capítulo sesenta y uno.

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Akira.

Saludé a mamá con un beso en la mejilla y con mis ojos aún sin despegar cerré la puerta con llave y volví a meterme a mi habitación a las corridas.

Apenas son las siete de la mañana, y eso en mis horarios serían como las dos de la madrugada, porque nunca suelo despertarme tan temprano, solo ahora que mamá se fue a su primer día de trabajo y como ansiosa que soy necesitaba desayunar con ella.

Mateo finalmente cumplió, él estuvo en todo momento ayudando a que no nos falte nada y por suerte la tomaron en el mismo lugar donde trabaja su padre, y con un sueldo muchísimo mejor que el anterior.

Apenas ella me contó esto no solo la abracé con fuerza, sino que emocionada llené de besos a mi novio y se lo agradecí en mil idiomas, realmente fue el gesto más noble que alguien pudo haber hecho por nosotras.

—Amor, ya se fue. —avisé contenta con una sonrisa de oreja a oreja a mi novio, quien se estiraba con sueño en su lugar al sentir mi ausencia.

—¿Si? Que bueno, amor. —murmuró con su voz ronca, sentándose en la cama y apoyando su espalda en el respaldo para mirarme con sus pelos un poco revuelto que acompañaban su hermosa sonrisa y sus ojitos un poco vidriosos debido al previo bostezo—Acostate otra vez, es re temprano todavía. —pidió palmeando mi lugar a su lado. Yo sin pensarlo dos veces le obedecí, y corrí a la cama, pero en vez de acostarme a su lado me senté encima suyo provocando en él leve risitas que me removieron el pecho.

Pasé ambos brazos por detrás de su nuca y me oculté en su cuello mientras sentía como él nos tapaba a ambos con las frazadas.

Él apoyo su cabeza en la cabecera de la cama y pude sentir su respiración tan relajada que me tenía una paz inmensa.

Dejé un besito en su cuello y separandome nuevamente para quedar frente a él, lo molesté...

—¿Invitamos a los chicos? Y miramos una película, no sé. —propuse y él entreabrió sus ojos para mirarme confuso.

—¿Ahora? —preguntó con su ceño fruncido, y con tanto sueño encima que se notaba en sus ojos.

—Si, ahora. —contesté sonriente con pura inocencia, él suspiró y volvió a cerrar sus ojos con cansancio.

—Dormí un rato más, amor, estoy cansado. —pidió con su voz ronca, yo mordí mi labio inferior y rodé mis ojos cansada.

Dejé caer mi cabeza en su hombro, y mientras él dejaba suaves caricias en mi espalda para que yo lograra dormirme lo único que sucedía era un aburrimiento extremo de mi parte, tan solo porque no tenía ganas de seguir durmiendo y ya me despabilé hace rato.

Distancié mi cabeza de su cuerpo y posicionandome frente a él me quedé algunos segundos analizandolo.

Con los músculos de su rostro relajados se veía el triple de hermoso de lo que es normalmente, y mi vista no podia salir un segundo de sus tan tentadores labios que tanto me provocaban; cuando se despierta a la mañana, parecen verse apenas un poquito más hinchados de lo normal.

Deposité un beso allí, y él sonrió con ternura.

Llevé una de mis manos a su rostro y dejando una suave caricia en su pómulo, dejé varios picos en sus labios que él recibía gustoso aunque medio dormido, sin ni siquiera abrir los ojos.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora