Nong C.: Antes de comenzar este capítulo, esta escritora les pide perdón.
Pueden continuar.
CUARENTA Y SIETE
Jesuss había insistido demasiado en acompañar a Alex en su aventura al misterioso pueblo a las afueras de la capital, pero le fue imposible persuadir a Vegetta a pesar de sus esfuerzos puestos en los berrinches y quejas que hacía.
Al final, Alex tuvo que viajar solo.
Después de casi dos horas en carruaje, espiando por la ventana y dejando atrás los campos verdes sin civilización, llegó a la entrada del pueblo, que no se distinguía por nada de cualquier otra zona rural con ningún atractivo turístico o una fuente estable económica. No era el pueblo pintoresco con construcciones de piedra o madera pintada de colores claros para que lucieran más caros, tampoco tenía una fuente en el centro, ni esculturas en las esquinas del edificio administrativo.
Tampoco podía decirse que era un pueblo pobre; había esos detalles característicos de un pueblo estable con gente viviendo sin lujos, pero también sin necesidades. Las calles pavimentadas, los faroles de aceite con un mantenimiento notable, las personas charlando en las bancas de la explanada central, niños corriendo junto a sus mascotas o jugando con juguetes deteriorados. A pesar de no ser algo alucinante ni llamativo, desprendía cierta aura reconfortante, como un lugar al que nunca le pasaría nada, un lugar neutro en el cual podrías encontrar la tranquilidad necesaria por el resto de tu vida.
Fue corto el tiempo que tuvo para apreciar detalladamente la simpleza y lo repetitivo de la cimentación. El lugar al que se dirigía estaba dentro de los perímetros territoriales del pueblo, pero fácilmente podía dividirse de este para formar parte de un territorio diferente. Fueron aproximadamente treinta minutos más en carruaje atravesando de nuevo campos baldíos para llegar hasta su destino.
El chofer le ayudó a bajar una pequeña talega que Alexby había traído consigo, dio una reverencia y dejó al príncipe solo frente a una casa de dos pisos con una estructura sencilla pero majestuosa que se ocultaba detrás de todo el descuido que acumulaba. Tal vez con los cuidados adecuados luciría como una casa pequeña de algún noble, pero la persona que habitaba en ese lugar no se había preocupado nunca de limpiar el exterior, así que la casa encantadora del pasado ahora se comparaba con una casa abandonada en la que los niños jugaban para probar su valor.
Sin vecinos ni ningún habitante a más de treinta minutos en carruaje, el escenario era idílico para cualquier escritor de novelas de terror que buscara fuentes de inspiración. Además, para la desgracia de Alex, sobre él, la mitad del cielo estaba cubierto por una pesada capa de nubes grises que pronto llegaría a cubrir el azul por completo.
Llamó a la puerta tres veces dejando un intervalo de cinco minutos entre cada toque, habían pasado un total de quince minutos y nadie abría aún. Si bien su espíritu valiente le permitía lograr hazañas como viajar a los barrios bajos o escapar en medio de la noche, siempre se encontraba en un territorio que conocía o en compañía de un algún bobo como Fargan o Jesuss. En una situación como en la que se encontraba, realmente no sabía qué hacer. Entonces maldijo a todos esos entrenamientos de defensa personal y a las clases teóricas de francés o las de política, ¿cuándo, en toda su vida privilegiada, se le había enseñado a combatir fantasmas o a hacer un refugio y fuego para protegerse de la lluvia?
¡Absolutamente ridículo!
Había memorizado el camino para regresar a la parte del pueblo con civilización, pero los caminos en su mayoría no estaban pavimentados. La lluvia no tardaría en caer sobre él, el lodo le complicaría el caminar y tardaría más de dos horas en llegar si no es que moría en el intento.
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Without a Crown KARMALAND AU
FantasíaLos cuatro príncipes de Karmaland no son solo caras bonitas y modales impecables. Detrás de tanta perfección, se ocultan secretos cada vez más escandalosos que los anteriores. El reino sufrirá las consecuencias de las guerras en reinos cercanos. El...