66

4.7K 455 75
                                    

— ¡Volvió! — grito Krystal, su pequeña estatura moviéndose entre los ángeles rápidamente. Lo miré confundido, dejando en el suelo al perro que acariciaba. Macky me dio una ultima mirada antes de marcharse moviendo su cola café alegremente.

— ¿Quien volvió? Y por favor no corras por aquí, es peligroso. Te puedes caer.— le riño cariñosamente.

— ¡Padre! — no tiene que decirme mas antes de que yo salga corriendo hacia el capitolio. Pasando entre la gran aglomeracion de ángeles en busca de su creador.

— Darkiel Arcángel — me llama y me quedo tieso. Mi cuerpo aun humano suda y mi corazón palpita a mil millas por hora.

— Padre, puedo explicar. Se que debería estar en la tierra pero-

— Me alegra que estes de vuelta a casa. — me  saluda con una sonrisa cálida y camina hacia mi, los demás apartándose respetuosamente. — ven conmigo. Te tengo una tarea.

Al cabo de segundos ambos seres habían abandonado coelum y se encontraban en la tierra. Un renovada, verdes montañas. Arboles grandes y frondosos. Rios llenos de peces de todos colores, y los cielos alborotados por aves cantando alegres. Darkiel quedo sin palabras y Dios se dio cuenta. Carcajeo moviendo la cabeza en negación y plameo el hombro de su hijo. El pelinegra dio un brinco en su lugar, aquella era la primera vez que su Padre le daba afección física. Llego a pensar que le era imposible y por eso siempre estaba ausente. Que era solo partículas de luz en el espacio o algo por el estilo.

— Ven, se pone mejor.— el Rey de Reyes emprendió camino arriba de la montaña. Manos tras su espalda, con un paso calmado que Darkiel imito en seguida.

Subieron ambos en silencio hasta llegar a un bosque. Darkiel no podia ver nada, pero su padre parecia saber el camino de memoria. Paso el tiempo despacio, quizá una hora antes de que llegaran al centro del lugar. Un circulo perfecto de tierra plana se abría allí, no mas ancho que 6 pies de radio. Darkiel estaba aun confundido. Miro a su alrededor en busca de alguna pista, pero solo vio un venado moverse entre los arboles.

— Dame tu mano. — le pidió su Padre. El lo hizo sin dudas y lo miro expectante.— pon toda tu energía aquí.

— No tengo mis poderes.— Darkiel estaba avergonzado por lo que había hecho en el pasado. Y eso era visible en su rostro.

— ¿Seguro? — su padre se escuchaba entretenido. Así que intento hacerlo. El agarre que ambos tenían se ilumino rápidamente y con ello todo a su alrededor.

— ¿Que hago ahora? — preguntó emocionado el Arcángel, hacia tanto que no se sentia de esa manera. Su energia pura viajando por sus venas y el ardor placentero de sus ojos dorados le creaba una felicidad inmensa.

— Ahora observa. Esto lo haras tu solo de ahora en adelante — Dios soltó la mano de su hijo y camino hacia el centro del circulo, tomando un puñado de tierra seguidamente. Darkiel lo miraba atentamente, grabando todo lo que él hacía. — y ahora solo...— y entonces soplo el puñado de tierra y los granos volaron de su mano. Al principio no paso nada pero segundos después, de la tierra se empezó a crear algo.

No le tomo nada entender que lo que su Padre acaba de crear era un ser humano. El no estuvo ahí cuando la humanidad había empezado con Eva y Adán. Así que verlo pasar de esa manera lo había dejado sin palabras. Aún mas cuando notó el físico de quien había nacido del polvo.

— No, no puede ser...— sus pasos le parecieron eternos antes de llegar hacia el humano que permanecía quieto en su lugar, sus ojos cerrados, su respirar lento y tranquilo. Parecía dormido. — ...Amara.

— ¿Crees que ese debería ser su nombre? — pregunto su Padre. El ya sabía que sí, pero solo quería ver la reacción de su hijo. Le causaba, cierta ternura ver lo opuestos que podían ser los geminos.

Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora