— ¡Nana! — el grito de mi hermano casi me hace caer por las escaleras, pero lo que me empujó a rodar por los últimos escalones fue el abrazo saltarín que me había dado.— ¡perdón!
— Agh, Sebastián no puedes hacer eso — murmuré mientras me movía lentamente para amortiguar el dolor. El pequeño se levanto de encima mío apenado y se mantuvo arrodillado a mi lado.
— Perdón, te hice llorar — repitió. Aunque poco sabía él que mis lágrimas no eran a cuenta suya.
— No es nada, para la próxima ten más cuidado con las escaleras ¿Si? ¿Estás bien? — el pelinegro asintió rápidamente, moviendo sus mechones ondulados efusivamente.
— Caí sobre ti.
— Sí, lo sé.— susurre acariciando mi espalda.
— ¡Oh mi Dios! ¡Amara!— gritó mamá mientras salía corriendo de la cocina con una toallita en las manos.
Sus pasos son más rápidos que nunca y en un instante, me tiene presa en su agarre maternal.
— Mamá estoy bien.— mi voz sale ahogada contra su pecho y cierro mis ojos esperando pacientemente sus preguntas.
— ¿Estás segura cariño? ¿Y esos golpes? ¡Llevas cinco dias desaparecida! ¡Incluso fui a la policía! ¿Qué te pasó? Dios Santo Amara, no sabes lo asustada y preocupada que estaba. Mi niña, mi bebé.
— ¿Cinco dias?— mi cerebro queda desorientado, como si me hubieran golpeado en la cabeza.
— Tranquila, me cuentas cuando comas y te tomes un té. Ven aquí, sientate.— toma mi mano y empieza a llevarme al sofá, cuando de repente se detiene— Es más, quédate aquí. Iré por mi bolsa e iremos al hospital.
— Mamá no, no es necesario.— ella me niega por completo y me sienta a fuerzas en el sofá para luego empezar a caminar con prisas hacía las escaleras.
'Toc Toc Toc'
Mi cabeza se desvía de mi madre hacia la puerta y luego vuelvo a mirar a mi mamá, quién ya corre hacia la puerta como si supiera quién es. Yo espero en el sofá, soltando un largo suspiro y queriendo ocultarme por un par de días en mi cuarto.
Pero él está en mi cuarto.
— Oh ¡Hijo! Pasa, pasa. ¡Amara ya apareció! — ante la mención de mi nombre y la actitud de mi madre mi cuello se gira de nuevo hacia la puerta.
Mi madre me mira con una sonrisa mientras abre por completo la puerta y se hace a un lado. Mi boca se seca y mi pecho cae como si se le hubiera caída una tonelada encima. Aún así, una sensación de paz me recorre la espalda y suelto una sonrisa casi invisible.
— Christopher — reconozco poniéndome de pie. Sin embargo mis pasos hacia él se detienen ante su mirada rojiza y el dolor en su expresión. Quiero preguntarle que le sucede pero quedo sin tiempo cuando corre hacia mi y choca su cuerpo contra el mío en un abrazo cálido y desesperado.
Me reprimo el quejido ante el daño y le devuelvo el abrazo, dándole un par de caricias en la espalda.
— Lo siento — me dice y no sé porque. No pregunto tampoco, porque aquél abrazo era lo que tanto necesitaba y no lo sabía.
Mis fuerzas se desvanecen con el suspiro roto que di contra su pecho y termino aguantandome de él como si de eso dependiera mi vida. Las palabras que cuentan mi noche se disuelven con mi saliva por el miedo, la vergüenza. Y aún así, sin decirle una sola palabra Christopher parece entenderlo todo.
— Lo siento tanto.
Esta vez comprendo por que lo dice, porque él sabe como me siento. Cuan destrozada estoy por dentro y supongo que también, porque se siente culpable. Mis sollozos se empiezan a descontrolar y me asusto. No quería preocupar a mamá, no quería que me viera así.
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Contrato
Paranormal"Te daré lo que quieras, solo salvala" la sombra sonrió, claro, ella no vió eso. Pero él estaba realmente satisfecho. "¿Estás segura?" preguntó, aún sabiendo la respuesta. La diversión en su voz ocultada por su falsa simpatía. "¡Hazlo por favor!" r...