⚜️Capítulo 60⚜️

400 32 7
                                    

Durante la mañana preparo a Emma, lo mejor que puedo, para la visita a la casa de su padre. No quisiera ir con ellos pero ya dije que sí y si me niego ahora, sería hacerle un desplante a Alex. Así que resignada, me pongo un jean azul oscuro ajustado, con una simple camiseta de tirantes blanca y una cazadora de cuero café. Botas del color de la cazadora y me maquillo ligeramente, ocultando un poco las ojeras, que una desagradable jaqueca, me han pintado.

Cuando Alexander llega por nosotras, mi hija rebosa de felicidad al verlo. Por algo dicen que la sangre llama, y es totalmente cierto. Solo lleva un día de saberlo su padre y lo trata con la misma familiaridad que a Max. Aún no lo llama papá pero sé que pronto lo hará.

En el camino, se distrae con la charla de su padre acerca de los miembros del equipo. Pase su silla de mi camioneta a la suya, para que estuviera cómoda, y funcionó, no sé ha quejado ni una sola vez, en todo el camino hasta la casa de Alex.

Cuando llegamos me desconcierto, pues no es la misma casa en la que solía vivir. No pregunto por ello y él parece no darse cuenta, o te ignora más bien, pues toma a la niña de silla y la carga hasta la entrada, donde me espera para ingresar en la vivienda juntos.

Es bastante más amplia que la antigua, con razón eso de que le sobra espacio y el recorrido para conocerla. Dejamos las chaquetas en el recibidor e ingresamos a una espaciosa sala que tiene un gran ventanal, el cual conecta con un amplio patio, en el que se ve una casa para perros, hasta mascota tiene. Me quedo absorta con la paz que se respira en el lugar, es muy tranquilo por lo que se ve.

-         ¿Haber a quien me querías presentar? – esa voz, pone agua en mis ojos y desvío la mirada del jardín para posarla en Alexander, que sonríe a más no poder y sus ojos se desvían tras de mi. Giro lentamente y jadeo, vaciando mis pulmones de aire, al reconocer a la persona parada, en lo que parece ser un corredor a otra zona de la gran casa – ¿mi niña? – mi sonrisa es tan grande, que me llegan a doler las mejillas y sin pensarlo más, avanzó hasta ella y la envuelvo en mis brazos, cerrando mis ojos para disfrutar de su presencia.

-         María – solo eso alcanza a salir de mis labios y como en antaño, me deshago presa de las emociones en sus brazos.

-         Ya esta hija – me frota la espalda y me deja llorar en su hombro – ya estas en casa de nuevo – besa mi cabeza y sé que también llora conmigo, pues con ella fue siempre con quien me permití llorar mis penas y compartí mis dolores. Conoce parte de mi historia, antes de Ben y es la madre que nunca soñé – no sabes lo angustiada que estaba por ti.

-         Quise morir... – le confieso, sintiendo como me estruja más entre sus brazos – y pensé que lo haría, pero Emma me salvo – me separa de ella y escruta mi rostro con dolor en sus facciones – vino a mi en un sueño y… me aviso… – le cuento en español, se desconcierta y es solo hasta entonces que recuerdo que no estamos solas. Me limpio la cara y giro para ver a Alexander, el cual sé que escucho lo que dije, ya que sus ojos reflejan preocupación pero no le presto atención y le indico que se acerque, para tomar a mi hija de sus brazos – princesa te presento a tu otra abuela.

-         Dios bendito… – exclama María haciéndome reír y afirmó a la pregunta que sus agrandados ojos me hacen.

-         Emma – jadea, me arrebata a mí princesa, la cual la estudia y le sonríe con timidez.

-         Oda…

-         Pero mira nada mas que niña mas chula es esta – dice en su idioma natal – es que deberían pagarles por hacer niños así.

-         María!!! – exclamó escandalizada pero ella ni se inmuta. Alex tiene cara de no entender nada y es mejor así.

-         ¿Puedo saber lo que dice? Aún no estudio español – pregunta curioso y María se ríe pero yo niego.

La leyenda de escarlata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora