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Cuando abrí los ojos era de día. Eso lo esperaba, sin embargó no creía que al despertar tuviera un techo sobre mi cabeza y comodidad bajo mi espalda. Por unos segundos creí estar en mi casa, pero la calidez y ese olor a canela y manzanas no era propio de mi hogar. Mi cuerpo se yergue mientras mis sentidos todos regresan a mi cuerpo de golpe. Lo primero que entra en mi vista es el televisor plano incrustado en la pared. Bajo mi mirada un poco y veo la gaveta de madera oscura con una vela encendida, una consola de cable y otros accesorios modernos que lo hacían ver elegante.

Mis alertas se encedieron de inmediato, este lugar era totalmente desconocido para mí. ¿Qué rayos hacia yo ahí? ¿Como había llegado? Estaba dispuesto a levantarme y largarme, pero un peso en mis piernas me detuvo. Frunci mi ceño y con recelo levanté la sabana que cubría mi cuerpo desde la cintura. Mis ojos se abrieron de par en par y mi rostro se encendió en segundos. Parpadee una, dos, tres veces seguidas y seguía viendola allí. Durmiendo a mi lado, hecha un ovillo con una de sus piernas descansando sobre las mías. Mi respiración se estanco en mi garganta y volví a dejar caer la sabana despacio.

Habían millones de cosas pasando por mi cabeza pero la principal era: Amara esta bien.

Pero también estaba aquí conmigo. Era un alivio pequeño en comparación a la tremenda angustia que me invadía con rapidez. ¿Como había llegado a mí? Tenía que protegerla, quería hacerlo. Pero era yo, yo ni siquiera podía defenderme yo solo. Mordí mi labios y solté aire mientras pensaba. Podía levantarme de todas maneras e investigar el lugar en el que estabamos. O podía simplemente cerrar los ojos nuevamente y esperar a que Amara se levantara. Me inclinaba más hacia la última puesto que la última vez que la vi, las cosas no iban bien. Debía estar agotada.

Tampoco me atrevía a levantarla y por lo visto, no había ningún peligro por el momento. Solté un suspiro pequeño y me acosté suavemente, mirando su silueta marcada en la sabana en todo momento, esperando no levantarla. Una vez mi cabeza toco la cama, cerré mis ojos sin moverme más. El sueño no llegó en diez minutos. Tampoco en treinta, ni en sesenta, mucho menos en tres horas.

Terminé mirando el techo, la manos entrelazadas en mi pecho y el silencio reinando toda la habitación. Con cautela investigue con la mirada lo más que pude para terminar en la conclusión de que seguramente estábamos en un apartamento. A veces se escuchaban sonidos de arriba, a veces de abajo. Pero esto solo me inquietaba más, porque aunque existia la posibilidad de que pudieran ayudarnos. También en el peor de los caso, podían hacer todo lo contrario. Tal vez esas persona no eran precisamente cordiales, quizás esas mismas personas fueron las que nos trajeron aquí.

De todas maneras ¿Quién querría tenernos aqui? Yo no debía nada, mi padre ya hubiera entrado por esa puerta hace horas. El ni siquiera me hubiera dejado dormir. Según el reloj eran las 12:34 pm, hace tres horas se suponía que tenía un...trabajo. Descarté la idea de inmediato, mi padre debería estar buscándome furioso.

La única persona que vino a mi cabeza además de mi papá, fue auel hombr. Ese que abusó de Amara... quizás fue él. Era obvio que no estaba bien de la cabeza, demonios, era un loco total. Y si en verdad fue él. ¿Qué planeaba?

— ¿Aun no despierta? — mi cuerpo dió un brinco ante la voz amable que se escuchó de repente en aquel silencio abrumador.— es entendible, pero creo que ya es hora de que se levanté. Perderse entre sueños no es bueno en su estado.— murmuraba el mismo hombre que había visto en la cama de Amara aquella vez. Solo que esta vez tenia el cabello negro. Estaba en lo correcto, aquel enfermo fue quién nos trajo aquí. Me tense de inmediato con tan solo verle y él claramente lo noto.— Hola Christopher.

El hecho que me llamara tan fácil por mi nombre me alerto de sobremanera. No era como si no fuera lógico que lo supiera...pero que me saludara tan fácil era extraño tomando en cuenta que intentó matarme una vez. No lo conocía pero claramente sabía que era explosivo cuanto menos y no tenía nada de amabilidad.

Seguramente estaba actuando.

— No te acerques.— digo enseguida, ojos clavados en su figura alta.

— Oh no, no, cariño me estás confudiendo con Adirael.—dice con calma, moviendo su mano flojamente con una sonrisa amigable.— yo soy Darkiel, su hermano.— prosigue a explicar.

— ...¿Se supone que confíe en ti? — su sonrisa no se marcha mientras niega lentamente antes de tomar un suspiro pequeño.

— Eso esperaría, pero se que no es tan sencillo para ustedes. —su elección de palabras dejó dudas en el aire que se esfumaron tan rápido como llegaron. Para mi era mas importante mantener a aquel tipo lejos de mi amiga.— Como sea, debo levantarla ahora. Es muy importante.

— No pienso dejar que la toques.— sisee al verle dar un paso. Si tenía que pelear lo haría, al menos ganaría tiempo. Con un par de minutos Amara podía salir de aquí. Al menos eso esperaba.

— Eso es evidente. Por como la tomas se nota que piensas protegerla con todo lo que tienes.— dijo aquel hombre con una pequeña carcajada. Completamente relajado, como si yo no le estuviera martillando con la mirada. No obstante mis ojos cayeron brevemente en la pelinegra que dormía a mi lado, notando asi que mi brazo se había puesto sobre ella solo, protegiendola.—  Es bonito y refrescante ver a alguien como tu a su lado. — habló seguido, pero esta vez en un susurro que casi pasa mis oídos. La confusión que vaga a mi alrededor creció en segundos. Empecé a creer que aquel no era Adirael. — Al menos levantala tú ¿Quieres? Ella sabe quien soy.

Indeciso miré el bulto en las sábanas antes de levantarlas y dejar descubierta a la chica. Aun seguía en la misma posición, durmiendo plácidamente. Me daba pena levantarla, pero ya no podia extender su descanso.

— Amara — susurré con algo de nervios. No quería despertarla y que me viera tan cerca suyo.— A-amara — dije algo más alto, pero ella seguía dormida.— Amara— prosegui, pero esta vez moví sus hombro un poco. Luego de sentir mi toque su cuerpo se movió vagamente y sus ojos se abrieron con tal lentitud, tal delicadeza que mi corazón dio un brinco tonto. — H-hey, hola.

— Hola— bisbiseo aún media-dormida. Una sonrisa pequeña se formó en su rostro antes de volver a cerrar su ojos y acomodarse más a mi lado. Mi corazón antes nervioso casi deja de funcionar de golpe. Junto a eso mis mejillas se calentaron. Pero antes de que pudiera decirle algo, ella se levantó de un brinco y me miró con los ojos como platos.

Rápidamente escaneo la habitación y al ver al pelinegro, todo rastro de sueño pareció marcharse de su cuerpo.

— ...Darkiel.— aquel nombre salió débil de sus labios, y su mirada se endurecio en segundos. Mi ceño se frunció y miré a aquel hombre que ahora conocía como Darkiel. Algo definitivamente no estaba bien.

— Tenemos mucho de que hablar, mi niña.— si comparaba su tono actual al de minutos antes diría que sonaba como un padre profundamente arrepentido. Yo por mi parte estaba perdido y obviamente fuera de lugar. Entre ellos había una historia y por lo visto, no era buena.— te esperaré en la sala. Puedes venir también, Christopher.

Ambos vimos marchar a Darkiel, que con una elegancia natural que no había notado antes en él salió de la habitación. No pasaron segundos antes de que Amara y yo nos miraramos, ambos con tantas preguntas como estrellas en el cielo.

— ¿Estas bien?— fue lo que salió de nuestras bocas. Yo asentí con una débil sonrisa y ella me dijo que sí sin mucho esfuerzo.

Sin embargo, ambos sabíamos que ninguno había dicho la verdad.

Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora