CAPÍTULO 18

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Bela Solovieva:

El hombre sentado en el mueble, se pone de pie y camina en mi dirección. Sin ánimos, cierro la puerta detrás de mí.

—¿Dónde estabas? —preguntó. Era la primera vez que veía a Maksim Vólkov en ese estado, desde que nos conocimos.

—Evidentemente, no en casa. —dije sin ningún ánimo de pelear. El agotamiento mental me estaba acabando.

—¿Crees que esto es muy gracioso? —preguntó—. ¡¿Qué mierda te pasa por la cabeza?!

—¿Acaso no puedo salir a la calle? Perdón por usar mi derecho y libertad como ser humano. —era evidente que con cada palabra que decía encendía un poco más la llama en su interior.

—Eres... le dijiste a Alexei que fuera a buscarte, te desapareces y llegas a las 12 de la noche, ¿sabes lo que te podría haber pasado? Alexei está buscándote desde temprano.

—Perdón pero, ¿qué querías que hiciera? —ya me estaba empezando a enfadar. No era mi padre como para ordenarme ni reprocharme nada.

—¿Que qué quería que hicieras? ¡¿Qué mierda crees que quería?! Que fueras lo suficientemente madura como para decir a dónde ibas, o al menos haberle avisado a Alexei.

Empecé a reír, y como era de esperarse exploté.

—¡¿Quién diablos te has creído?! No tengo la obligación de decirte que hago o dejo de hacer, no soy una niña y puedo tomar mis propias decisiones. Tampoco necesito que me reproches como si fueras mi padre. —su gesto se suavizó un poco, pero yo no estaba dispuesta a ceder.

—Bela, yo solo q-

—¿Qué? Tú solo te has creído con el derecho de tomar decisiones por mí porque me das regalos o porque me das dinero? —fui hacia la mesa de la sala y tomé el gran jarrón con flores sobre él, las últimas que me regaló.

—Bela...

—Si eso es lo que te hace creer que tienes derecho a decidir por mí, pues toma. —tiré el jarrón con fuerza al suelo haciéndolo romper, una expresión de asombro en su rostro-. ¡Llevátelo todo, el dinero, las flores! Llevátelo y déjame en paz.

—Bela...

Sentí cómo desfallecía, a punto de tocar el suelo, pero aquella brazos me sostuvieron contra su pecho. Y sin pensarlo, comencé a llorar.

—Perdón. —decía entre cada llanto—. Ya no puedo más. Ya no quiero seguir así.

—Shh...Tranquila, yo estoy aquí. Puedes gritarme, golpearme, o romper cosas en mi cabeza. No me voy a ir.

Y le creí, pues sus brazos me sostenían con fuerza, como para nunca soltarme.

◇◇◇

Maksim Vólkov:

Sostenía mi teléfono mientras me encontraba en la cocina preparando un té. Maldecí a Alexei por no contestar inmediatamente y como si lo hubiese llamado con el pensamiento, respondió.

—Maksim, no puedo buscarla bien si me estás llamando cada 5 minutos, eso no cambiará nada. —respondió inmediatamente como si ya lo tenía planeado.

—Por eso mismo te llamo, ya llegó a casa.

Me giré hacia la sala para encontrarla acostada en el sofá durmiendo plácidamente, cuán angel desprotegido.

—Menos mal, las calles están prácticamente vacías. —siguió hablando—. ¿Dónde estaba? No es del tipo de persona que suele desaparecer sin dejar rastro.

—Lo sé, pero tampoco voy a presionarla para que me cuente. Supongo que si alguien le hubiera hecho daño ya lo habría contado, así que estoy seguro que no tiene que ver con eso. Ve a casa a descansar, ya has hecho mucho por hoy.

—Bien, tendré el teléfono cerca por si necesitas algo. La saludas de mi parte.

—¿En serio Alexei? Creo que un saludo es lo que menos quisiera recibir en este momento.

—Aghs, lo había olvidado. Cuando esté estable le dices que me preocupé por ella. No me gusta, para que no vengas a asesinarme. Adiós Vólkov.

—Sí, mejor cuelga el teléfono antes de que te dé tu renuncia por gracioso.

Cuelga la llamada, y yo me encargo de servir el té en una de las tazas que encontré, menos mal sé hacer esto porque de no ser así solo podría ofrecerle agua de su propia nevera.

Mantiene sus ojos cerrados y yo procedo a dejar la taza sobre la mesa sin hacer mucho ruido, me siento a su lado en el pequeño espacio que deja libre en el sofá y la observo con admiración. Desde que la conocí me he preguntado cómo una chica tan dulce e inofensiva puede estar destinada a sufrir tanto. Mi mano se mueve hasta llegar a su rostro y suavemente voy trazando la forma de este. Perfecta, puedo jurar que lo es.

A pesar de todo lo que ha pasado, el dolor que atraviesa y las perdidas que la componen, sigue siendo tan enérgica y positiva frente al mundo. ¿Hace cuánto está luchando sola todas estas guerras?

El movimiento de sus piernas me indican que está por despertar, así que alejo mi mano de su rostro pero me mantengo en mi posición. Cuando logra abrir los ojos completamente, aún hinchados, se queda mirándome y luego procede a sentarse.

—Yo, te hice un té. —empecé a hablar obteniendo su atención. Su vista se dirigió al suelo buscando los restos del jarrón que había tirado antes, sin encontrar nada—. También recogí los pedazos de cristal, no quería que te pasara nada. Si quieres me voy yo s-

No pude terminar la frase, aquellos brazos me rodeaban mientras nuestros cuerpos chocaban levemente. Mi corazón latía con fuerza y puedo jurar que mi rostro ardía. Mis brazos en el aire aún sin salir del estado de shock. Ella me había abrazado.

—Lo siento. —se disculpó, su rostro enterrado en mi cuello.

Podría estar así toda la vida.

—No te preocupes, yo ya te había perdonado. —mis brazos envolvieron su cuerpo y la pegué al mío.

En silencio, no era necesario decir nada más. Nunca me había sentido de esa forma, lo peor de esto es que ahora; no quería perderlo nunca.

—¿Qué estamos haciendo, Maksim? —susurró.

—No lo sé. Pero si esto está mal, no me importa hacerme cargo de las consecuencias. Solo sé que esto es diferente, por favor, no dejes de abrazarme. No me sueltes.

Wet dreamZ [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora