capítulo sesenta y tres.

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"kiki perdoname por lo que pasó ayer, porfa si podes me gustaría vernos, quiero arreglar las cosas, me la mandé" Envió Paulo. Yo tragué saliva nerviosa y solté mi celular dejando la pantalla en el chat abierto, pero con el celular bloqueado.

De poder puedo, disponible estoy, pero...¿debería ir?

Después de lo sucedido, ¿realmente debería darle la oportunidad de arreglar lo que hizo?

Esa duda me daba vueltas en la cabeza varios minutos, porque aquél mensaje enviado llevaba un buen tiempo leído sin responder, tan solo porque no sabía aún que decirle.

—Amor, te estoy hablando. —me sacó de mis pensamientos el morocho, yo enseguida sacudí mi cabeza para reaccionar y caí a tierra.

—Perdoname, ¿qué? —pregunté pérdida y él suspiró. Levanté mi cabeza para mirarlo y al observarlo sin remera y con su torso desnudo, quedé embobada en aquélla vista—Dios, la puta madre, me ponés re pajera. —me quejé refregando mis ojos y él soltó una fuerte carcajada—Estás muy lindo, amor. —murmuré enternecida acercándome a su cuerpo para darle un beso, y él me miraba con una sonrisa tan linda que me volvía loca de amor.

—Literalmente estoy en cuero, un short de Boquita y en patas...¿qué le ves de lindo a esto?—preguntó divertido mientras se señalaba él mismo con ambas manos. Yo alcé mis hombros indiferente y enredé mis brazos sobre su cintura. Así me pegué a su cuerpo en un abrazo y recosté mi cabeza en su pecho.

—Debe ser porque estoy muy enamorada y te veo igual de buenazo pongas lo que te pongas. —contesté y él soltó una leve risita tímida.

—Estás muy cariñosa hoy, amor, ¿estás bien? —preguntó sin diversión alguna, yo reí al oír esto y asentí con mi cabeza.

—Estoy bien. —contesté calma, aunque en realidad tanto cariño se debía a toda la culpa que sentía encima no solo por la desición que estaba a punto de tomar, sino por haberle ocultado lo sucedido con Paulo.

Pero lo hacía para no lastimarlo.

Sé que si él se entera lo que Paulo me confesó sus inseguridades aumentarían el triple y probablemente ni siquiera creería que a mí sus palabras no me hicieron dudar mi respuesta en lo absoluto. Y no quiero lastimarlo, no otra vez.

—Bueno...¿viste mi remera? te preguntaba pero ni me prestaste atención. —preguntó dejando un casto beso sobre mi cabeza para luego separarse.

—No sé amor donde la dejaste. —contesté dándome la vuelta para colgarme la mochilita al hombro, tambien allí guardando mi celular y chequeando que no me olvidara de nada.

—Bancame que me visto y salimos. —avisó y yo rasqué mi nuca un poco nerviosa.

¿Cómo le digo que no podemos salir juntos porque me desviaría a verme con Paulo?¿Cómo hago para decírselo sin andar mintiendo?

—Amor...¿te puedo decir algo? —pregunté mordisqueando el interior de mi mejilla nerviosa, él mientras buscaba otra remera en su placard asintió con su cabeza.

Me sentía la peor persona del mundo, sabiendo lo transparente que él es conmigo y cuanto lo es en sí la relación me hace sentir mal no contarle esto. También necesitaba su opinión y su ayuda, siendo mi novio debería confiar en mí y saber que si yo vuelvo a juntarme con el rubio no pasaría absolutamente nada.

—Pero sentate, hablemos. —pedí sentándome en el borde de la cama y palmeando a mi lado para que me imite.

Este frunció su ceño confuso y luego de ponerse su remera limpia, me obedeció y se sentó a mi lado.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora