⚜️Capítulo 10⚜️

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Empiezo a tomar conciencia de mi cuerpo poco a poco. Los aromas ya conocidos para mi, me dan una idea de donde estoy y el bip constante de un sonido insistente, me lo confirman. Todo está en calma a mi alrededor, aunque puedo percibir un suave murmullo de voces a lo lejos, debo estar sola.

Abro los ojos con cautela, pues pasadas experiencias me enseñaron, a que el dolor puede llegar a ser desgarrador, si lo hago de golpe y la cabeza de por sí ya me duele. El techo blanco y una potente luz sobre mi, me reciben.

Suspiro con resignación, ya se lo que se viene y por mas que lo intente, no podré salir de aquí pronto. No, si esta Benjamín de por medio y menos, si esta cerca su hijo.

De repente, soy consciente de que siento una ligera presión en mi mano derecha, y antes de mover un dedo, echo la vista hacia ella para encontrarla atrapada entre dos mucho más grandes.

Una mata de pelo negro está echada entre dos fornidos brazos, el tatuaje de un alquila calva americana se asoma bajo la manga corta de la camiseta negra de su uniforme. A pesar de que no le puedo ver la cara, sé quien es.

No entiendo que hace aquí. Si bien es mi superior, estamos en una situación en la que podrían necesitar de su apoyo y supongo que si él está aquí, los demás no deben estar lejos.

El cálido sentimiento que me invade cuando está cerca de mi, se hace presente y sé que no debo pero no sé como frenarlo, alejarme es lo correcto pero de una u otra forma, siempre vuelvo a él. No sé qué me está haciendo pero no me gusta la incertidumbre que se clava en mi alma, cuando me lo preguntó.

- ¿Comandante? - murmuró con la voz ronca.

Mi garganta arde y mi saliva parece arena, de tan seca que siento la boca. Duele y me quejo, lo que logra despertarlo. Levanta la cabeza rápidamente, clavando sus orbes color tormenta en mi, con la expresión de alivio dibujandose en su fas, al conectar con los míos.

- Has despertado - afirmó y trató de aclarar mi garganta, para pasar saliva pero la sequedad me lo impide y vuelvo a quejarme - espera, te daré agua - me suelta la mano y toma la jarra de agua, que descansa en el velador, sirve un poco en el basó al lado de esta y me lo tiende. Me incorporó un poco con su ayuda y bebo de él, como si llevara semanas sin probar una gota del liguido vital - despacio, o te ahogaras.

- ¿Qué me pasó? - preguntó en un suspiro, volviendo a recostar la cabeza en la almohada, Dios, que me duele hasta pensar.

- Cuando llegaste al helicóptero, uno de tus pulmones colapso. Tienes dos cosillas fracturadas - tuerzo el gesto cuando empieza a informarme de mi estado. Solo eso, me llevara como mínimo, dos semanas de reposo - según el informe médico, habían fisuras preexistentes de traumas anteriores - que lo diga a modo de reprimenda, me recuerda a Ben pero no le quita autoridad tal hecho - uno de tus pulmones se lleno de sangre, creen que subió desde alguna parte cuando te suspendiste de cabeza y al retornar a tu posición normal, no tuvo por donde salir.

- Por eso la tos - asiente y su gesto se torna más duro.

- Estuviste expuesta a tres detonaciones, en todas tres la onda explosiva te alcanzó, una de ellas es la causante del sangrado interno, qué según los médicos, suele pasar en dichos casos, la fractura creo que ya sabrás como pasó. Te inducieron un coma, ya que también tenías una contusión leve, tus oídos están bien, aunque pudes experimentar desorientación y no sé que mas - lo de las costillas, pudo ser durante la primera detonación, fue la que más lejos me lanzó, aunque no lo sentí hasta que él me reviso después de la última. Hagamos de cuenta que no lo sabes.

- Los soldados...

- Están bien. Algo golpeados por la caída de los escombros pero están bien - evitó su mirada pues no se de que mas hablar.

La leyenda de escarlata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora