capítulo diecisiete.

5.7K 271 205
                                    

Akira

—¿Me podés dar bola a mí? —pedí al morocho mientras estábamos acostados en mi cama haciendo absolutamente nada. Él está con su celular mientras que con una mano libre enrieda sus dedos en mi pelo, y yo recostada en su panza mirando hacia cualquier punto fijo ya que no omitía un solo sonido hacía varios minutos y ni siquiera me daba un poco de atención.

En esto me convirtió, con lo empalagosamente tierno y cariñoso que estuvo siendo conmigo la cantidad de meses que pasamos juntos me acostumbré a que me tratara de esa manera y si no me da un poquito de atención ya necesito molestarlo.

—Perdoname chiquita, ya está. —contestó tecleando una última vez para luego dejar su celular a un lado y depositar un casto beso en mi cabeza— Estaba hablando con Valen, se van de joda con Dani y quiere que vayamos. —contó mientras yo me sentaba con la espalda en el respaldo de la cama para darle espacio— Ya le dije que sí. —agregó y levanté ambas cejas al mismo tiempo que mis ojos se abrían como platos, provocando en él una leve carcajada.

—Gracias por consultarme antes. —contesté esta vez rodando los ojos mientras me cruzaba de brazos. Aunque me molestaba que ni siquiera me consulte en cosas donde yo estoy involucrada justo hoy que quería estar todo el día en la cama, no podía enojarme realmente con él.

—Dale bebé, acompañame. —pidió formando un comprador puchero en sus labios— Sabés que no me gusta salir a ningún lado sin vos. —agregó y una exagerada carcajada se escapó de mi boca, aunque más exagerada era su manera de convencerme— No es lo mismo sin vos, dale. —insitió y una tonta sonrisa quería hacerse presente en mis labios, pero rápidamente mordí mi labio inferior para retenerla.

—Bueno, vamos. —contesté rendida. No puedo negarle absolutamente nada a él, es un comprador de mierda.

Él me dedicó una hermosa sonrisita a boca cerrada y dejó un ágil beso en mi mejilla que me hizo sonreír como idiota.

—Bueno entonces me voy a mi casa a ponerme bien facha y después vengo para aca y que Dani venga a buscarnos, ¿querés? —propuso levantándose de la cama. Yo imité su acción y asentí con mi cabeza para luego dejar un pequeño beso en su frente en modo de saludo, beso que provocó en el morocho una leve sonrisita a boca cerrada.

—Sabés donde es la puerta, yo me voy a meter a bañar. —me despedí mientras me giraba para dirigirme hacia el baño, pero de un tirón de brazo me hizo no solo frenar, sino también que me pegara a su cuerpo.

Enredó sus manos detrás de mi espalda y apoyó su mentón sobre mi cabeza para luego dejar allí un beso. Y esos pequeños detalles de Mateo son los que más me gustan, y los que lamentablemente me dan vuelta el mundo entero, dejándome a mí con cientos de sensaciones en el cuerpo que siempre maldigo sentir.

—Tengo miedo. —murmuró aún sin separarse de mi cuerpo, mientras me aferraba con más fuerza como si quisiera que no lo soltara.

—¿A qué? —pregunté confusa mientras sobaba su espalda para tratar de calmarlo.

—La última noche que hubo joda y alcohol de por medio se fue todo al carajo. —contestó y con mi cabeza apoyada en su pecho pude sentir como sus palpitaciones comenzaban a acelerarse. Un extraño silencio se formó entre ambos luego de su respuesta, yo no sabía que contestarle y él no emitía un solo sonido, algo que comenzaba a preocuparme un poco.

Separé mi cuerpo del suyo para verlo de mejor, y al darme cuenta que la causa de su silencio era porque estaba algo paralizado en su lugar me desesperé bastante.

—¿Mateo, estás bien? —pregunté alterada mientras zamarreaba sus brazos, el sacudió su cabeza dándome a entender que había reaccionado y asintió con su cabeza, al mismo momento que podía ver como sus ojos comenzaban a cristalizarse. Y los míos también ya lo estaban, pero porque por un segundo el morocho me hizo preocupar como nunca antes— Me asusté bobo. —solté entre un pesado suspiro mientras me colgaba de su cuello en un fuerte abrazo. Él hundió su rostro en mi cuello y en el momento que yo comenzaba a subir y bajar mi dedo índice por su nuca en modo de caricia, pude sentir como su respiración comenzaba a calmarse— Va a estar todo bien chiquito, no pienses en lo que pasó porque no te hace bien, hoy va a ser diferente y te prometo que la vas a pasar de diez, ¿si? —lo calmé mientras con mi mano libre sobaba su espalda, él asintió con su cabeza creyendo mis palabras y se separó de mi cuerpo para mirarme a los ojos.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora