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Apago la luz de la habitación y me tiro a la cama, sintiendo el sueño apoderarse de mi cuerpo al instante. Sonrío feliz y cierro mis ojos luego de envolverme en las sábanas, dejando mis pies fuera para mas comodidad. Un bostezo grande y prolongado cristaliza mis ojos y me da el último empujonsito que necesito para caer dormida.

Sin embargo mi preciado sueño se ve invadido por un brazo largo y fuerte sobre mi cintura. Apretando mi cuerpo contra otro que contrario al mío se encuentra frío.

— ¡Ah!— miro sobre mi hombro con espanto a Adirael, bufando al verlo sonreirme inocente— ¿Qué crees que haces?

— Dormir con mi mujer, obviamente—ruedo mis ojos y le doy la espalda, no viendo algún buen argumento en su contra— ¿Sigues enojada conmigo?

— Por supuesto que no— le digo con ironía, cerrando mis ojos una vez más para descansar.

— Hm, claro— su risa desborda en sorna aumentan mis ganas de apartarlo, no obstante me decido por hacerle una pregunta. La misma que volvió a mí cabeza mientras me relajaba en la ducha. Esa que él me hizo olvidar.

—Adirael— lo llamo con algo de inseguridad en mi voz.

— Dime, preciosa— su envolvente y suave pero ronca voz tras mi oído me desconcentra levemente de mi objetivo. Pero con esfuerzo me mantengo firme.

— Lo de esta tarde— hago una pausa esperando alguna reacción de su parte, pero no recibo nada— ese hombre ¿Lo conoces?

No me decepciono en lo absoluto cuando pasan minutos y no escucho tan siquiera su respirar, solo sabía que aún seguía ahí gracias a su brazo envuelto en mi cintura. Suspiro con cansancio y trato de dormirme, dándome completamente por vencida en el asunto.

Él nunca me diría nada, después de todo no me debía explicaciones, según él.

— Lo hago— sorprendida me giro hacia él con lentitud, buscando de manera inútil si mirada en la oscuridad. Aunque no había tanta gracias a la ventana abierta, pero si la suficiente para ver con dificultades.— desde que fui creado lo conozco, se podría decir que fuimos inseparables. Como uña y mugre.— la melancolía y rencor en sus voz me sorprenden.

— ¿Es como tú?— pregunto dejando que mi mente vuele entre las suposiciones.

¿Eran mejores amigos? ¿Porqué habla de él con tanto odio? ¿Quién lo creo?

Pero no podía olvidar lo más importante ¿Qué tengo yo que ver en esto?

— En parte— susurra.

— ¿Cómo que en parte?

— Tsk, conteste muchas preguntas por hoy, ya duermete— frunzo mi ceño en descontento— solo no te acerques él nunca más ¿de acuerdo? — sonríe y luego toma con sumo cuidado mi mentón, alzando mi rostro y dejando el camino libre hacia mis labios — Buenas noches, Amara— y con un beso corto y pasajero, entro en el mundo de los sueños. Aún con la curiosidad comiendo mi cabeza de a poco.

— Buenas noches...Adirael— le digo con voz pesada y lenta, dejando que mis párpados pesados se cierren y mi cabeza caiga sobre su pecho desnudo.

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*Contenido explícito a continuación, recomiendo DISCRECIÓN*

Me remuevo bajo los rayos del sol y gruño un poco. Incómoda bajo la presión sobre mi cuerpo. Hundo mi rostro un poco más en la almohada, sin el mínimo deseo de despertar.

— Por fin despiertas— me susurran roncamente al oído y eso cuando me doy cuenta de lo que esta presionado contra mi trasero.

Contrato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora