capítulo treinta y cinco.

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Akira

Me desperté de un susto al oír el tono de una llamada entrante sonar tan alto que retumbaba toda mi habitación. Saqué el celular de abajo de mi almohada algo asustada y haciendo mi mayor esfuerzo para ver de quien se trataba, lo prendí.

Llamada entrante de Mateo, a las dos de la mañana.

Con preocupación me senté en la cama de un ágil movimiento y sin dudarlo un segundo, deslicé el botón verde.

Mateo, ¿qué pasó? —pregunté con preocupación apenas atendí la llamada.

Kira, perdoname, ya se que estabas durmiendo... —comenzó a hablar y apenas lo oí pude sentir lo preocupado que sonaba— Pero Valen lo volvió a hacer, Kira. —soltó acompañado de un hondo suspiro que demostraba lo entristecido y desesperado que estaba.

¿Volvió a hacer qué, Mateo? —pregunté algo desentendida con mi ceño fruncido, a estas horas de la madrugada mis neuronas ni siquiera se esfuerzan por despertarse.

Se volvió a cortar, otra vez. —contesto logrando que mi semblante cambiara en un instante. Segunda vez en la semana, en solo cuatro días Valentín volvió a hacerlo, y eso es preocupante para Mateo como también lo es para mí— Me escribió al WhatsApp re mal, diciéndome que no aguantaba más y que se estaba quemando el bocho... —comenzó a contar y yo tragué en seco— Al toque salí de mi casa y le caí en la puerta, porque encima los padres no están y tiene la casa sola, podría haber hecho cualquier cosa. —continuó y yo asentí atenta con mi cabeza como si me estuviese viendo— Y...nada, cuando me abrió le vi los brazos y tiene muchas marcas más de las que tenía en la plaza la otra vez, entonces me parece que esto lo viene haciendo seguido. No sé que hacer, Kira, lo quiero ayudar y no sé como. —soltó desesperado, y con el extraño hilo de voz que se notaba en su última oración pude darme cuenta que estaba al borde del llanto.

¿Querés que vaya? —pregunté ya calzándome antes de que él me responda, éste asintió a mi pregunta y antes de que lograra hacerlo, yo ya estaba dispuesta a irme.

No vengas sola, yo te alcanzo en el camino. —avisó mientras yo ya estaba saliendo de mi habitación. Obviamente no me negué y luego de avisarme que ya saldría para mi casa cortamos la llamada al instante.

Luego de salir de mi pieza, pasé por la de mi mamá para avisar que saldría. Ella apenas escucho que me iría a estas horas de la madrugada quedo un poco pensativa y hasta quizás iba a negarse, pero en cuanto le dije que Mateo tenía una urgencia que después le contaría con más detalles su respuesta fue un simple "tené cuidado".

Sin más vueltas que dar finalmente salí de mi casa apurada como si estuviese llegando tarde, pero en cuanto sentí lo fresca y helada que estaba la noche me causó un escalofrío en todo el cuerpo y automáticamente comencé a titubear. 

Con la calle completamente desolada y oscura aceleré mis pasos hacia la casa del ojiazul, mientras abrazaba a mi cuerpo ya que el frío viento me estaba congelando.

Fueron solo dos cuadras las que caminé sin problema, soportando el frió como una genia y apurada con tal de llegar lo más rápido posible, pero en cuanto vi a un grupito de jóvenes encapuchados caminando por la misma vereda que la que yo tenía que cruzar, enseguida frené.

De un momento a otro las palpitaciones de mi pecho comenzaron a acelerarse, y la desesperación que tenía porque el morocho aún no llegaba aumentaba a cada segundo que pasaba.

Finalizó la cuadra, y estando ellos en la esquina me di cuenta que tan solo quedaba que cruzaran la calle y caminaran la cuadra final para poder llegar hacia mí. Me daban ganas de escaparme corriendo.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora