitas algo? –preguntó Vegetta dando unos pasos al frente e interponiéndose entre Fargan y Alex.

-Sí yo... -sus palabras carecían de solidez. En un momento de valentía, soltó en una bocanada de aire. –Quiero hablar con el príncipe Alexby.

Los tres hijos de la realeza quedaron conmocionados por unos segundos ante tanta seguridad de aquel chico de rango inferior. El primero en recuperar la compostura fue Vegetta, sus palabras fueron cortantes y difíciles de prescindir. –Ni lo pienses.

Entonces se dio la vuelta, rodeó con el hombro al menor de sus hermanos y lo guió a continuar caminando, ignorando al moreno, Luzu los siguió.

Pero Fargan no se rendiría tan fácil, no si quería mantener su palabra y no arrepentirse después. Con todo el valor que logró reunir, gritó justo en medio del pasillo. -¡No puedo aceptar un no por respuesta!

Las personas que estaban a su alrededor pensaron que ese chico quería terminar con su vida. Pronto, los silenciosos pasillos se llenaron de bajos susurros ante la conmoción. Fargan estaba firmando su sentencia de muerte, se convertiría en un héroe que se atrevió a desafiar al mayor de los príncipes frente a tantas personas.

Vegetta se giró para lanzarle una mirada de muerte, Fargan se mantenía en su lugar, seguro y sin flaquear, cualquiera pensaría que se convirtió en una estatua hiperrealista. -¿Qué... -Vegetta dio tres pasos grandes, su aura asesina puso el ambiente tenso, entonces fue detenido por Alexby. –Apártate –dijo Vegetta.

-No.

Vegetta no lo había mirado, pero al recibir esa respuesta, tuvo que hacerlo. –No te metas en esto, ya es lo suficientemente humillante que haya ido a buscarte tan desesperadamente y que haya solicitado hablar contigo de esa forma tan poco civilizada, ¿vas a permitir más humillaciones?

-No lo considero una humillación –el menor de los príncipes no solo destacaba por tener la apariencia más llamativa de todos, también tenía un carácter fuerte, recto, a veces sarcástico y bastante inteligente. Cambiar su manera de pensar o sus decisiones resultaba casi imposible, por esa razón Vegetta siempre pensó que Alexby sería el heredero del trono. Ni siquiera él tenía ese espíritu de liderazgo y de cambio como el que el menor poseía.

Verlo tomar decisiones, verlo en situaciones desesperadas, verlo analizar problemáticas y darles una solución, todo eso, era fascinante. El mayor no podía esperar a ver el crecimiento de este niño y cómo rompería sus expectativas.

Viendo sus ojos de distinto color, en los cuales se reflejaba una llama de fuerza de voluntad y una barrera impenetrable, Vegetta no tuvo más opción que retrocedes. –Tss, te daré diez minutos, si tardas más entonces yo mismo le dispararé en la cabeza.

Alex suspiró cuando vio a sus dos hermanos alejarse, entonces llegó hasta Fargan y golpeó su cabeza en una acción infantil pero igualmente dolorosa.

-¡Auch! –se quejó Fargan.

-¿Tienes la cabeza de adorno? ¿Acaso quieres morir?

-No pensé que...

-Ya me di cuenta –interrumpió Alex.

Fargan le dio una mirada lastimera. Alex lo había llamado tonto de dos maneras diferentes en menos de treinta segundos. Este príncipe es de hecho bastante cruel. Pensó aún con el dolor del golpe.

-¿Qué quieres hablar tan urgentemente? –La actitud de Alex difería de su "encuentro" hace unos minutos. Como si se tratara de dos personas diferentes, este nuevo Alex lucía relajado e incluso abierto a bromear.

Fargan se sintió un poco feliz de verle de esa forma. Una sonrisa fugaz apareció por unos segundos en su cálido rostro.

-Estuve pensando en nuestra conversación del baile.

Las cejas de Alexby se crisparon brevemente en un movimiento que no fue perceptible para la otra persona.

-He tomado una decisión –continuó.

-No te estoy obligando a que lo hagas –mientras decía eso, sus ojos fueron perdiendo brillo a pesar de que sus labios estaban estirados en una sonrisa.

-Pero no es justo para ti –Fargan se atrevió a tomar una de sus manos. Entonces dijo, con toda la seriedad posible, como si se tratara de un juramento a los cielos: -Me quedaré contigo.

El príncipe no pudo aguantar más, recordando lo que había leído el día anterior dejó salir un par de lágrimas, esto confundió a Fargan quien a pesar de querer preguntar qué había hecho o dicho mal se mantuvo quieto, esperando a que el príncipe continuara.

-Pero yo no quiero eso –contestó el príncipe. –Justo en este momento, siento que te odio un poco.

El espíritu de Fargan se quebró en pequeños pedazos, cada uno grabado con palabras que habían salido de la boca del menor.

Soltó la mano de Alexby. Sintió que a pesar de que lo tenía al lado, en realidad estaban separados por kilómetros de distancia. 

Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora