16

34.1K 2.8K 563
                                    

El aire frío de la habitación choca contra mi piel expuesta, añadiendo escalofríos a mi cuerpo tembloroso. Las manos grandes y pálidas de Adirael viajan por mis muslos, caderas, cintura y pechos. Acarician con suavidad y luego con rudeza, los cambios volviendome loca de a poco. Las palabras sucias que de sus labios escapan llevandome a otras dimensiones, y su besos...Oh, sus besos son la muerte misma.

Los suspiros escapan de mis labios como el agua fluye por el río. Mis sonidos pecaminosos bañando la habitación y ensuciando mi dignidad. Pero ya me había olvidado de eso hace mucho, me había rendido ante el placer que él me proporcionaba, no importandome nada mas que su toque.

— ¿Te gusta?— aprieta mi muslo y besa mi mandíbula.—Te gusta como te toco, como un demonio puede llevarte al éxtasis con tan poco. Tu cuerpo temblando bajo mis manos, tus adentros pidiendo a gritos que los explore. Que te haga mía de todas las formas posibles.— un gemido pequeño es mi única respuesta, sonrojada hasta las orejas por las sensaciones— ¿Te imaginas cuan alto puedo hacerte llegar si voy un poco más lejos? — su susurro ronco y seductor a mi oído no me causa más que pequeños espamos placenteros, un cosquilleo delicioso en la parte trasera de mi cabeza.— Y si toco... aquí— doy un salto al sentir su mano sobre mi zona prohibida, la tela del pantalón y de mi ropa interior siendo la unica barrera.— ¿Se siente bien? ¿Te mojas con esto?... Disculpa, déjame corregirme, te empapas más de lo que ya estás, o ¿Me equivoco,eh, gatita?— masajea con suavidad y no puedo reprimir mis gemidos desvergonzados.— contesta.

— N-no—tapo mi boca cuando ya los sonidos que antes eran murmullos empiezan a evolucionar.

— ¿Quieres que vaya mas lejos? Puedo tomarte tan fuerte que se te hará imposible levantarte, puedo deborarte de pies a cabeza sin cansarme, hacerte tantas cosas cosas buenas de las peores maneras. ¿Lo quieres? ¿Aceptas entregar este tesoro a un demonio, Amara?— asiento cegada por la lujuria, olvidando todos los valores y la educación que poseo. Pero entonces, el suelta un carcajada llena de sorna— Mal por ti, linda. No has sido buena conmigo últimamente, y como tal, las niñas malas no merecen premios. Tu lo que necesitas es un castigo.— se aparta de forma abrupta y se pone de pie.

Me mira desde su altura con auto eficiencia, arrogancia y burla. Me reincorporo como puedo y lo miro entre confundida y molesta.

— Arreglate, debemos irnos.— pasa su mano por su cabello sin color y me mira con una media sonrisa— espero hayas aprendido al lección, primor.

Y sin más, desaparece de la estancia. Suelto el aire que había contenido y miro mi torso, mi camisa estaba arrugada y subida hasta mi pecho, dejando al descubierto mi sosten blanco. Lo arreglo con rabia y me levanto del suelo.

Tonta, imbécil, fácil.

Pateo el suelo con rabia y me acerco al espejo del tocador, notando ahora que está era mi habitación.

Arreglo mi cabello, haciéndome daño de vez en cuando gracias a la rabia que tenía por dentro. Mi sangre hierve en cólera  al notar las marcas rojizas en mi piel, rechino mis dientes y cierro mis ojos en busca de algo de calma. Trato quitarle la mayor cantidad de arrugas posibles a la camiseta, cuando ya me siento más segura, entonces salgo de la habitación.

Mientras camino hacia la salida no puedo evitar recordarlo todo y sentir diferentes sensación. Las principales: amargura y vulnerabilidad. Me sentía una tonta y una puta por dejarme llevar de esa manera. Ni siquiera puse la debida lucha, ¡Dejé que ese infeliz hiciera lo que quisiese conmigo!

Bufo y cierro la puerta de entrada de un portazo. Mis pasos siendo fuertes y largos hacia el auto de lujo blanco. Me monto con igual humor y miro por la ventana enseguida. Ni siquiera le presto atención, solo miro hacia afuera y trato de canalizar mi ira en estos momentos.

Estaba enojada con él, por hacerme lo que me hizo. Pero estaba furiosa conmigo misma por ser tan idiota.

— ¿¡Que- —guardo silencio cuando escucho el 'click' del cinturón al ser abrochado. Vuelve a su asiento y pone en marcha el vehículo— podía hacerlo yo sola perfectamente.— murmuro.

— Recuerda a quien le hablas, preciosa.— dice y tengo que mirar mis manos hechas puños con ira prar no mirarle mal a él.

El auto empieza a moverse y me quedo de la misma manera. No me muevo para nada, solo miro mis manos sobre mi falda, observando como mis nudillos se tornan blancos ante la fuerza que aplico. Quiero golpear algo, gritar y luego echarme a llorar en mi cama. Me sentía tan mal conmigo misma, recordando lo bien que todo se sintió pero lo erroneo que era. No era necesariamente lo que sucedió, sino con quién sucedió.

Yo no era una santa y sabía de ciertas cosas. Pero no tenía planeado hacer nada relacionado al sexo hasta que consiguiera una pareja estable y que yo supiera que no me usaria por diversión y luego me tiraría como un trapo usado.

Algo parecido a lo que él acaba de hacer.

En estos momentos, no quería estar cerca de Adirael. Nunca lo hago, pero justo ahora, en verdad necesito alejarme. Me siento una basura gracias a él, estoy enojada y triste con unas enormes ganas de llorar y con al necesidad de mi madre, por más infantil que suene. Ella seguramente sabría hacerme sentir mejor.

— ¿Piensas quedarte ahí deprimida toda la vida? — abro mi boca pero la cierro al instante, me quito el cinturón y bajo del coche.— vamos.

Cierro mi mano derecha en un puño cuando toma la otra en la suya y empieza a caminar, llevándome con él. Miro el enlace y lo fulmino en silencio, me da asco.

Giro mi cabeza y observo el lugar, biscando una distracción. Al instante, me doy cuenta que estamos en la universidad más prestigiosa del país. Había venido aquí en una excursión escolar y me había enamorado al instante de ella. Mi estres baja de a poco y me pierdo en las vistas.

Muchas personas caminan de un lado a otro, ya sean solas o en grupos. Otras estan sentadas en la areas verdes, metidas en sus mundos o comiendo mientras charlan. La buena energía que el lugar emana me alivia un poco y sonrío. Sería lindo tener ese tipo de vida.

— ¡Cuidado!— me giro hacia la voz alarmada y cierro mis ojos en cuanto veo un balón de voleibol venir en mi dirección.

En la nariz no.

— Ten mas cuidado idiota— al abrir mis ojos, Adirael lanza la pelota hacia un chico de baja estatura y delgado. El mismo, me mira con disculpa y luego toma la bola a sus pies.

— No tenías que...— me quedo callada cuando me mira serio.

— ¿Por que mierdas te quedas ahí parada si un balón está a punto de golpearte?— cierro mi boca y miro el suelo con el ceño fruncido.— Tsk, muevete.

Muerdo mi labio inferior y miro nuestras manos. Aun siguen unidas, y es ahora, luego de tantos minutos que noto cuan suave y delicado es su agarre. Toma mi mano como si fuera una flor a punto de deshacerse.

Miro su nuca confundida. Todo lo que él ha hecho viniendo a mi mente con lentitud. La spreguntas saliendo a flote una tras otra.

¿Cuál es tu verdadero propósito?

Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora