capítulo veinticinco.

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Akira

Ayer apenas llegué de la casa de Mateo me encerré en mi habitación a culparme y lamentarme por la situación vivida con él, todo por ser una orgullosa de mierda y no poner un poquito más de mí para que Mateo creyera mis palabras.

Pero...¿realmente debía disculparme? Si yo lo hacía quizás hoy las cosas serían diferentes, no estaría encerrada entre cuatro paredes maldiciendome a mí misma por la situación vivida, pero...¿realmente actué mal?

Quizás no fue la manera, me fui de boca y dije palabras que ni siquiera sentía, pero así como a él le dolieron mis palabras a mí también me dolió que no me creyera.

Mateo tiró a la basura la cantidad de meses de amistad por una simple mujer que ni siquiera está siendo sincera con él, y no solo por las mentiras que le decía de mí, sino también porque se nota que ella no lo ve a Mateo de la misma forma, con tanto cariño como él llegó a tenerle en tan poquito tiempo.

Me duele que esté tan cegado, y me duele que todo se haya ido a la mierda en un ligero momento, todo por una persona que yo ni siquiera conozco, por una persona que se le dió por meterse conmigo por celos absurdos y decidió arruinarme la vida.

Me duele.

—Kiki, ¿puedo pasar? —preguntó mi progenitora mientras golpeaba la puerta de mi habitación. Yo sacudí mi cabeza para esfumar todos aquéllos pensamientos que estaban tan presentes en mi mente y le di el permiso que me pedía— ¿Todo bien? —preguntó con su ceño fruncido, mientras se acercaba a pasos lentos a la cama para sentarse a mi lado.

—¿Vas a visitar a Juliana, no? —pregunté ignorando por completo su pregunta y llevando la última cucharada de helado que me quedaba en el pote a mi boca, porque cuando estoy bajón me encanta encerrarme a engordar.

—Si, a tomar mates. —contestó y yo asentí algo obvia. Siempre que mi mamá tiene los días de descanso aprovecha para ir a la casa de Mateo y pasar tiempo con su amiga, ya se había echo una costumbre para ella.

—Me peleé con Mateo, fuerte. —recalqué esta última palabra para que entienda que no había posibilidad alguna de que las cosas se solucionaran.

—¿Me querés contar? —preguntó alzando ambas cejas, mamá siempre sabía escucharme y aconsejarme en lo que podía, aunque ese rol lo reemplazó Mateo a quien le contaba la mayoría de cosas que me pasaban por la cabeza, pero ahora ya no tenía a mi amigo para descargarme.

—No te preocupes, igual estoy bien. —contesté esbozando una débil sonrisa a boca cerrada, aunque claramente le mentí en la cara.

—Bueno, entonces imagino que no querés venir conmigo... —asumió levantándose de su lugar y yo la miré con obviedad— Cualquier cosa me llamás Kiki, no lo dudes. —pidió señalándome con su dedo índice, yo asentí con mi cabeza para que no se preocupara y se acercó a dejar un beso en mi mejilla en forma de despedida.

Una vez que la mayor desapareció de mi campo de visión entré a mi Instagram para tratar de despejar la cabeza un poco, aunque no imaginé que era más preferible haber dejado el celular a un lado cuando comencé a pasar historias.

trueno vía Instagram story.

trueno vía Instagram story

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Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora