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Mientras que de sus hermosos y delicados labios escapó una nombre tan pesado y oscuro, la chica de cabellos negros quedó inconsciente. En mi pecho una ola de pesadumbre ahogó un poco más mi control ya angustiado. Cerré mi boca y deje los cánticos mientras con mis dedos trataba de eliminar aquel espeso y maldito líquido. Mi manos terminaron manchadas en una sustancia negra y fría, y seguirían ensuciandose sin remedio. Porque por más que yo intentara detener las pequeñas cascadas que brotaban de un origen desconocido, las misma no cedían ni un poco.

Decidiendo que lo mejor sería seguir normalmente con el proceso como último recurso, volví a empezar mis cánticos. Invocando la fortaleza de Dios sobre mis acciones e intentando deshacer aquel lazo fuerte y maligno que Adirael había cernido sobre mi pobre pequeña.

- O Pater, qui videt omnia, quae tua stillabunt sentit aureum amiculum super filiam tuam. Sana animam medere vulneribus monstret iter. Ignibus rumpit ingenitae inferni inustus cutis lava animum adversa parte educi non tangit carnem suam. O Deus vester sancti flumen peccatis eorum, et lava. ¹- susurro mientras mantengo mis manos sobre su cuerpo, dandole de mi energía y tomando a la fuerza aquella que era maligna.

Sin embargo, la tarea se me hacía demasiado difícil. Aquella energía, aquellos pecados no querían soltar el alma de mi niña. Su cuerpo seguía temblando incesante, reaccionando violentamente a la purificación. Mientras que sus ojos, aún ocultos por sus párpados se movían hacia todas las direcciones frenéticamente. Estaba presentando una tremenda lucha contra mí. Y eso me estaba lastimando, rasgando mi corazón y mis pensamientos con garras de metal ardiente. Mi pequeña, mi amada, ella no quería dejar ir aquel mal que la estaba consumiendo.

¿Pero por qué? Me pregunte una y otra vez mientras repetía mis cánticos y seguía en el intento. Miré con pena a la chica y gruñi impotente.

Si ella no quería la salvación, yo no podía obligarla. Padre siempre lo había dicho;

"Dejad que vengan solos a mí, no les obligais pues la libertad es algo que yo mismo les he brindado."

Dejé caer mi rostro avergonzado y cese todo acto. Entonces descanse con cuidado mi rostro sobre el vientre de la chica. Luego cerré mis ojos y tomé aire, sintiendo la calidez de su piel y el subir y bajar que su respiración ocasionaba.

Con deshonra admití que no quería dejar aquel sentir ir, no quería perderlo. Sabiendo aún que pensar de esa manera significaba una gran falta a mi ética. Y que Dios no estaría de acuerdo conmigo, que ciertamente, pensar de esa manera era un pecado.

Pero... nadie tenía que enterarse.

Yo haría un bien, aunque no fuera de la forma correcta. Lo que más me importaba era ella. Lo único que yo debía procurar era su bien.

Oh, cuanto lo hacía. Cuanto la amaba.

Mientras me reincorporaba y volvía a poner mis manos al aire sentí la culpa y el remordimiento de mis pecados. Sentí perfectamente como mi alma se estremecía bajo la ola de oscuridad que nublaba mi juicio. Pero también, mientras miraba su rostro terso y calmo, pude sentir como la importancia a todo aquello se fue esfumando.

Ella era mi todo, mi vida, mi propósito, mi Quod.

- Cum sancti virtute in ecclesia in me a patre meo, ego præcipio tibi, et sanguinem meum sanguinem, cedat ad potestate mea - el cuerpo antes tranquilo empieza a convulsionar nuevamente y los ojos que antes me negaban el mirar flaqueaban entre el mas allá y el aquí. La sustancia pecaminosa continua sin pausa su curso a través de sus ojos y boca y debo mirar hacia otra parte para evitar tan dolorosa escena- Sit mihi lux swaddle vestro, expellere malum et te trahi per vocem meam - murmuro y hago de mis palmas puños llenos de brillo. El calor que emanaba de ellos era lo suficiente como para ser capaz de quemar. No obstante mientras mantuviera una distancia decente de su cuerpo, todo estaría bien-Immensum lumen, sol iustus et sapiens, ardens in hoc bondwoman peccatum.⁴

Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora