"Y vivieron felices por siempre. Fin"
Todos los cuentos terminan bien, menos para la princesa Freya y el príncipe Thomas. El hada madrina Edaleen se embriagó en la boda y lanzó por accidente un rayo al príncipe. Ahora solo quedaba huir.
Pero en su c...
Después de pasar la noche juntos, Leen cayó dormida profundamente y cuando despertó lo hizo asustada. Se encontró en medio de un campo de batalla. Estaba descalsa y llevaba un vestido corto de plumas y encajes de colores pastel.
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De repente se vió rodeada de bombas que estallaban y balas impactaban en los soldados cuyos cadáveres, se amontonaron a cada paso que daba para huir de allí. Aterrada por los estruendos corria si parar hasta que una sombra inmensa se poso sobre ella. La sombra pertenecia a un ser que nunca vio y mostraba intencion de atacarla.
De repente oyó la voz del jinete que ordenaba a la criatura detenerse. Era un niño rubio de no mas de 13 años, que le tendió la mano para que ella supiera que no la atacaría y que podía subirse con el. Temblando, subió al lomo de la bestia voladora. Su sorpresa fue enorme cuando levantó vuelo y escucho una queja muy familiar.
- Leeny, lograste entrar hasta aquí? Esto es algo que no quería que vieras...maldición, sostente fuerte-
El niño inbuyó con su aura una ballesta y disparó a un monstruo que salía del agua y se preparo para saltar.
-Confia en Dazz, como todos los Jabberwocky, puede ser bastante cabeza dura a veces pero es de confianza. Te llevará a la base, espera por mi que ahora vuelvo-
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-Russell! No me dejes aquí...ahhh-
-El estará bien, siempre hace eso. Por cierto, soy Dazz, encantado de conocer a mi nueva maestra. Sosténgase fuerte-
-Eh?! Si claro...ahhh- Leen se agarraba fuerte de la montura y trataba de seguir a Ross con los ojos pero le fue imposible debido al humo y el aire viciado.
Cuando bajo, noto que nadie podía verla, salvo el Jabberwocky que trataba de transmitirle tranquilidad hasta la llegada de Ross.
Los sonidos de bombardeo cesaron y los soldados parecían estar esperando a alguien, pero en un momento un silbido de algo aproximándose resonó para terminar estrellándose al suelo. En medio del cráter, Ross estaba tratando de levantarse.
Nadie se movió para ayudarlo en cambio prefirieron mirar para otro lado y alejarse. Leen se enfado, pues Ross apenas era un niño y su seguridad parecía ser lo de menos. Ross se acercó mientras sacudía el polvo de su uniforme.
