capítulo dos.

11.6K 500 59
                                    

Mateo

—Necesito que me expliques qué pasó, porque se fue así. —pedí al castaño mientras me tenía sentado en el cantero situado en la puerta del hospital, donde yo venía con mi novia para consolarla cuando se decía que su mamá estuvo un tiempo internada y en un estado bastante delicado. Ella siempre lloraba deseando que todo sea una pesadilla y rogando volver a ver a su progenitora en su casa como de costumbre, ahora es su mamá la que desea que eso suceda, la que quiere volver a ver a su hija y que todo sea una pesadilla.

—Nadie tuvo la culpa ¿si? No te enojes Mateo... —aclaró antes de comenzar a hablar, suspiré hondo y refregué mi cara con ambas manos para no explotar en llanto por segunda vez, aunque ver a mi amigo con lágrimas en los ojos no me estaba ayudando demasiado— Oli se estaba aburriendo, no había tomado nada en toda la noche y como vos no estabas no sabía que hacer, además de que ya le estaba agarrando sueño. — comenzo a contar pero hizo una pausa para respirar hondo y dejar caer algunas lágrimas que tenía acumuladas debajo de sus ojos— Ella te quería llamar a vos para que la vayas a buscar así nosotros nos quedábamos un rato más, pero para no joderte se ofreció Iván a llevarnos. —habló negando con su cabeza mientras mordía con fuerza su labio inferior— Estábamos los tres en pedo porque Valentín apenas se podía mantener parado. Iván no podía manejar y Oli insistió para irse con vos sabiendo que era peligroso que maneje en ese estado, pero Iván la convenció para llevarnos. —dijo esta vez refregando su cara con ambas manos, mientras yo tapé mi cara para llorar con más fuerza al oír que todo podía ser diferente si ella se volvía conmigo, si yo la acompañaba a esa joda o si yo aceptaba que ella se quedara conmigo en casa— Empezó a manejar a los pedos y te juro que en ese momento sabía que se iba a ir todo al carajo, cuando Iván dejó de mirar al frente y el imbécil se dió vuelta para hablarme... —recordó con su mirada fija en cualquier parte del piso, tensó su mandíbula con bronca al contarme aquélla situación— Abracé fuerte a Oli y la atraje para mi lado para tratar de que al menos cubrirla, pero volcamos, se fue todo a la mierda Mateo. —sollozó mientras tapaba su cara con ambas manos. Nunca había visto a mi amigo en ese estado, y yo nunca me había sentido tan vacío en mi vida.

—Quiero estar solo Dani. —pedí tapando mi cara para comenzaron a llorar con fuerza, éste en vez de irse me abrazó para contenerme. Pero nadie podía hacerlo, nadie podía sacarme el dolor insoportable que sentía en el pecho— Quiero estar solo boludo, por favor, me siento para el orto dejame solo. —pedí rígido, haciendo todo lo posible para no tratarlo mal, no era el momento para hacerlo.

—Perdoname Mateo. —murmuró por lo bajo para luego obedecer mi pedido y alejarse a pasos lentos. Abracé a mis piernas flexionadas contra mi pecho y comencé a llorar con fuerza tratando de sacar el dolor que sentía, tratando de sacar el nudo que había en mi garganta como si las lágrimas fueran a sanarme, como si las lágrimas me devolverían todo lo que perdí.

Sentí que tocaron mi hombro haciendo que dé un suspiro sin destapar mi cara, pero aún así ya imaginaba de quién se trataba.

—Quiero estar solo Daniel, la puta madre. —repetí con mi voz firme esta vez sacando mi cabeza de mis rodillas para mirar a mi amigo, pero al darme cuenta que no era él quien se encontraba frente a mí, cerré fuerte mis ojos arrepentido— Perdón. —musité arrepentido— ¿Quién sos? —pregunté confuso mientras secaba mis lágrimas para tratar de fingir estar en un buen estado, aunque dudo mucho que lo haya logrado si probablemente la desconocida haya escuchado mis sollozos.

—¿Estás bien? —preguntó sentándose en el mismo cantero que yo con total confianza. Fue una pregunta bastante absurda, mis ojos estaban ya hinchados de tanto llorar y las mangas de mi buzo ya estaban totalmente humedecidas.

—¿Por qué estás acá? Es horrible este lugar. —pregunté girando mi cabeza para mirarla. No sé si era porque yo estaba completamente destrozado por dentro, pero sentía que ella estaba de igual manera... Sus ojos claros tenían un brillo extraño, como si ella horas antes que hubiese estado en el mismo estado que el mío. Su mirada transmitía muchísimo todo lo que ella sentía.

—Mi mamá. —musitó mordiendo su labio para luego apoyar su cabeza en el árbol en el cual estábamos ambos apoyados. Sus ojos comenzaron a cristalizarse y ahí me di cuenta que no debía preguntar nada más, era un tema que le dolía y yo era un simple desconocido como para andar preguntando— Está en terapia hace tres días y lo unico que me dicen cada vez que vengo es que está delicada, nunca una noticia buena. —resopló cansada. Sus ojeras me daban a entender que le costaba dormir hace días.

—Perdí a mi novia en un accidente. —conté tapando mi cara con ambas manos para llorar con fuerza, hacía pocas horas me habiay enterado de la noticia y aún me seguía doliendo el pecho al hablar de ella— Te juro que siento que se me vino el mundo abajo, siento un dolor enorme en el pecho que no se me va hace horas. —largué quebrando en llanto, ya no me importaba hablar de esto con una desconocida o que me vea tan débil como realmente soy, necesitaba descargar todo lo que tenía adentro.

—Lo siento mucho. —habló apenada mientras sobaba mi espalda con algo de timidez— Te entiendo y sé lo que se siente... —dijo poniendo una de sus manos sobre mi pecho sin dejar de sobar mi espalda— Sentís que te falta algo, que todo lo que viviste con esa persona se esfumó en un segundo y lo único que deseás es volver el tiempo atrás para disfrutarla un ratito más antes de que se vaya de tu vida. —largó tal cual yo sentía, como si ella estuviese en mis zapatos o como si se hubiese introducido en mi mente con una simple mirada— Te duele el pecho y sentís una presión horrible, y un nudo en la garganta que por más de que trates de bajar con litros de agua no se va, como si ahí estuviera acumulado todo el dolor. —siguió mientras sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas, yo podía observarla de reojo aunque mi vista esté fija en mis manos llenas de lágrimas— Duele un montón y pensás que no podés soportar llevar ese dolor toda tu vida, pero te prometo que vas a sanar y vas a estar bien. —me consoló dándome la paz que estaba necesitando. Tenía una voz tan dulce que cada palabra que salía de su boca parecía ser una caricia que me daba al alma.

—¿Quién sos? —pregunté con el ceño fruncido tratando de descifrar su identidad, sentía que la conocía, me conocía lo suficiente como para ser la primera vez que intercambiemos palabras— Sos rara, me conocés mucho. —asumí limpiando mis lágrimas, ésta largo una leve risita al oír mi comentario.

—No soy rara ni tampoco te conozco. —corrigió calmando su risa, para luego sacar sus manos de mi cuerpo y acomodarlas en los bolsillos de su campera— Sé lo que sentís porque me pasó.

—¿Con tu novio? —interrogué sorbiendo mi nariz la cual estaba un poco mocosa, sentí como hizo un leve movimiento con su mano dentro del bolsillo.

—Con mi papá. —respondió sacando un paquete de pañuelitos para ofrecermelo con amabilidad, yo lo recibí tratando de dedicarle una leve sonrisa aunque de ésta salió una absurda mueca.

—¡Kiki, vení! —llamó un menor, calculo que era su hermano porque tenían facciones bastante parecidas.

—¿Kiki? —pregunté con el ceño fruncido, ella largó una mini risita y asintió con su cabeza.

—Apodos que me ponen, soy Akira. —se presentó mientras se levantaba de su lugar para obedecer al infante, de aproximadamente cinco o seis años.

—Gracias, Akira. —sonreí débilmente una vez que comenzó a alejarse de mí.

—De nada, rulos. —me apodó esbozando una amplia sonrisa para luego distanciarse por completo. Así, sin ni siquiera saber mi nombre, pero conociendo el más profundo dolor que estaba sintiendo.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora