Bela Solovieva:
Hoy martes, decido aprovechar mi mañana libre para ir a la universidad. Mi decisión de declinar se mantiene en pie pues aunque logre obtener diez trabajos no podré pagar la universidad y mucho menos, sustentar el tipo de carrera que elegí.
El clima está perfecto como para poder disfrutar la caminata que debo hacer para llegar aquí. El sol nunca sale en su totalidad en Rusia, pero suelen haber unos días de extremo calor. Por tanto, hay que ser agradecidos cuando el clima está tan fresco como esta mañana. Llego a la universidad y en el transcurso saludo a varios de mis compañeros y conocidos, la tristeza me invade al saber que ya no volveré a verlos, o quizá no con tanta frecuencia.
Llego hasta el edificio de recepción y al entrar, encuentro a Claudia la recepcionista corriendo de un lugar a otro. Debe de ser un día muy agitado para ella. Al verla tan ocupada decido sentarme a esperar que termine, pero una vez que nota mi presencia, me hace señas con sus manos para que me acerque al mostrador.
—¡Qué bueno que estás aquí, Bela! —exclamó prestándome su atención.
—Buen día Claudia. Vine en relación a mi matrícula, yo v‐
—Pensé que nunca ibas a venir. —¿de qué hablaba?
—¿Q-qué?
—Tu patrocinador, Bela. Debes firmar para que tome oficialmente el puesto que tenía el otro chico. —¿pero qué mierda estaba ocurriendo?
—Claudia, no tengo la menor idea de qué me hablas.
Dije con seriedad y el cambio en su rostro indicó que sabía que no estaba bromeando.
—Ayer, el señor Komarov llamó diciendo que declina su función como su patrocinador estudiantil. Él dijo que otra persona tomaría su lugar. —¿Fredek? Dudo mucho que haya tenido los testículos para llamar. Luego de la pausa, Claudia continuó—. Más tarde, llamó otro señor, muy amable por cierto. Dijo que se haría cargo de su carrera y él...
—¿Él qué, Claudia? —pregunté bastante nerviosa.
Se acercó a mí, y miró a ambos lados frenéticamente. Luego susurró:
—El señor pagó toda la cuota de su carrera señorita.
—Claudia, ¿cómo era el nombre del señor? —empezó a teclear en el ordenador buscando algo, y al encontrar aquello, giró el monitor a mi dirección. Mi rostro padeció al instante.
Anterior patrocinador: Fredek Komarov
Actual patrocinador: Maksim Vólkov
No me movía de mi lugar mientras mis labios temblaban.
—¿Bela, estás bien? —cuestionó Claudia preocupada.
El sonido de mi teléfono haciendo de interrupción, al tomarlo y ver la pantalla intentando descifrar de quién se trataba, me di cuenta que la llamada provenía de un número privado.
Me alejé un poco de Claudia, y respondí.
—¿H-hola? —aún temblaba y mi voz se encontraba un poco pérdida.
—Nos volvemos a cruzar, Bela. —ni siquiera tuve que preguntar para saber de quién se trataba.
—¿Cómo tiene mi número? —cuestioné.
—Auch, pensé que ibas a agradecerme, preguntar cómo estaba, a cuántos maté hoy. No pensaba que fueras tan seca, aunque en términos de humedad y-
—Voy a devolverle su dinero. —lo interrumpí.
—No voy a aceptarlo.
—No lo quiero.
—Yo tampoco. —respondió con bastante calma.
—Es suyo, debe de quererlo. —respondí.
—Las cosas dejan de ser tuyas cuando las entregas a otras personas. Además, tómelo como un perdón. —no había burla en su voz.
—¿Por qué debería usted pedir perdón?
—Que sea un narcotraficante no significa que no tenga uso lógico de la razón. Usted está en esta situación por su novio, no creo que sea justo que tenga que pagar sus platos rotos. —por un momento, sentí un poco de empatía en su voz.
—No lo conozco no pue-
—Pero yo la conozco a usted más de lo que crees. Así que no intentes devolverme el dinero porque lo único que va a ganar es que le deposite el doble. El dinero no es problema para mí así que, si la hace sentir mejor, tómelo como un préstamo.
—¿Y cómo se supone que debo pagarle ese préstamo?
Mis mejillas se encienden al darme cuenta del doble sentido que pudo tener aquella pregunta. Incluso a través del teléfono pude notar como una sonrisa se dibujaba en su rostro.
—No creo que estés dispuesta a pagarme de la forma que yo quiero. Sin embargo, me conformo con que siga estudiando. Tal vez en un futuro necesite que me diseñe alguna de mis bodegas. ¿Cree que el rosa combine con la cocaína? Así como algo aesthetic.
Por primera vez y en relación a este hombre, solté una pequeña risa, a la cual él acompañó.
—Gracias. Voy a pagarle, con dinero claro. —aclaré—. Voy a empezar a trabajar así que podré i-
—No tengo prisa, Bela. —me interrumpió.— Tengo toda la vida para esperarla. Y créame que lo haré.
Aquello último hizo que mi corazón latiera con fuerza. Era como si de alguna forma, sin necesidad de mucho contacto, o muchas palabras, hubiésemos conectado.
—Gracias. Debo irme. —me despedí tímidamente.
—Ande con cuidado y manténgase lejos de su novio, se lo digo por su bien. Y en cuanto a mi pago, ya le daré la oportunidad más adelante.
Y dicho esto, colgó.
Un mafioso ruso había pagado mi carrera y yo le agradecí bien entusiasmada. ¡Bien Bela, muy bien!
◇◇◇
Maksim Vólkov:
Al colgar la llamada, sonreí como un jovencito enamorado. Los toques en la puerta hicieron que volviera a poner mi rostro serio, no podía permitir que ninguno de mis muchachos me viera en ese estado. Tal vez Alexei, pero nadie más.
—Adelante. —respondí con mi singular voz ronca.
Cundo vi la carne fresca que traían mis muchachos, sonreí. Después de una gran cacería, aquí tengo justo lo que necesitaba.
—Hasta que nos volvemos a ver las caras, Komarov.
ESTÁS LEYENDO
Wet dreamZ [COMPLETA]
Teen FictionBela Solovieva ha vivido una vida normal para una chica de su edad, o eso era lo que todos pensaban. A los 17 años y sin ninguna experiencia en el amor, conoce a Fredek, de quien ella creía se encontraba totalmente enamorada. Todo marchaba de maravi...