capítulo veintitrés.

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Mateo

Mientras que sentía húmedos besos provenientes de Agustina recorriendo mi cuello mi mente se encontraba completamente pérdida en otra parte: Akira.

Parezco un forro, mientras tengo a horcajadas a Agustina hecha un fuego yo pensaba en otra mujer. Pero no, no pensaba en estar así con ella claramente, sino que pensaba en lo sucedido con ella y las cosas que me dijo, aún me seguían dando vueltas en la cabeza.

Eran muchas cosas las que rondaban por mi mente, no solo el mal trato que me dió apenas llegamos sino también lo que me dijo de Agustina hace algunas horas atrás....

¿Le tendría que haber creído?

Aunque dudaba mucho la idea de que mi amiga me mintiera, me parecía imposible que Agustina sea capaz de inventar ese tipo de cosas, entonces me suena más lógico que Akira haga todo esto por absurdos celos, tal vez sea eso.

¿Pero quién es la que realmente miente?

—¿Estás bien? —preguntó agitada la castaña separándose apenas algunos segundos de mi rostro para mirarme, yo pestañeé al reaccionar y asentí con mi cabeza algo perdido.

Ella ladeó su cabeza hacia un costado y agarró mi nuca dándome a entender que le devuelva los besos que ella me estuvo dando, entonces obedecí su pedido.

Llevé mi boca a su piel y comencé a dejar allí algunos besos, también en ciertas zonas succionaba y jugaba con mi lengua, eso la encendía el doble y a mí me fascinaba generar eso en ella, aunque en estos momentos no podía concentrarme en eso.

—Vamos al baño. —pidió cerca de mi oído, casi jadeando, al mismo tiempo que esta vez era ella quien comenzaba a besarme con desesperación. Pero yo no podía, no podía concentrarme en otra cosa que no sea mi amiga, ademas de que no la vi en toda la noche después de la discusión que tuvimos y eso me preocupaba bastante.

—Perdón Agus, ahora no. —la frené alejándola de mi boca, aunque yo también estaba con las misma lujuria no podía dejar pasar la preocupación que sentía. Ella frunció su ceño confusa y a la vez algo ofendida, y antes de que abra la boca para decirme algo le gané de antemano— Hace bastante no la veo a Akira, estoy preocupado. —expliqué y ella soltó un hondo suspiro que desprendía furia, pero realmente no me interesaba que se enoje, necesitaba saber de mi amiga— Esperame acá, ahora vengo. —pedí dejando un último pico en sus labios, pero ella casi de un salto se levantó de mi regazo mientras negaba con su cabeza.

—Quedate tranquilo que me voy a mi casa, andate con tu amiguita tranquilo. —contestó con una irónica sonrisa a boca cerrada.

—No te vayas sola Agus, esperame un toque que te acompaño, no quiero que te vayas enojada. —pedí algo culpable, mientras me levantaba de mi asiento para acercarme a ella, pero me frenó colocando una mano en mi pecho.

—Me voy en Uber, no quiero que me acompañes a ningún lado. —contestó seca, yo solté un hondo suspiro con frustración y sin más ruego asentí con mi cabeza— Avisame cuando llegues, por favor, no te olvides. Y no te enojes eu, dale. —pedí esta vez acercándome a su cuerpo para dejar un beso en sus labios, ella no me alejó esta vez pero no me consistió el beso, simplemente me corrió la cara.

Suspiré hondo y decidí darle su espacio, no quería que terminara mandándome a la mierda por pesado así que simplemente volví a pedir que me avisara cuando llegue a su casa y me alejé para ir en busca de la morocha.

En la casa había bastante gente, éramos aproximadamente veinte personas en las cuales solo conocía a cinco o seis, los demás eran completos desconocidos para mí.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora