CINCUENTA Y NUEVE
-¿QUÉÉÉÉ? Pero se supone que la medicina enviada alcanzaba para cubrir dos meses. -Alex casi se desmaya al escuchar que tenía que volver a casa de Maximus para conseguir más medicamentos.
-Puede que los cálculos de Maximus hayan fallado -contestó Vegetta, aunque en el interior sabía que eso era imposible. Alguien se había encargado de deshacerse del tratamiento, pero había cosas más importantes las cuales debía atender; no tenía tiempo para jugar al detective, lo único que podía hacer era reforzar la seguridad del palacio y estar más atento a los detalles.
-¿No puedes enviar a alguien más? Necesito estar en la capital.
-¿Necesitas?
Alex no tardó en inventar una excusa. -Soy el responsable de organizar la feria invernal
-No te preocupes por eso, le pediré a Jesuss que tome tu lugar.
Alex se abstuvo de seguir insistiendo. El semblante de Vegetta comenzaba a distorsionarse hasta un punto que Alex no quería presenciar.
-¿Cuándo parto?
-Esta noche.
***
Cuando Alex llegó a casa de Maximus era de madrugada. El lugar de día ya era lo suficientemente aterrador como para ahuyentar a cualquiera, de noche sería un reto para el más valiente.
No quería interrumpir el sueño de los miembros que ahí habitaban, especialmente el de aquella linda campesina que se despertaba muy temprano para comenzar con sus tareas y así ganarse la vida.
Miró una roca perfecta para sentarse y esperar el amanecer, probablemente se congelaría, pero lo soportaría con tal de no ser una "molestia matutina que perturba el sueño de la clase obrera".
Su camino a la roca se vio interceptado por unas palabras amargas de una verdadera molestia.
-¿Tú aquí de nuevo? Sabía que me extrañarías, pero no pensé que hasta el punto de regresar urgentemente en la madrugada solo para verme; debes estar muy enamorado.
-Estás bastante lleno de ti mismo, ¿cierto? -Alex ni siquiera se dio la vuelta para confirmar quién era.
Esa vocecita lo había estado fastidiando como un mosquito ruidoso por la noche desde la primera vez que la escuchó.
Maximus era tolerable, Aroya era un encanto de chica, Frank... prefería ahorrarse sus opiniones respecto a esa persona, estaba seguro de que nunca había tenido tantos puntos negativos hacia alguien como los que podía enumerar para Frank.
-¿Cuál es la razón de tan honorífica visita esta vez?
La ironía se escuchaba con toda la intención. El menor solo le dio una mirada de soslayo con sus ojos brillando en furia antes de llegar a su preciada roca.
-¿No es descortés no contestar? Bueno, tampoco espero modales de tu parte. Sería tener expectativas muy altas y yo...
Antes de que pudiera continuar, el pequeño Alex había llegado frente al vasallo; tomó el cuello de la camisa y se acercó peligrosamente. Sería una mentira decir que Staxx no se sintió intimidado, pero ese sentimiento cambió rápidamente a un éxtasis interesante en el que quería sumergirse más.
Jugar con fuego y no quemarse sonaba casi imposible; la vista sería hermosa, pero proporcional al peligro. ¿Valía la pena? Quería descubrirlo.
-Este príncipe te ordena cerrar la boca -las palabras del menor trasmitían hastío, realmente picaban la piel. Frank encontró eso alucinante.
El acto de Alex duró poco, empujo a Staxx y se cubrió el rostro con una mano. -Puag, ¿dónde te metiste? Apestas a licor, tabaco y polvos cosméticos.
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Without a Crown KARMALAND AU
FantasyLos cuatro príncipes de Karmaland no son solo caras bonitas y modales impecables. Detrás de tanta perfección, se ocultan secretos cada vez más escandalosos que los anteriores. El reino sufrirá las consecuencias de las guerras en reinos cercanos. El...