Capítulo 70

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Todos los discípulos, incluido el guardia, se quedaron un instante al ver como el cultivador que había intentado atacar a Liam caía al suelo. Podían sentir su magia, así que sabían que no estaba muerto, pero aun así no entendían qué acababa de pasar.

—Señor guardia, debería dar un paso atrás —Liam dejó escapar su intención asesina, preparándose para el combate —. Me parece que no necesitáis vuestra voz, si luego la usáis para decir estas cosas.

El guardia fue alertado inmediatamente por la intención asesina que emitía Liam. Se le erizaron los pelos de la nuca y sintió que, aunque era un Señor Ancestro bastante respetado dentro de la secta, si hacía un movimiento incorrecto no ganaría el suficiente tiempo como para que llegaran refuerzos.

—¿Quién es este chico? —exclamó mentalmente —. Su fuerza me recuerda a los Ancianos de la secta... no, incluso ellos no podrían emitir este tipo de sensación. Es como si los cielos mismos hubieran descendido, como si Dios mismo estuviera delante de nosotros.

El guardia nunca había sentido la fuerza del maestro de secta, pero adivinó que, probablemente, él y Liam estarían bastante cerca. Esto fue algo grande pues, en el Reino Inmortal, los maestros de las cuatro grandes sectas eran las existencias más poderosas conocidas y habían gobernado durante al menos algunos cientos de miles de años.

—Os advertí de que no cruzarais el círculo —comentó Liam en tono de burla —. No me importa si os burláis de mí, pero no toleraré que hagáis lo mismo con mi maestro.

Los presentes estaban demasiado asustados como para registrar las palabras del chico. Liam dio un paso y el suelo debajo de él se resquebrajó.

—Sois cultivadores, tenéis miles de años y, aun así, os comportáis como acosadores escolares —su voz nunca perdió el tono burlesco —. Bien, vosotros os lo habéis ganado.

Levantó la mano, con el pincel anormalmente grande que había usado para trazar el círculo unos segundos antes.

—Por lo que he visto, esta es una secta que practica el camino de la espada —Liam dijo en voz alta mientras recordaba ver a los alumnos lanzar cortes voladores —. Me pregunto si se puede aplicar el mismo concepto a algo que no es una espada.

La siguiente escena dejaría en todos los discípulos de la Secta de la Espada Divina que se habían acercado, preparados para luchar al sentir la intención asesina, una profunda impresión. 

Liam balanceó el pincel como si fuera una espada y él mismo un practicante de toda la vida. De la punta del pincel salió disparado un corte completamente blanco que viajó hacia los matones.

El corte parecía casi etéreo, como si no perteneciera realmente a la realidad y, de hecho, no cortó el suelo por el que pasaba. Incluso al darse cuenta de esto, el guardia, que era más fuerte que los demás espectadores, pudo decir que el ataque contenía una profundidad que iba mucho más allá que un simple corte volador de espada.

—¿Logró eso con un pincel? —se preguntó aterrado el hombre —. ¡Este hombre no es común! ¿De dónde vino tan de repente? Dijo que es un humano, pero si conoció a Albus Dumbledore entonces no puede tener más de cien años. Incluso para un humano esto es simplemente imposible...

Los matones vieron el corte acercarse y supieron que tenían que evitar costara lo que costara. Sin embargo, por alguna razón no podían moverse. Lo mismo podía decirse de los discípulos que miraban, no eran capaces de intervenir para salvar a sus compañeros.

En el último segundo, una figura se interpuso en el camino del ataque y balanceó su espada, deshaciéndolo. La figura resultó ser un hombre de apariencia relativamente joven, aunque con barba, y alta estatura. Un aura insondable brotaba del hombre, como si fuera una espada increíblemente afilada, preparada para cortarlo todo.

Pisotear los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora