Mateo.
—Tenés que comer algo, Kira, dale. —pedí a mi novia mientras le acercaba el plato de arroz blanco con un poco de tuco que su mamá nos trajo a ambos, con la excusa de que no podíamos bajar a la mesa porque ella está con "dolor de ovarios".
¿Por qué mentimos? porque su mamá aún no sabe lo que está pasando, y aunque a veces la nota con los ojos un poquito hinchados debido al llanto, ella se excusa con una falsa alergia debido al cambio de clima y con eso se salva.
—No tengo hambre, Mateo, tengo miedo. —murmuró mordisqueando el interior de su mejilla. Yo suspiré hondo y mordí mi labio inferior.
Ya vamos una semana así, ella tiene una semana de atraso y en todos estos siete días que pasaron su alimentación cae en picada.
Se alimenta mal, simplemente porque se le "cierra el estómago" debido a los nervios y el miedo que la situación le genera. Vive a base de mates o tererés que merendamos juntos, pero come poco y nada casi obligada por mí.
—Los dos tenemos miedo, amor, pero necesitás empezar a comer bien te guste o no, dale. —insistí pasándole la cuchara. Ella la recibió resoplando cansada y se sentó mejor en la cama para comenzar a comer.
Sonreí victorioso.
—Hoy nos vamos a sacar la duda, y si da negativo vas a tener que ir a consultar a un ginecólogo porque ya pasó una semana. —hablé mientras ella le daba el primer bocado a su comida.
—Tengo miedo. —repitió en un murmuró, y mientras masticaba su comida las primeras lágrimas comenzaban a recorrer sus mejillas.
—Cambios de humor es un síntoma de embarazo, lo googleé. —conté con miedo, y ella enseguida frenó sus movimientos con la cuchara para mirarme preocupada. A los segundos, comenzó a llorar con más fuerza.
No tendría que haberle dicho eso.
—O-osea, eso no quiere decir que lo estés, amor, quedate tranquila. —titubeé nervioso, y mientras ella seguía llevando comida a su boca derramaba las lágrimas que mi comentario le habían generado.
—No quiero, de verdad. —sollozó tirando su cabeza hacia atrás mientras mordía su labio inferior.
—Pero no llores, bebé, no sabemos todavía. —murmuré tratando de secar sus lágrimas con el dorso de mi mano—No puede ser que estemos todos los días a toda hora preocupados por esto, necesitás distraerte, amor. —agregué mordiendo mi labio inferior, realmente me dolía verla en ese estado, aunque ahora este muchísimo más sensible de lo normal.
—No quiero comer más. —determinó ignorando por completo mi comentario, alejando su plato con disgusto y haciendo movimientos en círculos en su panza, como si le doliera.
—Comiste un montón, bien ahí. —opiné sonriente al ver el plato con tan solo apenas de arroz que había dejado, pero como yo andaba con un poco de hambre no dudé en arrebatarle la cuchara y devorarme lo que quedaba.
—Sos un hambriento. —soltó acompañado de una leve carcajada mientras me observaba comer.
—Me agarró hambre otra vez, perdón. —murmuré masticando la última enorme cucharada, y... sí, soy un hambriento; hacía solo media hora había cenado y ya estaba comiendo otra vez.
—¿Podés dejar eso y abrazarme fuerte, por favor? —pidió resoplando con sus ojos cerrados, se la notaba bastante cansada y apenas caída.
Yo enseguida dejé a un lado el plato y sin pensarlo dos veces me senté con la espalda apoyada en la cabecera de la cama. Acto seguido, tironeé de su brazo para que se sentara encima de mí y ella obedeciendo mi indirecto pedido, se sentó en mi regazo mientras se aferraba con fuerza a mi pecho.
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Akira; trueno.
Storie d'amore"Siempre imaginé que algo especial tenías, tu nombre encaja perfectamente con vos. Sos luz, y llegaste justo para iluminarme en la oscuridad donde yo estaba metido" Esta novela habla de temas sensibles y delicados que pueden ser ofensivos al lector...