Capítulo 30

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Tanto Liam como Ji Ming respiraban con dificultad, si bien su estrategia fue buena y, gracias a que Liam detuvo la mayoría de ataques del dragón, Ji Ming le había podido asestar algunos buenos golpes, ambos estaban claramente en un estado peor que el de la bestia.

Liam escupió sangre al chocar contra una de las montañas, creando un pequeño cráter en ella. Su consciencia empezaba a desmoronarse y, en este punto, solo su voluntad lo mantenía en la lucha. Ji Ming era fuerte, más que él, pero si perdía el conocimiento entonces su amigo definitivamente moriría.

La Aparición para huir tampoco era una opción debido a dos razones. La primera era que se necesitaba una concentración demasiado alta para usarla, para alcanzar tal grado de concentración necesitarían quedarse quietos y eso era imposible en un combate tan rápido como en el que estaban.

(NA: La Aparición está nerfeada, sí, y hay una razón para eso que se descubrirá más adelante).

La segunda era que si huían, lo más cercano al dragón sería Zhaoxang y Liam no estaba dispuesto a dejar morir a gente que lo había ayudado. 

Los engranages de su cerebro giraban continuamente para encontrar una forma de derrotar a este enemigo, sin embargo no se le ocurría nada. Su cuerpo le dolía demasiado y ni siquiera se podía levantar del agujero que había creado en la montaña. Vio como Ji Ming recibía un golpe de una de las patas del dragón, haciéndolo dar volteretas en el aire y chocar contra varios árboles, partiéndolos por la mitad.

En este punto, Liam empezó seriamente a temer tanto por su vida como por la de su amigo.

-Maldición, aún no he logrado lo que quería... -murmuró Liam para sí mismo, pero entonces se detuvo.

¿Lo que quería? ¿Qué quería? ¿Cuál era su deseo? Des de hacía un tiempo, su meta había sido fortalecerse, llegar a la cima del cultivo, pero había una razón detrás de eso... 

De repente, le llegaron imágenes de su antigua familia, sus caras con una sonrisa, luego sus amigos.

Luego, la imagen de sus sonrisas se volvieron grises y todos ellos parecieron entristecerse, especialmente sus padres y hermano.

-¿Me extrañarán? ¿Lloraron por mí? -se preguntó de repente, inseguro de la respuesta.

Liam creía que sus amigos y familiares lo amaban, siempre había tenido la impresión de que así era, pero entonces, quería verlos, ver cómo había afectado su muerte... no, no era eso, quería disculparse.

Disculparse por haberse ido tan pronto, por haberlos abandonado... Eso era, quería llegar a la cima del cultivo para encontrar una forma de llegar hasta todos ellos y poder disculparse y despedirse apropiadamente. Así que no podía morir aquí, no aún y no contra un patético dragón negro.

Ji Ming apareció a toda velocidad, lanzándo puñetazos y patadas a diestro y siniestro, con tal de aumentar su velocidad había desinvocado su Herramienta del Alma, pero aún así no lograba alcanzar la velocidad del dragón, que parecía fortalecerse a cada segundo que pasaba.

El joven cultivador chino se giró para mirar a Liam.

-¡Liam, corre! ¡Yo lo detendré, tú tienes que salvarte, busca ayuda de algún maestro cultivador! -exclamó, para luego recibir una pequeña corriente de llamas que le quemó un brazo. Ese brazó ya no podría usarse para luchar, la recuperación le llevaría al menos dos semanas.

Liam apretó los dientes con furia. ¿Abandonarlo? Ji Ming era su único amigo en este mundo, aunque se llevaba bien con algunos de sus compañeros en Hogwarts, ninguno realmente se acercó realmente a Liam y solo tenían algunas conversaciones si se encontraban por los pasillos. Pero Ji Ming era diferente, lo había derrotado y, a diferencia de lo que la mayoría de cultivadores habría hecho, no lo mató, ¡todo lo contrario! Le ofreció su amistad y Liam estuvo feliz de ser su amigo.

Pisotear los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora