— Esoo... Eso está bien, si sientes algo por el y te hace feliz... Está bien...
— No estoy muy segura, pero... Él ha estado para mí en todo momento, se que ha sentido algo por mi desde que nos conocimos, pero ha esperado paciente.
— No sigas, yo entiendo... Y lo acepto.
Pura verga lo entendía y lo aceptaba, lo siento Vega pero vas a veeeeeeeerga, este viaje haré que todo cambie.
— ¿De verdad?
— Si, podemos ser amigos, prometo estar para ti. Por lo que sea... Y no te preocupes lo de anoche será nuestro secreto.
— Gracias. — dijo ella — ¿Ahora... Crees que podamos ir a dormir otro rato?
Sonreí. — Vamos.
Ella se acostó a mi lado, cerrando sus ojos automáticamente.
— Hazme piojito. — Dijo aún con los ojos cerrados volteandose a mi.
Yo solo sonreí. — Así no puedo, acércate.
Hice que recostara su cabeza en mi pecho.
Ella se quedó profundamente dormida mientras yo tomaba un par de fotos de que se miraba que estaba en mi pecho. Por lo menos tendría el recuerdo.
Debo admitir que pensé hacer un en vivo, digo "por accidente" para que Vega lo viera o por lo menos el rumor y la foto seguro le llegarían, pero en ese momento suspiré pesado. No sé lo iba arruinar, pero pondría de mi parte para que ella volviera conmigo.
Narra Elena.
Me desperté estirándose perezosamente, estaba muy cómoda, quería quedarme ahí pero mi estómago rugía fuerte.
Cuando por fin abrí bien los ojos, note que no estaba en el pecho de Marco y por alguna razón sentí algo de desilusión.
Pero había unas rosas blancas a mi lado. Las tomé con una sonrisa y las olí, se miraban y olían hermoso.
Baje descalza las escaleras y ahí estaba él otra vez. Note que hablaba con alguien, por teléfono así que baje de puntitas y me escondí.
— Marco revisa el sartén 2! MARCOOO REVISAAA EL SARTEEEN DOSS!!
— Cállate Fernanda, tus gritos van a despertar a Elena. — Decía Marco apurado colocándose su gorra hacia atrás con una toallita en su hombro.
— Pues si no la despiertan mis gritos, será el olor a quemado.
Marco abrió un sartén y salió vapor, y empezó a mover lo que había ahí.
— Ya le movi.
— Cuando veas que la carne esta lista apagale. Y ve preparando para poner todo la pasta, queso y lo que preparaste para hacer la lasaña.
— Ya está lista.
— Ahora fíjate bien, saca la pasta. Acomoda todo BONITO, Castro. BONITO. Será un milagro si sabe bueno, pero que deperdida tenga presentación.
— Sisi, en eso estoy. — Decía marco como niño pequeño concentrado en no salirse de la raya de un dibujo.
Hacia todo con cariño con dedicación, acomodaba todo perfectamente.
— Listo. Ahora que.
— Al horno.
Fíjate bien cuánto tiempo estará ahí. Chécalo. Que se derrita el queso y esté lista la pasta.
— Está bien, está bien. Estaré pendiente. — Dijo sobando sus manos
— ¿Y que tal les va? ¿Hace frío?
— Algo, pero es más nervios.
— Tranquilo. Le va a gustar, creeme. ¿Pusiste la botella de vino en el refri?
— Si. ¿Ya la abro?
— No, no. Espera a que ella baje y la pones en la cazuelita con hielos y le sirves en una copa... De las gorditas...
— Está bien. Buscaré dos. — Decía atareado buscando por todos lados.
— Te estás esforzando y estás nervioso.
— Realmente quiero que salga bien.
— ¿Esperas obtener algo está noche?
— Con su confianza me daría por bien servido. Pero ya se que tengo que tener paciencia. — Decía colocando las dos copas en la mesa la cual tenía un par de velas y una vajilla fina.
— Por favor, conozco a esa pequeña ratita. Tiene una debilidad por ti. Dudo mucho que no hayan hecho nada hasta ahora.
— La verdad es que nada. Ella no quiere y pienso respetar eso.
— Por favor, Castro.
— Ya te dije, no ha pasado nada.
— ¿Pero te gustaría?
Él serio limpiaba la barra de la cocina sin contestar. — Ya sabes que si.
— ¿Y que tienes preparado para mañana?
— Luego te cuento, seguro está por despertar.
— Mira Castro, si le vuelves a hacer otra cosa. Juro que te corto los huevos.
— Nooo, creeme. El sentimiento de no tenerla cerca y algo que me dijo ayer, me hizo darme cuenta que no me quiero volver a sentir así jamás.
— ¿Te dijo que siente algo por el Vega, verdad?
— ¿Lo sabías?
— Sip, digo. La trataste de la vrg, te fuiste. El siempre ha estado ahí, se preocupa, no es tóxico y la trata bien, la respeta. Es imposible que no llegue a sentir algo por él.
— ¿Entonces por qué me ayudas?
— Por que... No es solo ella, somos todas las mujeres, siempre hay alguien que nos daña, nos lastima, y aún así no podemos dejar de quererle. Se convierten en nuestra debilidad, algo tan fuerte que sin tocarnos causan un efecto en nosotras, incluso sin estar presentes, aveces con solo escuchar su nombre. Y... Conozco a mi amiga, se que ella siente eso contigo. Cornelio, es amable, es atento, pero no la hace vibrar de esa forma... Pero no me mal interpretes Castro, si la vuelves a cagar. Ya no tendrás mi apoyo. Cornelio es la clase de hombre que le dará una buena vida y estará feliz. Pero se que tu puede darle más, y no hablo de algo economico.
— Ese sentimiento del que hablas... ¿Lo sentías con Enrique?
— Revisa la pasta, Castro.
— Mierdaaaa. — Dijo agachándose rapidamente. — Uffff, apenitas. Se ve deliciosa.
— Ya me tengo que ir. Mucha suerte.
— Gracias, Fernanda. De verdad.
— No la cagues, castro.
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No me olvides Markitos Toys -Terminada- Parte I
Science FictionCuando a Elena Alcaraz alcanzó una edad madura los más jóvenes la miraban como alguien a quien respetar, alguien madura, con cientos de buenas historias las cuales no se cansaban de escuchar. "Es una pena" pensaban todos al verla. Pero había una his...