capítulo cuatro.

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Mateo

—Al fin boludo, nos tenías con el corazón en la boca a todos. —hablé al ojiazul con una sonrisa apenas nos permitieron pasar a verlo. Había despertado, ya teníamos a Valentín con nosotros.

—Me contaron... —dijo apenado mientras mordía con fuerza su labio inferior para retener las lágrimas que en sus ojos se comenzaban a acumular.

Suspiré hondo con mis ojos cerrados para no explotar en llanto, mientras el castaño se acercaba a la camilla para estar cerca de nuestro amigo y así consolarlo.

—Perdoname Mateo, te juro que no me va a alcanzar la vida para pedirte perdón. —pidió esta vez tapando su cara para llorar con fuerza, logrando que mis ojos empiecen a aguarse no solo por verlo en ese estado a mi amigo, sino también al recordarla a ella.

—No tenés la culpa Valen, ya está. —lo calmé tratando de esquivar el tema, no quería ponerme mal y recordar aquélla situación porque aún me costaba asimilarlo.

—Sí que es mi culpa, si le hacía caso y si no nos subíamos a ese auto hoy estaría con nosotros. —dijo entre dientes mientras le daba un pequeño golpe sin fuerza al las sábanas de la camilla. Lloraba desconsoladamente mientras Dani trataba de calmarlo, aunque éste habia comenzado a llorar con él al sentir tanta culpa al igual que Valentín.

—Lo importante es que ustedes están bien. —murmuré con mi voz un poco quebrada, ya me costaba hablar con normalidad debido al nudo que se me estaba formando en la garganta.

—¡No Mateo, culpa nuestra Oli ya no está! —alzó la voz mientras sus lágrimas recorrían sus mejillas, yo ya no soportaba una palabra más del ojiazul sin que explotara en llanto. Necesitaba llorar, o traerla un ratito a Olivia para abrazarla fuerte y para despedirme, pedirle las fuerzas necesarias para seguir de pie y recordarle que la voy a amar para siempre. La necesitaba a ella.

—Estoy contento porque te tenemos con nosotros Valen, no quiero acordarme que no tengo más a Oli conmigo, no me ayuda. —traté de sonar lo más comprensivo posible mientras mis ojos comenzaban a cristalizarse, el ojiazul me miró apenado y gesticuló un "perdón" que no logró escucharse— Salgo un rato afuera. —avisé metiendo ambas manos en los bolsillos de mi pantalón con la cabeza gacha, ellos asintieron algo apenados y mientras Dani seguía tratando de calmar a Valentín, yo salí un rato a la calle para sentarme en el cotidiano cantero y así poder estar un rato solo.

No quería llorar ni mucho menos recordar aquélla situación, tenía que estar contento por la salud de Valentín y agradecer que al menos ellos estaban bien. Si me pongo a recordar a Olivia sé que me voy a poner peor y estoy tratando de poner mi mayor esfuerzo posible para no caer.

—¡Mateo! —escuché a poca distancia una voz femenina que me resultaba algo conocida. Giré mi vista para ver de quién se trataba y allí pude ver a la morocha caminando hacia mí con una sonrisa en su rostro— Me imaginé que te iba a encontrar acá. —dijo mientras dejaba un beso en mi mejilla y se sentaba a mi lado con total confianza.

—Hola Kira. —sonreí amable al verla, pero ésta se quedó algunos segundos analizando mi rostro y al instante me sacó la ficha.

—¿Estás bien? —preguntó algo preocupada, pero rápidamente asentí con mi cabeza. No podía estar mal sabiendo que mi amigo ya estaba bien.

—Ya se despertó mi amigo. —conté con una leve sonrisa. Ella compartiendo el mismo sentimiento esbozó una amplia sonrisa contenta.

—Que bueno ey, me alegro mucho de verdad. —dijo sobando mi hombro sin borrar aquél gesto de su rostro.

—¿Vos?¿Me buscabas? —pregunté girando apenas mi cabeza para mirarla, ésta asintió con su cabeza.

—Mi mamá hoy mejoró, así que si sigue así hay posibilidades de que se despierte en estos días. —me contó haciendo que me entre un alivio inmenso en el pecho. Sentía a flor de piel lo que ella sentía, ambos estábamos en la misma situación y se nos hace imposible no alegrarnos el uno por el otro al recibir tan lindas noticias.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora