XXI

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El muy cínico hizo una risa leve.

— Escuchaste la conversación.

— ¿Que? — Pregunté cayendo en cuenta que me había dejado en evidencia.

— Escuchaste la conversación. — Repitió aún divertido. — pinche metiche. — decía ríendo.

pero a las alturas de todo esto ya ni me importaba. — ¡SI! ¿Y?

Él volvio a sonreír divertido.

— ¿No te importa que te acuse de tóxica?

— Solo iba por un vaso con agua en MI casa y escuché por accidente.

— Te escondiste. — Aseguró aún divertido.

Él parecía estar bastante cómodo y divertido con la conversación cuando yo quería arrancarle la cabeza.

— No importa como se, el caso es que se.

— ¿Sabías que te ves hermosa enojada?

— No importa cuántos cumplidos me des, está plática va a pasar. — Aseguré decidida.

Él se puso más serio y me miró a los ojos

— Pregunta lo que quieras.

— Que fue lo que pasó el día del accidente.

Marco se encogió de hombros y empezó a contar todo desde su perspectiva, sonaba apenado.

— ¿Por qué ese hombre nos seguía?

El se quedó mudo.

—¿O dime qué pasó con tus papás?

Él no respondió.

— ¿O en que anda tu primo?

Él seguía mirándome apenado.

— Si quieres que esto funcione. Debes ser sincero.

El semblante de su rostro cambio, era bastante serio.

El estiró su mano para tomar la mía, pero pareció arrepentirse y solo las regreso.

— La verdad es que... No existe ese tal primo.

Lo mire incrédula.

— Realmente mi apellido es Vivanco. — Hizo una pausa. — Enrique, Vitolias y yo conocimos a alguien hace mucho tiempo,  que pues... Creyó en nosotros y me prestó para poner el restaurante... Comprar algunos terrenos y comprar el lugar donde fue mi cumpleaños. Era una inversión.

— Lavado de dinero. — Dije en un susurro. Y baje mis manos de la mesa.

— Escucha, yo... Yo creí que era agricultor.

— ¿Vas a decirme que no sabías lo que hacías?

El agachó un poco la cabeza.

— Al inicio, no. Pero igual cuando supe, no me importo. — Admitió.

— ¿Es él, el que te va a prestar el dinero?

Levanto la cabeza asombrado.

— ¿Cómo...?

— Contesta.

— Si. — Dijo seguro.

— Supongo que el arma él también te la dió, y tus papás se fueron por qué presiento que lo que me pasó no fue la primera vez que le pasa algo a alguien cercano a ti.

Marco parecía bastante apenado.

—Una vez me siguieron a mi casa, e intentaron llevarse a mi familia. Por eso mis papás se fueron a vivir a otra parte, los veo poco, solo aveces veo a mayve cuando va con mis abuelos, ella es mi hermana. Que tampoco visito seguido, por eso les compré ese rancho lejos de aquí.— Al ver qué yo no respondía él continuo. — Se lo que piensas, que te estoy arriesgando, pero yo tengo tiempo sin saber de él, y tenia meses que no había pasado nada. Y no iban por ti. Iban por Enrique.

Lo mire sería. — ¿Enrique como entro en todo esto?

— Enrique trabaja para el hermano del hombre de quién yo conocí, no hay problema por qué son familia. Y Vicoli se alejo completamente de todo.

— ¿Y por qué no lo haces tú?

— La inversión es a largo plazo, aún tengo dinero que darle. Y aparte de que él no me quiere soltar, y quiere darme dinero para otra sucursal.

— ¿Y si lo rechazas?

— hay gente que no se toma bien un rechazo. Y no sabes cómo podría reaccionar. — Se excuso.— aparte que soy su gallina de los huevos de oro.

— ¿Si sabes cómo termina esa historia, verdad?

— Elena... No me va a pasar eso a mí

— ¿Entonces esperas que continúe con nuestras vidas como si nada pasara?

— Yo... — Se levantó de la silla e hizo una pausa.. — No te estoy pidiendo nada. — Dijo molesto caminando hacia la puerta. — Fernanda tenía razón, te vas a alejar de mi. No debí decirte nada. — Dijo molesto y nervioso.

En ese momento ví como su mano chocó con la puerta en vez de tomar la manija.

Empezó a parpadear rápidamente y a respirar rápido.

— ¿Estás bien? — Pregunté levantándome de la silla preocupada.

Me acerque a él cuando escuché el ruido venía de la manija moviéndose bruscamente. Era su mano que temblaba.

— Estoy bien. — Dijo agitado.

Lo tome de la mano y lo lleve al sillón.

— Mentira, — Dije intentando mantener la calma. —es un ataque de ansiedad.

Corrí a la cocina por una pastilla, de joven había tenido varios ataques, así que mi doctor siempre me daba pastillas en caso de que estos regresarán.

Tome un vaso con agua, y regrese a la sala donde estaba Marco.

Le di la pastilla y yo acerque el vaso con agua a su boca. Una vez que parecía habérsela tomado. Lo tome de las manos.

— Respira. — Dije tranquila. — Mírame a los ojos. — Va a estar bien, vamos a estar bien.

— Lo dices por lo que está pasando. Ambos sabemos que cuando cruce esa puerta las cosas no volverán a ser igual.

En ese momento me sentí culpable, él estaba así por mi culpa. Y respire profundamente para que él lo hiciera conmigo.

— Calma, Solo estoy molesta contigo, por qué me mentiste. — dije notando como sus manos dejaban de temblar. — La verdad es que no se cómo me siento respecto a lo que acabas de decir. Nisiquiera he tenido tiempo de pensar eso.

— Tienes razón. — me interrumpió un poco más tranquilo. — Fui un pendejo , no debí decir eso. No quiero forzarte a nada, no quiero que te quedes conmigo por esto. — Dijo un poco más tranquilo. — Está debe ser tu decisión, y te daré el tiempo que necesites para asimilarlo o pensarlo.

Lo mire bastante agradecida.

— Siempre voy a estar para ti, sin importar que pase. — Dijo apretando un poco mi mano.

Después de eso se levantó del sillón y camino seguro a la puerta.

No me olvides Markitos Toys -Terminada- Parte IDonde viven las historias. Descúbrelo ahora