Akira; trueno.

capítulo diecinueve.

Akira

Cuatro días.

Ya se sumaron cuatro días desde que no nos vemos con mi amigo. Aunque mucho no me puedo quejar si siempre me habla preguntándome como estoy o como me siento, aunque las cosas entre nosotros estén algo raras y aunque ni siquiera volvimos a hablar de la charla que nos quedó pendiente en su casa. No pasaba más que un "¿Cómo estás? ya que después dejabamos de hablarnos.

Pero esta vez decidí no hacerme la cabeza, agradezco al menos que me mandara mensajes diarios y que él esté bien, hoy en día no estoy enojada con él, entiendo que elija alejarse o distanciarse, probablemente tenga una buena razón para darme y ya se nos dará la oportunidad para hablarlo. Aunque...eso sí: lo extraño como nunca y mis ganas de abrazarlo fuerte son inmensas, pero no puedo hacer nada, eso me duele un poco.

Mientras ponía play al anteúltimo capítulo de la última temporada de nuestra serie y aprovechaba que el menor ni siquiera me molestaba ya que estaba durmiendo en su pieza, me concentré en la televisión para prestarle atención al capítulo, pero el sonido del timbre me tomó bastante por sorpresa haciendo que pause la reproducción de mi serie para quedar algunos segundos en silencio analizando quien podría ser. Yo no esperaba a nadie, y mi hermano mucho menos ya que es apenas un nene...

No tenía ganas de levantarme a abrir la puerta, me encontraba bastante cómoda y pensando si realmente valía la pena levantarme. Suspiré hondo algo cansada y decidí abrir la puerta a sea quien sea que estuviese esperando, lo único que me convenció para hacerlo fue que quizás mi mamá se haya olvidado las llaves y por eso golpearía para entrar, pero todas esas opciones fueron tiradas a la basura al ver de quien se trataba tan inesperada visita.

—Mateo...¿qué hacés acá? —pregunté con el ceño fruncido al ver parado frente a mi puerta al recién nombrado.

—Hola, ¿podemos hablar un rato? —preguntó sin ni siquiera saludarme. Su mandíbula se encontraba algo tensa y no había un solo gesto en su rostro, mucho menos podría esperar a ver de sus típicas sonrisas cada vez que viene a verme.

—Si, pasá. —contesté haciéndome a un lado para darle lugar a que entrara. Él me lo agradeció con una forzada sonrisa a boca cerrada y una vez que ambos quedamos dentro, nos dirigimos juntos hacia el sillón donde yo había empezado la serie.

—La estabas mirando sin mí. —habló observando lo que se veía en la pantalla al mismo tiempo que se acomodaba en el sillón.

—Bueno...parece que de un día para el otro te olvidaste de tu mejor amiga. —bromeé tratando de ponerle un poco de diversión a la situación, pero ni una sola mueca se hizo presente en su rostro— ¿Me vas a explicar qué pasó? —pregunté alzando ambas cejas mientras me acomodaba a su lado, con mis piernas cruzadas como indiecito para escucharlo atento.

—¿Y si mejor me explicás vos qué pasó en la joda? —soltó con su vista baja mientras jugaba con sus manos y las pulseras que llevaba en una de sus muñecas, lo cual, con los pocos meses que conozco a Mateo sé reconocer que lo hace porque está nervioso.

—¿Qué pasó? —fruncí mi ceño confusa, realmente al otro día de despertarme de aquélla noche ni siquiera recordaba como había llegado a mi casa, si no fuese por mamá quién me contó que Mateo fue quien me llevó hasta la cama para luego irse a su casa ya que ni siquiera podía hacer eso por mi propia cuenta.

—Me pediste un beso. —soltó esta vez levantando su vista para mirarme fijo a los ojos, yo abrí los míos de par en par sin poder creer lo que mi amigo me estaba contando— ¿Por qué me pediste un beso, Kira? —interrogó pareciendo sonar algo preocupado o asustado, no lograba entender con precisión a que se debía.