Capítulo 48

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Mientras se acababa de despertar y se estaba preparando para bajar a buscar su desayuno, Harry sintió que algo no estaba bien. Era el día de la prueba final y no hacía un tiempo particularmente malo, incluso podría uno decir que era bueno, considerando que el castillo estaba situado en Escocia.

-¿Son estos mis nervios? -se preguntó mentalmente -. ¿O es uno de esos malos presentimientos de los que a veces habla Liam?

Hablando del chico, Harry no había vuelto a ver a su maestro desde que les explicó que había sido maldecido. Les había asegurado que lo podían llamar cuando quisieran, pero supuso que estaría haciendo algo importante, así que prefirió no molestarlo.

Finalmente se decantó por la idea de que la mala sensación eran simplemente sus nervios debido a la tercera prueba.

Sin embargo no desapareció en todo el día e incluso mientras lo llevaban junto con los otros campeones hasta el estadio de quidditch no pudo evitar pensar en las palabras de Liam: "Vuestros sentidos os pueden engañar, Los instintos de un cultivador le pueden ayudar a ver cosas que no puede percibir con la vista". Sin embargo Dumbledore estaría supervisando la prueba y eso lo tranquilizó en gran medida.

Llegaron al campo de quidditch, que estaba totalmente irreconocible. Un seto de seis metros de altura lo bordeaba. Había un hueco justo delante de ellos, que era la entrada a un enorme laberinto. El camino que había dentro tenía un aspecto tétrico y Harry se dio cuenta al instante de que su En no le permitía visualizar lo que había más allá.

Cinco minutos después empezaron a llenarse las tribunas. No se explicó nada a parte de que tenían que llegar al centro del laberinto, donde estaba situada la copa del Torneo.

—¡Entonces... cuando sople el silbato, entrará Harry!—dijo Bagman—. Tres... dos... uno...

Y sonó un fuerte pitido, dándole la señal al chico para entrar. Al poco tiempo sonaron un segundo y luego un tercer pitido, indicando que todos los campeones estaban ya dentro del laberinto.

Los caminos parecían mucho más largos desde dentro que desde fuera, Harry supuso que sería algún tipo de hechizo de expansión. Estaba todo oscuro y el joven cultivador a duras penas podía ver, curioso teniendo en cuenta que al ser un cultivador debería poder ver mucho mejor en la oscuridad.

Entonces se le ocurrió que lo más probable era que hubieran colocado algún tipo de barrera que anulara ciertas partes de su magia, como por ejemplo su En y algunas mejoras pasivas que le otorgaba la cultivación. Estaba seguro de que esto era obra de Dumbledore o de Liam.

Empezó a deambular sin pensar demasiado en su trayectora, de todas formas el laberinto estaba cambiando a cada momento. 

De repente esuchó un leve movimiento a su derecha, levantó la varita en preparación para el combate. Una sombra espectral apareció, era un dementor. Recordando el hechizo que Remus Lupin le había enseñado el año anterior, Harry cantó en voz alta.

-Expecto Patronum -conjuró.

Un ciervo magnifico plateado apareció como un fantasma, iluminando tenuemente todo el lugar. El dementor retrocedió con visible cautela, pero el patronus no estaba dispuesto a dejarlo ir.

Con un resoplido inaudible cargó a una velocidad sorprendente, sin dejarle tiempo a la criatura oscura para siquiera moverse. Lo golpeó con sus cuernos y el dementor salió volando, chocando contra uno de los setos, que lo absorbió al instante. Harry hizo un apunte mental de no tocar las plantas por si acaso.

Continuó su ruta una vez más en silencio. El camino estaba vacío, y cuando encontró un desvío a la derecha y lo cogió, volvió a hallar su camino libre de obstáculos. No sabía por qué, pero aquella ausencia de problemas lo desconcertaba. 

Pisotear los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora