Gruño con molestia y me apego más a la almohada. Escasamente sintiendo mi cuerpo. Estaba cansada y solo quería seguir durmiendo. Muevo mi pierna en busca de una mejor posición pero al instante me arrepiento. Suelto un quejido gutural y arrugo mi rostro en sufrimiento.
¿Dolor?
— Buenas tardes, muñeca ¿Cómoda preciosa?— mis ojos se abren en un segundo, encontrandome un pecho masculino y tonificado bajo mi rostro, mis brazos envueltos en el mismo.
Lo suelto como si se tratase de fuego y me alejo, volviendome a quejar por el dolor en mi cuerpo.
No...no puede ser.
— ¿Cómo te sientes?— miro su sonrisa prepotente primero y luego sus ojos azules repletos de diversión.
Como la mierda.
Su sonrisa crece y suelta una pequeña carcajada para luego observarme detenidamente. Es entonces que me doy cuenta que estoy desnuda frente a él. Y que él lo está disfrutando en todo su esplendor.
Tomo las sabanas y me cubro con ellas, sintiendo mis mejillas calientes y mi poca dignidad, si quedaba algo, retorcerse en miseria. La vergüenza se burla de mí desde la parte trasera de mi cerebro al escucharlo reírse.
— No seas ridícula— niega con una sonrisa torcida y se reacomoda, acostándose de costado y reposando su cabeza en su mano derecha, la cual esta alzada apoyada de su codo, dandole una posición relajada— quitate esa maldita sabana, quiero verte— ordena ganando seriedad de jn segundo a otros, dandole un tono bajo y peligroso a su voz.
No pude.
Me niego a creerlo, ¿Qué hice?
— Follaste, y lo disfrutaste. ¿Me lo vas a negar?— sonríe de medio lado y mi ceño se frunce. Cierro mis puños y agacho mi mirada con culpa.
No debí hacerlo, estuvo mal...no debia pasar así. Soy una maldita mujersue-
— ¡O-oye— apenas digo en voz ronca, mi garganta demasiado reseca y lastimada para soltar palabra. Dejando eso de lado, intento recuperar las sabanas, pero viendolo imposible al momento que las tira a sus espaldas, decido cubrirme con mis manos. Fulminandolo en el proceso.— ¿Q-qué-
— No quiero enterarme de que te arrepientes de lo que sucedió ayer, ¿Quedó claro?— habla en voz baja, sosteniendo mis brazos sobre mi cabeza. El agarre duele al igual que mi cuerpo presionado contra la cama por el hombre encima mío. No obstante, no digo nada. No tengo el derecho ni la valentía para hacerlo justo ahora. Y a esto, agregándole su aparente enojo, no me conviene tampoco— Y no eres una jodida puta, deja de creer en tu estupidas ideas de mierda. Eres mi mujer y lo que hicimos ayer será completamente normal de hoy en adelante. Que folles conmigo no te degrada en lo absoluto, te escucho decir algo como eso una vez más y juro que vas a sufrir el peor de los castigos. ¿Me entendiste?— asiento en silencio y aparto mi mirada. Mi corazón aumentando su velocidad, aceptando sus palabras. ¿Su mujer...dijo?— pequeña pervertida— susurra a mi oído y el rojo incrementa, la pequeña sonrisa que segundos antes había nacido en mi rostro borrandose con disgusto.
— ¡I-imbécil!— semi grito con voz ronca y desgastada. El ríe y empieza a besar mi cuello con suavidad soplando levemente sobre la nueva humeda piel, me remuevo a pesar del dolor y trato de liberarme— Adirael.— susurro derrotada.
Y para mi total sorpresa se detiene. Aunque sus labios no me abandonan por completo.
— Dilo de nuevo— murmura en un tono sumamente bajo y ronco, casi inaudible. Drásticamente diferente al que utilizaba segundos antes.
ESTÁS LEYENDO
Contrato
Paranormal"Te daré lo que quieras, solo salvala" la sombra sonrió, claro, ella no vió eso. Pero él estaba realmente satisfecho. "¿Estás segura?" preguntó, aún sabiendo la respuesta. La diversión en su voz ocultada por su falsa simpatía. "¡Hazlo por favor!" r...