Capítulo 2

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Con la extraña sensación que conlleva un deja vu, abrí los ojos encontrándome en un lugar completamente diferente al anterior. Estaba en un callejón oscuro, la lluvia caía sin cesar, sin embargo yo llevaba puesta un chaqueta que me permitía no resfriarme.

Comprobando en los bolsillos de la chaqueta, pude ver que tenía veinte libras, fueron un regalo del ser que me envió aquí. Fijándome mejor en el tamaño de mis manos y cuerpo en general, podía decir que había rejuvenecido hasta tener alrededor de diez años, perfecto, esto me permitiría asistir sin problemas a Hogwarts cuando cumpliera los once.

Reflexionando sobre lo que tenía que hacer para empezar, decidí que debería buscar un lugar en el que vivir y no morirme de hambre, después de un buen rato se me ocurrió una idea. En mi anterior vida había leído algunas historias creadas por fans de Harry Potter y, en una de ellas, recuerdo que el protagonista pudo sobrevivir alquilando una habitación en el Caldero Chorreante, el pub que contenía la entrada al Callejón Diagón, realizando tareas de limpieza y sirviendo bebidas. Era mi única opción en ese momento, así que decidí intentarlo.

Recordaba que el bar se encontraba en Charing Cross y, preguntando a los viandantes, no me costó mucho encontrarlo. Ciertamente no parecía el bar más frecuentado por magos de todo Londres si nos basábamos en el exterior, pero como dice el dicho, no te puedes fiar de las apariencias.

Entré, llenándome de confianza. Si bien por el momento lo estaba asumiendo todo con calma, la verdad es que este asunto de la reencarnación aún me tenía un poco desconcertado y, pudiendo este bar ser considerado el primer paso hacia el mundo mágico, mi corazón latía con fuerza.

El interior estaba un poco sucio, pero se veía mucho mejor que la parte de fuera, pero eso no me distrajo mucho tiempo, pues vi algo que me hizo inspirar profundamente. Sillas moviéndose solas, jarras de cerveza que flotaban sin ningún tipo de soporte y una gran cantidad de personas vestidas con capas y túnicas, algunos leyendo el periódico, otros bebiendo y otros hablando de forma animada entre ellos.

Recuperándome del shock inicial, vi al tabernero, Tom, si no recordaba mal. Me dirigí hacia él preparando lo que querría decir. Me vio y no pareció sorprenderse de que un niño tan joven estuviera en una taberna dirigida principalmente a los adultos.

-Bienvenido, qué desea? -me preguntó con una voz vieja.

-Saludos, vine aquí para pedir un trabajo, soy huérfano y no tengo adonde ir -respondí con calma, podía pensar en un par de formas de convencerlo si no aceptaba y, si aún así no me permitía trabajar en la taberna, siempre podría ir a una de las del Callejón Diagón.

Tom me miró, probablemente evaluando mi posible utilidad.

-Podría hacer eso, pero debemos discutir tu salario, no voy a pagarte mucho... -me dijo, parecía que no habría problemas.

-No importa, lo único que deseo es suficiente como para comer y poder dormir aquí, además también me gustaría un pequeño salario para poder comprar los artículos necesarios para ir a Hogwarts una vez cumpla la edad requerida -ofrecí.

Tom pareció pensarlo un momento mientras tarareaba. Estaba seguro de que era un mago, la taberna en sí tenía hechizos para que los muggles no se fijaran y pasaran de largo. 

-Está bien, es un buen trato, sin embargo deberás trabajar duro, tengo muchos clientes cada día y todos deben ser atendidos, no te preocupes por la limpieza, tengo otro trabajador aquí, creo que se alegrará de que su trabajo se reduzca a solo limpiar. La taberna abre a las once de la mañana, deberás estar aquí a esa hora, antes de eso puedes hacer lo que quieras. Además cerramos a las once de las noche, tendrás un espacio de una hora entre la una y las dos para almorzar y después de cerrar -me informó el viejo hombre.

Pisotear los CielosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora