capítulo cinco.

7.5K 335 42
                                    

Mateo

Después de días interminables de llanto y altibajos, de noticias malas y puras desgracias puedo ponerme contento sabiendo que finalmente Valentín está de alta y yo jamás tendría que pisar este hospital.

Algo había vuelto a la normalidad, o a lo que quedaba de normalidad... Al menos agradezco que tengo a ambos de mis amigos conmigo y uno de ellos ya está en perfecto estado después de tenernos con el rosario en la boca.

—¿Ya nos vamos? —preguntó sonriente el ojiazul mientras se sentaba en la camilla aunque estaba un poco débil, su mamá quién se encontraba a su lado tratando de ayudarlo a movilizarse asintió con su cabeza contenta. Ella más que nadie sufrió todos estos días esperando a que este momento llegara.

—Yo ya vengo, ustedes vayan saliendo que hago rápido. —avisé a todos los presentes en la sala; ambos de mis amigos y la madre de Valentín.

Salí a pasos acelerados de la sala para dirigirme hacia la puerta del hospital con la intensión de buscar a la morocha en nuestro famoso punto de encuentro diario: el cantero. Necesitaba contarle esto y especialmente necesitaba saludarla, después de todo lo que me ayudó este tiempo no podría olvidarme de mi amiga de hospital, porque una vez que yo salga de este lugar dudo mucho que sigamos en contacto.

—Hola Kira. —saludé al verla, como bien imaginé, en el cantero de siempre.

—Hola Mateo. —respondió esbozando una leve sonrisa a boca cerrada.

—¿Cómo estás hoy?¿Tu mamá? —pregunté curioso mientras me sentaba a su lado.

—Bien, todavía no despierta pero últimamente estoy recibiendo buenas noticias. —dijo logrando que se ensanchara una sonrisa de mi parte— ¿Vos?¿Algo nuevo? —preguntó interesada mientras se acomodaba mejor en su lugar y así oírme atenta.

—Mi amigo despertó, ya nos vamos. —informé sonriente, ella se emocionó al igual que yo al escuchar mi noticia.

—Que lindo Mateo, me alegro un montón. —dijo contenta mientras que en su rostro se hacía presente una sonrisa de oreja a oreja— ¿Te viniste a despedir? —preguntó sarcástica mientras largaba una pequeña carcajada, contagiandome la risa negué con mi cabeza.

—¿Te pensás que tan fácil te vas a librar de mí? —consulté con mi ceño fruncido, provocando en ella una segunda carcajada mientras negaba mi pregunta— Quiero que sigamos en contacto eu, yo al hospital no vuelvo pero quiero saber como sigue tu vieja. —dije esta vez un poco más serio, ella me miró con una leve sonrisa y al instante asintió con su cabeza.

—Dame tu celu. —pidió estirandome su brazo, lo miré con ambas cejas alzadas.

—Flasheaste confianza. —bromeé y a los segundos escuché una fuerte carcajada salir de su boca. Entendiendo por qué me lo pedía, al instante lo desbloqueé y una vez que logró calmar su risa se lo pasé para que anotara su número. Ella lo recibió y se agendó ella misma para luego devolvermelo con una sonrisa amable.

—Cuando llegues hablame así te agendo. —pidió haciendo que yo asintiera repetidamente con la cabeza.

—Nos hablamos Kira, cuidate. —me despedí dejando un beso en su mejilla para finalmente alejarme de ella.

Iba a volver al hospital, pero al oír un chiflido proveniente del castaño me di la vuelta, dejandome ver al remis en la puerta con los demás adentro esperándome a mí.

—¡Dale gil, hace media hora te estamos esperando! —alzó la voz el castaño desde los pocos metros de distancia en la que nos encontrábamos.

—Vayan, yo me voy para casa. —respondí logrando que éste se quejara.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora