Capítulo 4

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Me apetecía escribir un poco gente, que hace mucho que no me paso por esta plataforma. Como siempre, espero que disfrutéis el capítulo. Por cierto, he decidido que la historia no tendrá nada que ver con el canon, al menos por parte del protagonista. Quiero separarlo y que tenga una aventura completamente diferente a la de Harry y sus amigos. Para hacer esto, obviamente habrán muchos cambios en el mundo, lo siento si no os gusta, pero es lo que hay.

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Siempre me he preguntado cómo demonios la gente no mágica aún no se ha dado cuenta de la parte mágica en la sociedad. Quiero decir, está el encantamiento desmemorizante, pero ese hechizo solo lo aplicaba el ministerio cuando había un caso muy obvio, así que no podía entender el por qué nadie parecía haber escuchado las palabras de Molly Weasley, dichas a plena voz en medio de la estación de King's Cross.

-Lleno de muggles, cómo no ... -le comentó a sus hijos -. ¿Qué plataforma era?

La pequeña niña, que yo ya sabía que era Ginny, le contestó rápidamente antes de empezar a quejarse por no poder ir aún a Hogwarts. Y si los Weasley estaban aquí, entonces Harry también lo estaría.

Efectivamente, vi como el joven pelinegro se acercaba a la familia y sucedía exactamente lo mismo que en la historia original. Esperé a que todos pasaran para cruzar la pared que ocultaba el andén nueve y tres cuartos. Delante de mí estaba la imponente locomotora, que máquina más impresionante, era realmente una prueba de que la humanidad tenía un potencial aterrador, es irónico que pensara esto teniendo el talento de Meruem, que lo había experimentado en su propio cuerpo...

Me subí a un vagón y entré a un compartimiento vacío. Mi corazón iba a mil por hora, finalmente había llegado el día, ahora mi vida (o mi muerte) cambiaría para siempre. Entonces recordé que una vez en el tren ya se podía usar magia con la varita, así que sin dudarlo la cogí y repasando las instrucciones del Libro Reglamentario de Hechizos para primer año, la agité murmurando la palabra "Lumos".

Al instante, surgió una luz que incluso me deslumbró un poco. Lo miré asombrado, corroborando una vez más que mi deseo había sido un acierto.

-Aún no es perfecto -pensé frunciendo el ceño -debería ser capaz de regular la intensidad.

Me concentré, intentando tomar el control de mi magia, pero esta vez me llevé una sorpresa al notar que no podía hacerlo a la primera. Parecía que la magia temblaba ligeramente con mi voluntad, sin embargo no lograba moverla correctamente, me emocioné con por fin tener un reto.

Pasaron más de dos horas. Ahora podía hacer que la magia se moviera a voluntad, aunque muy poco a poco y tenía que estar completamente concentrado.

-Ya veo, entonces la varita lo que hace es dirigir mi magia hasta cierto punto y luego con las palabras hago que tome forma, es realmente un método eficiente, pero tiene límites, como por ejemplo el de no poder regular la potencia de los hechizos -murmuré.

Un hechizo sería más poderoso siguiendo unos patrones, que eran la cantidad de magia que tuviera el mago y la fuerza de voluntad de este, esto último servía cuando se moldeaba la magia justo antes de lanzar el encantamiento, la mayoría de los magos probablemente pensaban que según pronunciaran el nombre del hechizo de forma más clara, ya sea en voz alta o mentalmente, más poderoso sería este, puesto que el nombre es lo que daba la forma.

Pero para mí aún era extraña una cosa. ¿Cómo aumentaba la magia? Seguramente el crecimiento aumentara la cantidad en cierta medida, sin embargo no podía ser solo eso, Voldemort era más fuerte que McGonagall, siendo esta bastante mayor que él. Tom seguramente había participado en ciertos rituales que le permitieran aumentar la magia, pero de dónde salía esa magia?

Pisotear los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora