39

17.8K 1.6K 252
                                    

— No lo estoy, eso es absurdo.— niego sabiendo perfectamente bien que era un intento inútil.

— Y yo rezo todos los días. No me jodas.— dice con ironía cruda y una mirada aburrida. Me observa por unos segundos y luego ríe de todo corazón, tan alto que creo todo el infierno lo oyó. Lo miro confundido y algo irritado, jodido bipolar de mierda— ¿En serio ahora te das cuenta?

— ¿De qué?— escupo mirándole asqueado.

— De que todo este tiempo lo que te tanto te jodia era ese amor que dices no sentir. Miles de veces me echaste la culpa a mí, diciendo que mi pecado era débil e inestable. Y muchas blah blah que en realidad nunca escuche. — hace un ademán desinteresado con su mano y toma asiento en la cama, a los pies de Amara dándole un vistazo rápido— mi pecado, aunque no lo creas, tiene una sola debilidad Adirael— hace una pausa y conecta su mirar al mío de nuevo, todo signo de burla ido totalmente — amor — declara seriamente, imponente con un tono conocedor que me dejó en blanco — todo este tiempo, desde el comienzo, no podías controlarlo simplemente porque amabas a alguien. Me sorprende que no te dieras cuenta antes, Señor lo sé todo.

Deja de mirarme desinteresado y mira sus uñas, haciendo un puchero al notar algúna imperfeccion. Yo por mi parte permanezco ausente en la conversación, mirandolo aborrecido.

— ¿Por qué no dejo de tener esta sed absurda entonces? Ya es mía. Tengo su alma y cuerpo, esta unida a mí de por vida.— argumento confundido, seguro de lo que decía. O eso creía.

— ¿Qué es el amor? — su pregunta espontánea me saca de orbita y quedo espaciado en todas las definiciones que vinieron a mi mente — Déjame arreglarlo: ¿Qué crees tú que es el amor, Adirael?

Su tono persuasivo y suave baila alrededor de mi cabeza, golpeándome por la espalda y dejándome vulnerable.

— ¿Yo?— susurro sin escuchar mi voz. Mis ojos se deslizan hasta la figura delgada y delicada en la cama y se chocan contra el rostro pálido, suave y armonioso de Amara. Mi mirar se suaviza y mi pecho baila una canción muda que desconocía — no...no lo sé — las palabras salen de mi boca lentamente. Sorprendido ante mi falta de poder sobre el tema.

— ¿Qué es lo que sientes cuando la miras?— lo fulmino deseando acabar lo antes posible con el tema. En aguas desconocidas y oscuras. Así me sentía hablando del amor, como un maldito miedoso — intento ayudarte jodido idiota. — escupe con desdén, frunciendo sus labios en una mueca disgustada.

Bufando y desviando mis ojos hacia mis manos heridas, le respondo sin ganas.

— Qué sé yo, solo quiero tenerla.

— ¿Y?— gruño molesto.

— ¿¡Qué quieres que te diga, joder!? — golpeo mis muslos con mis puños y le miro mordaz

— ¿¡Sabes qué!? Empujate tus problemas por el culo y deja de tocarme las putas pelotas. ¡Uno aquí tratando de ayudarte y sales con tus pendejadas! ¡Esto es increíble! — el pelinegro alza sus manos exasperado y se levanta de la cama para irse.

Lo hubiera dejado sino fuera porque en verdad necesitaba una solución.

— Solo explícame como puedo detener la sed ¿Quieres?

— ¡Eso intento pedazo de cabrón!— frunzo el ceño y le fulmino de reojo — Demonios, a veces ni yo te soporto.— murmura pasando una mano por su cabellera y mirándome a punto de arrancarme la cabeza. Entonces toma aire y cierra sus ojos con calma— Bien, necesito que aceptes que la amas. Ese era mi punto, lo quería hacer de una forma cool pero eres un agua fiestas de mierda.

Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora