SIETE
Había llegado el día del baile de primavera, desde muy temprano en el palacio de Karmaland todo eran gritos y descontrol.
-Alexby, si no bajas a desayunar en diez minutos entraré por ti y te obligaré a usar alguno de los atuendos que elegí para ti -amenazó Vegetta tocando por tercera vez la puerta de la habitación del menor.
En el pasillo a las escaleras, saliendo de su habitación, un Luzu bastante decaído hacía presencia. -Luzu, ¿qué sucede con tu rostro? No me digas que estás enfermo justo hoy.
-¿Eeh? No, no, no es nada - mintió a medias. No estaba enfermo, pero tampoco se sentía con las energías de ir.
-¡¡Todos deberían esconderse, Vegettita se ha despertado!! -gritó Lolito al pasar junto a sus hermanos.
-Lolito, tu tobillo parece estar mejor, creo que lo suficiente como para bailar al menos dos canciones -dijo Vegetta.
-Oh, eso, no lo creo, además no tengo pareja, lo siento tanto.
Lolito no dejó que su hermano replicara, bajó las escaleras corriendo en dirección al comedor, donde pronto sus demás hermanos también llegaron.
-Alex, no olvides no usar nada demasiado vistoso, pero tampoco poco sofisticado, si necesitas ayuda puedes pedirme un consejo -comentó el mayor viendo a su pequeño hermanito jugar con la servilleta del desayuno.
Alex le dio una mirada de muerte. -Recuerdo perfectamente que padre te había dicho que debo comenzar a tomar mis propias decisiones.
-Una segunda opinión en tu primer baile importante no es privarte de tu libre albedrío.
Alex cambió su mirada a una de incredulidad. Justo en el momento, donde estaba por decirle algo más, Mangel entró al comedor saludando a sus bellos hijos.
-Buenos días mis príncipes -pasó a cada asiento depositando un casto beso en la cabeza de cada uno.
-Buenos días, padre.
Contestaron todos en unísono con sus preciosas voces.
Mangel sonrió satisfecho. Debido al trabajo no había podido disfrutar de un desayuno con todos sus hijos, pero esa era una ocasión especial. El cariño que desprendía esa escena se quedaría grabada el resto de su vida.
Como la última vez que disfrutó de un agradable almuerzo con todos sus hijos.
***
-¿Dónde esta ese imbécil? Claramente le dije que debía llegar a las siete en punto.
Vegetta daba vueltas frente a la puerta principal del palacio. Faltaban aún diez minutos para las siete y seguía sintiéndose enfadado. Detrás de él, Alex solo lo miraba divertido mientras continuaba pelando pistachos.
-Te dije que no era buena idea salir con un intento de pintor, Luzu ya ha sido recogido en un carruaje majestuoso, un poco extravagante para mi gusto, pero digno de él, mientras tú tienes que esperar y rezar para que ese idiota no te deje botado y te convierta en la burla de la sociedad hasta tu tercera generación.
-Wow, hermano, hoy has roto tu récord, dos malas palabras en un día.
Alexby estaba bastante feliz, era divertido ver a Vegetta explotar. Vegetta era su representación de perfección, una perfección todavía sin pulirse del todo pero que definitivamente sería digna de gobernar.
-Hablando de retrasos ¿dónde esta tu pareja?
-Le pedí que viniera hasta 7:30, eso quiere decir que está a punto de llegar, no puedo irme si tú sigues aquí.
Alexby puso los ojos en blanco. Cuando creía que Vegetta se cortaría el cuello con una daga, el sonido de un carruaje resonó en el silencioso lugar. Caballos blancos con adornos dorados combinaban a la perfección con el cuerpo del carruaje, fabricado de fina madera blanca y detalles metálicos áureos; un chico de tez atezada bajó del carruaje.
Elegante, discreto y simple eran las palabras que mejor lo definían. Su cabello cobrizo peinado hacia atrás, dejando a la vista su frente y acentuando sus ojos ocre, el traje marrón con camisa blanca le agregaba delicadeza a su ya guapo rostro.
Fue difícil de admitir para Vegetta, pero Fargan se veía bastante bien.
-¿Qué estás pensando? Debías estar aquí antes de las siete -regañó Vegetta.
-Pero... Alexby me dijo que pasara por él 7:30, incluso me amenazó diciendo que si llegaba un minuto antes me mandaría a cortar la cabeza. Obviamente debía correr el riesgo -todo el glamur de Fargan desapareció en un momento.
Vegetta volteó a mirar a su hermano, quien se distraía observando los detalles de su traje y fingía no saber de lo que hablaban.
-Da igual, es mejor que se vayan ahora -Vegetta tomó el moño en el cuello de Fargan, acercándolo amenazante. -Mas te vale no hacer el ridículo y cuidar la imagen de mi hermano, o sino yo seré quien te corte la cabeza, ¿entendiste?
-S...s, sí.
El príncipe se acercó a Alex, sus manos tomaron los menudos hombros de su hermano menor. -Alexby, probablemente no podré vigilarte de cerca, pero no dudes en pedirme ayuda si la necesitas, ¿de acuerdo?
-De acuerdo -el menor no podía estar más fastidiado. Con urgencia subió al carruaje.
***
-Tu hermano es bastante aterrador -comentó Fargan después de pasar más de cinco minutos en un incomodo silencio.
Alexby lo miró con desaprobación, una cosa era que él mismo "insultara" a su hermano mayor y otra, muy diferente, era que alguien más lo hiciera.
Fargan se arrepintió al instante. -No, yo no, no quise, no quise decir eso, es solo que...
-Lo sé, es aterrador, pero también es honesto, correcto y bastante amable.
Fargan miró a Alex hablar sobre Vegetta, los ojos heterocromáticos del príncipe brillaban llenos de orgullo, claramente existía una gran conexión entre ambos.
-Príncipe Alexby -llamó Fargan después de contemplarlo unos segundos más.
-¿Mmh? -Alexby lo miró confundido. El rostro de Fargan tenía un leve tono rojo, le daba un grado de vulnerabilidad bastante tierno.
-Me gustaría preguntarle, ¿por qué aceptó venir al baile conmigo? -la pregunta salió con firmeza haciendo que fuera imposible no contestar.
Alex detalló el rostro de Fargan con su mirada, grabando cada detalle. Apretó los puños con un poco de rabia, y después cayó rendido.
-Es mejor conocer un poco a la persona con la que vas a casarte ¿no lo crees?
Los ojos fieros del menor se mantenían fríos y distantes, sin embargo, sus labios mostraban una sonrisa bastante grande.
Fargan estaba completamente impactado. No hubo una respuesta por varios minutos. Después de pensar en la situación de ambos, bajó la mirada y sonrió.
-Así que lo sabes -preguntó sin atreverse a ver la reacción del príncipe.
-Y tú también.
El camino al salón para el baile de primavera fue lento y lleno de sentimientos encontrados.
Dos personas obligas a unirse no sonaba extraño. Pero lo que representaba se sentía fatal.
Un destino que no se siente tuyo y en el que además arrastras a otra persona para compartir ese pesar.
Sería una noche muy melancólica.
ESTÁS LEYENDO
Without a Crown KARMALAND AU
FantasiLos cuatro príncipes de Karmaland no son solo caras bonitas y modales impecables. Detrás de tanta perfección, se ocultan secretos cada vez más escandalosos que los anteriores. El reino sufrirá las consecuencias de las guerras en reinos cercanos. El...