Una carta para el príncipe

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VEINTIDÓS

Como era de esperarse, Alexby no les contó la verdad a sus hermanos ni al rey; ninguno indagó más a pesar de que sabían que el menor mentía. Cada uno tenía tantas cosas en la cabeza que lo que menos querían era agregar otro problema más.

Ni siquiera Vegetta insistió.

Eso sorprendió a Alexby, quien ya había preparado de antemano toda una historia con un montón de datos innecesarios, todo un hilo de mentiras entrelazadas entre sí y que se complementaban unas con otras para que no hubiera un punto del cual sospechar.

Afortunadamente nada de eso fue necesario, aunque eso también lo angustiaba.

Cuando terminó de mentir, evitó mirar a todos, especialmente a Vegetta, al no escuchar ninguna contraposición levantó la mirada. El momento en el que vio a sus hermanos y al rey, se sintió terriblemente mal de haber mentido.

Sin embargo, ya estaba hecho, y aunque era consciente de que nadie le había creído, tampoco quería agregarse más problemas preguntando qué les sucedía a todos.

Vegetta se armó de valor y se acercó a él, aún no se perdonaba el haber descuidado a su hermano hasta el punto de que Alexby había escapado y regresado con fiebre y múltiples golpes en el cuerpo.

No podía imaginarse qué le había pasado ni quién sería capaz de hacerle daño. Odiaba el hecho de que Alexby nunca le diría quien lo lastimó y odiaba aún más que no podría hacer pagar a quien osó de herir a su más preciado hermano.

¿Tuvo miedo? Pensó. ¿Se defendió? Probablemente no, Alexby es demasiado benévolo como para golpear a alguien.

Tomó delicadamente la mano del menor de los príncipes y examinó los rasguños en los nudillos.

-¿Duele? –preguntó.

-No duele –respondió el menor.

-De acuerdo –dijo por lo bajo y salió de la habitación.

Estaba seguro de que si se mantenía junto a Alex un minuto más, no podría evitar llorar por la culpa, además de que no había nada que le doliera más que ver a sus hermanos sufrir, especialmente cuando se trataba del menor.

Minutos después solo quedaron Alexby y el rey.

Mangel se acercó a su hijo, le dolía en el alma verlo mal, pero tenía que aparentar ser fuerte y confiar en que Alexby sabía lo que hacía. Si sus mentiras generaban consecuencias problemáticas, entonces el príncipe debería encargarse de solucionarlas él mismo. Así como tendría que soportar la mirada arbitraria de todos cuando saliera del palacio de nuevo.

-No vuelvas a hacer algo así –el rey posó su mano en el menudo hombro de su hijo.

Alexby no contestó. Secretamente ya estaba planeando su siguiente huida.

Mangel conocía a sus hijos mejor que nadie, obviamente sabía lo que significaba esa no respuesta. Con todo el dolor acumulado en su corazón, solo pudo decir: -Sé cuidadoso.

Aunque quisiera, no podía encerrar a sus hijos en una burbuja para que nada les sucediera. Cada uno de ellos tenía cualidades y defectos que jamás desaparecerían. Con Alexby recién comenzaba a descubrir esas virtudes que en un príncipe se consideraban defectos; su sed de justicia y su enorme empatía.

Mangel le dio un último vistazo antes de salir, pensó que en algún momento, la mentalidad liberal y abnegada de Alexby, sería su perdición.

Fue como una premonición en la que todos juzgaban a su hijo por querer hacer lo correcto. 

Se sentía como si Alexby no perteneciera a la realeza y a la vez fuera... La solución a todo.  

Mangel siempre pensó que el poder de la corona recaería en Vegetta, pero por primera vez idealizó al rey que el pueblo necesitaba en el menor de sus hijos. 

Fue solo un pensamiento fugaz. Amargamente se sentía como si el destino le estuviese diciendo que eso era imposible, y que dejara de pensar en Alex como un rey, pues nunca sucedería. 

***

-Príncipe Vegetta.

El príncipe dejó de lado las rosas que cortaba y dirigió su atención a la persona que lo había interrumpido.

Se trataba de una criada del palacio, quien mostró un sobre frente a él. –Una carta para usted, viene desde Egoland.

Vegetta no dejó que continuara, tomó la carta y la leyó ahí mismo, importándole poco que sus dedos mancharan el atildado papel y sin haber leído el nombre del remitente en el reverso del sobre.

Esperaba una carta, sí, pero a su parecer era muy pronto para recibirla.

"Querido príncipe Vegetta

Sé que no ha pasado mucho desde nuestro último encuentro, pero las circunstancias me obligan a escribirle inmediatamente. Pronto me encontraré con usted y le explicaré los motivos de la urgencia.

Creo que sabe perfectamente de qué trata esta carta, pues yo mismo se la mencioné en nuestra última conversación. El propósito es para anunciarle sobre el lugar y la fecha de la boda.

Como se acordó, la fecha será dentro de un mes a partir del momento en el que usted reciba está carta. En cuanto al lugar, lo más conveniente es llevar a cabo la ceremonia y la cena en un lugar apartado de Egoland, por lo que la única opción es Karmaland.

He intercambiado previamente un par de cartas con el rey Mangel y él está de acuerdo con mi decisión, solo espero una confirmación de su parte.

El anuncio del compromiso se hará en Karmaland, en un pequeño día de campo con solo las más distinguidas familias de la zona, esto la próxima semana.

Espero su respuesta dentro de los siguientes tres días y ansío por volver a verle.

Siempre suyo,

Reborn."    

Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora