capítulo cincuenta y cinco.

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Akira.

Me desperté cuando oí conocidísimas voces provenientes del living y abrí mis ojos algo confusa para chequear que aquélla voz femenina que tan conocida me parecía sea quien yo creía.

Al darme cuenta que me encontraba aferrada al cuerpo del morocho me separé con cuidado de no despertarlo y al recordar que no llevaba puesto corpiño resoplé cansada.

Después de lo que hicimos anoche ni siquiera me puse el corpiño, y lo único que llevaba puesto era la tanga que por suerte la encontré entre toda la ropa desparramada en el piso.

—Amor...—murmuré apenada, tapándome el pecho con la sábana ya que no había rastros de mi corpiño.

Sacudí un poco su brazo para que me oyera, y en cuanto el sintió el brusco movimiento hizo un particular sonido con su boca para que le dijera que quería.

—Mi mamá, está acá. —murmuré mordisqueando el interior de mi mejilla, y él sin contestar palabra alguna, al darse cuenta que me había alejado de su cuerpo se pegó al mío para así aferrarse a mi pecho sin ni siquiera despegar sus ojos.

—Bueno, amor, dormí un rato más. —murmuró con su voz ronca, tan dormido que probablemente ni siquiera haya prestado atención a mis palabras.

—Mateo...—murmuré entristecida, ya que lo único que rondaba por mi cabeza era pensar en que mi mamá no está en el trabajo debido a que la echaron, y el ver nuestro futuro con una economía de mierda y cero sustentabilidad económica me dan ganas de llorar.

En el paso de los segundos mi novio ni siquiera se dignaba a abrir los ojos, mientras yo mordisqueaba mis uñas nerviosa y hasta mi respiración había comenzado a acelerarse un poco.

Necesitaba bajar y hablar con mi mamá, pero teniendo al morocho durmiendo encima de mi pecho se me hacía imposible lograrlo.

—¿Por que estás tan preocupada? —preguntó separándose de mi cuerpo algo dormido. Se sostuvo con la ayuda de sus codos apoyados en el colchón y con sus pelos un poco revueltos quedó algunos segundos mirándome con su ceño fruncido, confuso.

—Tendría que estar trabajando, ¿mirá si la echaron? —pregunté algo asustada, y mis ojos de a poco comenzaron a cristalizarse, él lo noto enseguida y se recostó sobre mi panza para así abrazarme y dejar algunos besos en aquélla zona con ternura.

—No te pongas mal, no sabemos todavía que pasó, capaz está todo bien. —murmuró trayéndome calma, pero ni su tranquilizadoras palabras lograba que me sintiera mejor— ¿Querés que bajemos? —preguntó luego de unos segundos, levantando apenas su cabeza para mirarme a los ojos. Yo tragué saliva y asentí asustada.

—Bueno, pero tranquila, ey. —murmuró con su voz ronca dejando un pequeño beso en mi boca, y yo le di un segundo pico un poco más largo para tratar de así sacarme el miedo de encima.

Él se estiró en su lugar y finalmente se determinó a levantarse de la cama. Se sentó en el borde, se puso sus ojotas, y se quedó algunos segundos mirando a cualquier punto fijo algo dormido hasta que se dignó a levantarse.

Y yo aún tapada hasta el cuello porque mi ropa no aparecía.

—¿Me buscás mi ropa? Por favor. —pedí enredada a las sábanas, él enseguida asintió con su cabeza y se arrodilló en el piso en busca de lo pedido.

Buscó por debajo de la cama, por los rincones de su habitación, sobre sus cosas, pero no había rastros por ningún lado entonces se acercó a su placard y sacó una remera manga corta para luego entregármela en mano.

Akira; trueno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora