Phooka

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-Se quedan aquí y pobre de ustedes si empiezan a fastidiar- la liebre sacó una petaca con whisky y empezó a beberlo, luego cerró la puerta para irse

Arthur abrazaba a Etoile para calmarla mientras Betel vibraba de miedo en el fular.

Aparecieron en un pasillo sucio repleto de cajas con ropa sucia, bolsas con basura amontonada, paredes rotas llenas de escritura y dibujos infantiles. Parecía que el lugar se fuera a caer a pedazos y el olor a humedad penetraba en la nariz.

Avanzaron hacia adelante y notaron la presencia de niños pequeños de una especie desconocida con apariencia exótica que los miraban con curiosidad pero que salían corriendo al ver a la liebre detrás de ellos.

-No tienes vergüenza de hacer esto frente a los niños. Es un pésimo ejemplo, en vez de cuidar de ellos- Etoile estaba enojada al ver a los niños sucios y desnutridos

-Esa arrogancia se te va pasar pronto, camina!- la liebre los empujó hasta una habitación

Les quitó sus celulares además de objetos electrónicos que llevaban con ellos y los encerró dentro. La habitación solo tenía un colchón viejo en el suelo y una silla rota cuyas patas fueron reemplazadas por ladrillos. No tenía ventanas y la única iluminación era un foco que colgaba del techo.

 No tenía ventanas y la única iluminación era un foco que colgaba del techo

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Llevaban más de media hora encerrados hasta que abrieron la puerta. Un niño cocodrilo entró para dejarles una palangana con agua y un vaso. El niño temblaba y solo quería irse pronto pero terminó tropezando frente a la puerta.

Etoile se acercó y el niño sacó temeroso un puñal para alejarla.

-Tranquilo, voy a curarte. Ese raspón se puede infectar- Etoile tocó la cabeza del niño y la temperatura comenzó a bajar hasta regresar a la normalidad

La mirada que tenía el pequeño, era entre confusión y asombro. Se palmeó las piernas y sonreía contento.

-Wow, ya no me duele. Gracias señorita santa, pero no tengo un tributo para darle-

-No soy una santa, solo soy una persona como tú y no necesito tributos-

-Eh?! No, si un santo cura hay que encender velas o donar al templo. Mi mamá me lo dijo-

-Bueno, entonces soy una santa y voy a pedirte de tributo que nos digas que es este lugar y por qué nos trajeron aquí-

-No puedo, me van a regañar-

-Nadie te regañará y a cambio, te daré lo que quieras- Etoile le pasó la mano para ayudarlo a levantarse y notó que la cola del niño se volvió larga y negra

-Perdón señorita santa no se enoje, es que todavía no puedo manejar el mimetismo.- el niño se asustó cuando vieron su cola

-No te preocupes, si me muestras tu forma real no me voy a enojar- mostrando su sonrisa más brillante buscaba convencer al pequeño

El Hada Madrina mató al Príncipe Azul (Reboot)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora