La intención de salvarte

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TREINTA Y TRES

-Escucha, mocoso, yo puedo salir solo. No necesito que me escoltes todo el tiempo.

-Solo soy un año menor que tú -Alexby cruzó los brazos, su aire digno nunca había relucido tanto. -Absolutamente ridículo.

-Como sea, no te necesito -Jesuss se dirigió a la salida del palacio, Alexby lo siguió a pesar del rechazo de Jesuss. -¡Deja de seguirme!

-Ayer casi lloras cuando nos perdiste de vista por un minuto, tú solo afuera será un desastre para los pobres ciudadanos de Karmaland.

-¡¿QUIÉN IBA A LLORAR?! Atrévete a decirlo de nuevo. Da igual, solo no te me acerques tanto, no quiero que nos asocien como cercanos.

De nosotros dos, ¿quién da más pena ajena? Simplemente tu atuendo ya desencaja en la zona alta de Karmaland. Pensó Alexby irritado.

Si no fuera porque Jesuss era conocido en casi todo el continente, alguien ya lo habría echado de la zona alta con solo ver su apariencia.

Ambos chicos salieron de nuevo, esta vez sin Luzu, quién últimamente pasaba más tiempo en la biblioteca del palacio que en otro lugar. Incluso sus visitas extrañas con el sastre se habían vuelto menos constantes.

Los dos chicos contrastaban demasiado. Uno elegante, cabellos brunos, con un aire inalcanzable, caminaba despacio y mantenía una expresión de indiferencia. El otro, aunque más alto, un año mayor y del que se esperaba más madurez, mostraba todo lo contrario; ropa casual, sus ojos negros brillando cuando veía algo que le interesaba, una sonrisa radiante que mostraba dos dientes frontales más grandes que el resto, comparable a un pequeño conejito de pelaje marrón y nariz rosada, cualquiera pensaría que el mayor era en realidad el príncipe Alex.

Jesuss se detuvo frente a una tienda de bisutería, la vitrina dejaba ver las joyas más costosas. Sus ojos negros reflejaron y tomaron el brillo de los colores de cada una de las joyas que enfocaba, Alex encontró eso un tanto adorable. Quiso burlarse de él un poco.

-Uis, ¿joyas? ¿Para quién? No sabía que el príncipe Jesusseron tenía pareja.

Los mofletes de Jesuss enrojecieron, rápidamente apartó la mirada y siguió su camino. -No digas tonterías, ¿quién es digno de salir conmigo? Cuando encuentres a esa persona te llamaré 'venerable príncipe Alexby'.

-¿Eso significa que serás un soltero de por vida?

-Así es -Jesuss sonrió orgulloso. -¿Qué hay de ti? No pareces del tipo que dependa de relaciones.

Jesuss lo dijo por impulso, no se había dado cuenta que, sin querer, había comenzado una conversación casual con Alexby.

La mirada de Alex bajó al suelo, sus largas pestañas hacían sombra sobre su blanca piel; un aura de melancolía lo rodeaba hermosamente, Jesuss admitió internamente que todas esas palabras que había escuchado sobre la apariencia del príncipe Alex eran ciertas: hermoso, más allá de la imaginación, majestuoso, como un ángel desterrado. En ese momento, también su expresión se distorsionó un poco.

Cuando estaba a punto de preguntarle a Alex si le ocurría algo, alguien llamó desde el otro lado de la calle.

-¡Alex! -se trataba de un joven con cabello cobrizo y piel atezada, ojos ocre y una de las sonrisas más sinceras que Jesuss había visto jamás.

-Fargan -contestó Alexby no muy emocionado.

Jesuss observó como el tono cansado que había usado Alexby, difería de sus ojos con un brillo peculiar.

Without a Crown KARMALAND AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora