Liam se despertó después de una noche muy reparadora. Había estado pensando justo antes de irse a dormir acerca de los sucesos que transcurrirían en Hogwarts ese año y había logrado llegar a una conclusión... No iba a arriesgarse.
Si no hubiera sido por su actuación en las sombras el año anterior, Harry es probable que hubiera muerto, o quizás lo habría salvado Dumbledore... Independientemente de eso, Harry hubiera salido malherido y era probable que Voldemort se hubiera hecho con la piedra. La versión del mundo en la que había renacido Liam era una mucho más peligrosa que la original. Harry tenía a Dumbledore que lo protegería, pero nada aseguraba que, en esta ocasión, no hubiera algún nacido de muggles que muriera debido al basilisco.
Liam no tenía ninguna intención de dejar que eso ocurriera, si bien no era un héroe ni nada por el estilo, cosa que se demostraba con el hecho de compartir la visión sobre Harry con Dumbledore, tampoco era una persona desalmada. No dejaría morir niños si podía evitarlo, y conocía muy bien el primer paso a dar.
Se dirigió a su primera clase que, viendo el horario, era Transformaciones. El tiempo parecía pasar de forma extraña para él, escuchaba vagamente a la profesora McGonagall, pero sin interés. La magia que se enseñaba era una que consistía en saber mover la varita de una cierta forma y conocer las palabras correctas para poder reemplazar la falta de control mágico, pero Liam no tenía esa necesidad.
Conociendo la estructura de algo en concreto, no le costaría nada convertir cualquier objeto en otro. La profesora, siendo tan perspicaz como siempre lo había sido, se dio cuenta de su falta de concentración.
-Señor Doyle -empezó en voz alta, aunque no llamó la atención de ninguno de los alumnos, pues todos habían empezado ya a intentar transmutar algún animal en una copa de vino -. Veo que no le ha prestado atención a la explicación. ¿Tiene quizás algo más importante que eso en la mente?
Liam, comprendiendo que lo habían atrapado mientras reflexionaba, puso cara de buen niño y negó con la cabeza.
-No es eso profesora, es solo que estaba concentrándome en aprender bien los movimientos -para dar más el pego con su mentira, agitó la varita y murmuró "Vera Verto".
La rata de color marrón que tenía en frente se convirtió en una copa al instante, ganándose una mirada de aprobación de la vieja maestra y cinco puntos para Ravenclaw. Tan pronto como la profesora se hubo marchado, él volvió a sus pensamientos para poder planificar el mejor curso de acción.
Las clases pasaron deprisa, no habían cambiado mucho del año anterior, excepto Defensa Contra las Artes Oscuras, que pasó de ser una broma debido al profesor Quirrell y su olor a ajo, a ser una broma debido al profesor Lockhart.
Ese hombre era una vergüenza como persona. No era inocente en ningún sentido de la palabra, la cantidad de historias que había escrito le daba a entender a Liam la cantidad de personas a las que había manipulado y borrado sus recuerdos, de hecho es probable que hubiera causado más mal ese hombre que el mismo basilisco y, por supuesto, se aseguraría que ambos tuvieran el mismo destino.
Pasó rápidamente el día y llegó la noche antes de que los estudiante se dieran cuenta. El joven Doyle se cubrió con su característico hechizo de invisibilidad y se dirigió a su destino: La Sala Común de Gryffindor.
No era muy tarde, así que simplemente esperó a que algún estudiante despistado llegara y le abriera la puerta. Era Gryffindor del que estaba hablando, así que no tardó mucho en aparecer alguien, al final los leones eran los más despistados, ¿valientes?, sí, pero también despistados.
Se metió junto con el estudiante, que ni siquiera notó algo extraño. Entonces se movió directo hacia el dormitorio de las chicas. Vio que la mayoría ya se habían ido a dormir y las pocas que quedaban despiertas estaban en la Sala Común.
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Pisotear los Cielos
FanfictionActualizaciones todos los sábados, en caso de haber alguna modificación puntual en el horario avisaré antes.