Ya hace casi un año desde que llegué a Washington y a los Alfa, es increíble como pasa el tiempo, tan rápido y sin darnos cuenta.
Tenemos un permiso de alrededor de tres meses, supuestamente, ya que lo que intuí desde un principio, resultó ser cierto y Darwin no trabaja sólo. Hay alguien más, moviendo los hilos en casa y las pistas nos guían hasta nuestra base, la 309.
Lo malo, es que Emma sigue distante, de ella me informo a través de Ben pero no sabe nada de mi arribo. Razón por la cual, acepte sin chistar la invitación de Alex, para quedarme en su casa. Evitando el incómodo reencuentro, mientras pienso bien que decirle a mi hermana.
Me siento en el cielo. Sábanas muy suaves, almohadas abullonadas y él. Son pocas las veces que despierta antes que yo, siendo hoy una de esas veces. Y se encuentra repartiendo besos por mi descubierta espalda, aprovechándose de mi posición, pues estoy sobre mi vientre y él sobre mi.
Me remuevo quejosa, cubriéndome la cara con la almohada. Su ronca rosa, inunda el silencio etéreo del espacio, y vuelvo a sentir el calor de su boca en mi piel, justo donde la espalda pierde su nombre.
- Alexander... - me quejo somnolienta. Lo escucho reír nuevamente y después siento sus labios en la curva de mi trasero. Gimo ante la deliciosa sensación e involuntariamente mi espalda se curva.
- Buenos días bonita - murmura, mientras su mano recorre mi piel erizada, desde mi glúteo Izquierdo, siguiendo su curva, baja por la parte posterior de mi muslo, hasta alojarse tras la rodilla y empujarla hacia arriba - es hora de despertar - trato de sacudirme para salir de su agarre o quitármelo de encima pero aún tengo el cerebro a media marcha.
- No quiero, déjame dormir - un suspiro entrecortado escapa de mi boca, pues su lengua ahora se pasea por el sendero marcado por mi columna, y su aliento le acompaña - Alexander...
- Me gusta este tatuaje - me ignora por completo y yo estoy ya más despierta, que dormida. Me da un suave mordisco en la parte lateral del seno izquierdo, antes de que su mano se apodere de el para estrujarlo con firmeza. Ya esta, fuera sueño - y este de aquí - sus dedos repasan el contorno de mi pecho, debajo de él llevo la palabra vida inmortal, el japonés - pero este sigue siendo más sensual - su lengua vuelve a su recorrido por mi columna - ¿me dirás lo que cubre? - ahora son sus dedos los que pasan sobre la tinta.
- Ya me tienes despierta - intento esquivar la pregunta - así que ahora te haces responsable, Alexander Reyds - sus carcajadas me calientan el alma, me llena de tranquilidad saberlo feliz. Nunca pensé que algo así fuera para mí. No me veía en esta posición en la que estoy ahora, la creía más una escena propia de una película romántica que de la vida real, sobre todo de la mía. Pero así es, este espécimen masculino es todo mío, y me llena en muchos sentidos, aunque su fuerte es el sexo, delicioso y embriagante sexo - así que déjate de juegos y dame un orgasmo ya, o te pongo en celibato por despertarme.
- Creo que he creado un monstruo - lame la parte posterior de mi oreja, su erección se aloja entre mis nalgas, haciéndome arquear en anticipación. Ya estoy más que lista para recibirlo y deseosa también - y no sabes cómo me pone que siempre quieras, al igual que yo - me mordisquea el hombro - pero te hice una pregunta bonita, y quedamos en que me contestarías todas y cada una de ellas...
- Lo sé pero no es agradable hablar de eso justo ahora, mejor hazme el amor y después... - replico frustrada por qué lo que deseó esta muy lejos de hablar, pero al parecer el señor, lo quiero saber todo de ti, despertó con más curiosidad de la habitual. Me gira de un solo movimiento y se posa sobre mi cuerpo. Lucho con él durante algunos minutos, para evitar sacar mi rostro a la luz y después de jugar sucio, pasando su deliciosa boca por mis pechos, lo consigue. Me aparta los cabellos de la cara y me besa muy despacio - hola...
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La leyenda de escarlata
Action"una leyenda no siempre es una fantasía, donde los personajes son míticos, sus actos hazañas y sus palabras sabias. La mía habla de guerra, muerte y destrucción. Pero también de algo mucho más trascendental: el amor"