Capítulo 29

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Kuromaru se posó suavemente en el hombro de Liam, parecía tener una mirada perezosa en sus ojos y el joven se dio cuenta de que su nuevo familiar actuaba de manera mucho más humana de lo que habría esperado. Aún así, esto era algo beneficioso, ya que podría entenderse mejor con él.

Estaba a punto de usar la Aparición para moverse hasta Zhaoxang, pero decidió que antes de volver a Inglaterra, bien podría disfrutar del paisaje chino. Entonces, se movió a un ritmo no demasiado rápido para poder apreciar tanto como le fuera posible las impresionantes montañas. 

Sabía que este año lo recordaría toda la vida, pues no solo había aumentado su fuerza y experiencia después de derrotar a un gran número de cultivadores con muchos años de luchas a sus espaldas, sino que también había hecho un buen amigo y un rival.

Sus pensamientos fueron interrumpidos por un repentino estallido de magia.

-Esa dirección... -pensó preocupado -. ¡Es en Zhaoxang!

Ji Ming se había dirigido directamente hacia el lugar de reunión, su maestro ya sabía que dejaría el país, no había forma de que se le escapara nada. 

Llegó en poco tiempo y se quedó a unos diez quilómetros del pueblo. Se sentó para poder comer un poco unas bolas de arroz que él mismo conjuró. Los ejercicios que Liam le había enseñado para aprender a controlar la magia, además de también algunas de sus teorías, le habían sido bastante útiles y no pudo evitar quedar sorprendido con lo profundos que eran los conocimientos de su amigo respecto al tema.

De repente, un escalofrío le recorrió la espalda.

-¿Qué es esto? -se preguntó mentalmente a sí mismo -. Es como si me estuvieran observando.

Se le empezó a acumular sudor frío en la nuca, no podía sentir a nadie y, sin embargo, sus instintos no le habían fallado nunca. 

Continuó comiendo para disimular, pero estaba totalmente listo para saltar al combate, su magia rotando despacio para no alertar a quien fuera su observador.

-Me has sentido, niño? Nada mal... -una voz profunda surgió de, al parecer, todas partes.

El corazón de Ji Ming se saltó un latido, la voz contenía una malicia y sed de sangre terribles. Sin dudarlo se puso de pie e hizo explotar su magia, convocando a Cunyun Qiege en su máximo esplendor.

Una gran mancha negra se cernió sobre él y solo le dio tiempo suficiente a bloquearlo con su Herramienta del Alma, provocando un temblor que llegó hasta el pueblo, alertando a todos sus habitantes.

Wang Li, el anciano de la aldea, empezó a llamar a una serie de magos poderosos con tal de activar una formación de protección que envolvía todo Zhaoxang, esta era una formación increíblemente poderosa que habían dejado sus antepasados, resistiría una buena cantidad de golpes. El viejo hombre se preguntó qué estaba pasando.

A una decena de quilómetros de distancia, Ji Ming sonrió amargamente ante lo que tenía delante.

-Maldición, ¿de dónde ha salido tal monstruo? -susurró.

Un enorme dragón de color negro noche batía sus alas generando corrientes de viento con solo su movimiento. El dragón poseía cuatro alas tan oscuras como el resto de su cuerpo, las dos únicas partes que diferían eran los dientes, tan afilados como uno puede imaginar y completamente blancos, y su único ojo, que brillava en un tono púrpura.

-¿Qué eres? -cuestionó Ji Ming, colocándose en posición de batalla, su mano aún le escocía de la confrontación anterior.

-Ja ja ja ja -cada carcajada sonó pausada, como si se estuviera burlando del joven cultivador -. No tengo por qué darle mi nombre a un humano, especialmente no a alguien de tu nivel.

Pisotear los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora