⚜️Capítulo 49⚜️

352 23 1
                                    

La marca de una calavera, no es un simple tatuaje cualquiera. Es un legado… es una tradición tan legendaria, como el pertenecer a tan selecto grupo de guerreros.

Una marca que pasa de maestro a discípulo, y muy pocas veces, es otorgada estando el antecesor con vida. Mi marca, ya tiene a su próximo portador y hoy llevaremos a cabo su entrega...

Para dicha ceremonia es necesario reunir a tres calaveras, cosa que para nosotros no fue muy complicado. En casa habemos dos, así que sólo hubo que invitar al tercero y debo agregar que la idea entusiasmo demasiado a nuestro invitado. Cada vez somos menos los portadores de la marca.

Estamos a la espera de que mi alumno esté listo. Falta poco para dar inicio con el ritual. Se supone que a las 0000 horas del día de hoy, debe comenzar la batalla de las calaveras.

Dice la tradición que el discípulo deberá luchar contra su maestro y dos oponentes más, los cuales deben portar también la marca. En este caso la maestra soy yo, la calavera roja, la negra que es Ilenco y también está la azul, Kain Pavlov.

Aparte de nosotros, esta quien hará la marca, en estas épocas el tatuador de el clan, antiguamente un hierro caliente al rojo vivo bastaba. El mismo que también surtirá de referí o testigo, de que se cumple con la tradición.

David está sentado cerca de una pequeña hoguera, del otro lado del salón, afila su espada, una Katana, igual a la mía, pero su empuñadura tiene el emblema de los calavera, la mía ya no.

En la hoja de su Wakizashi, esta grabado el mismo lema que en el mio, Todo es posible. Fue mi regalo al finalizar su entrenamiento y la usará por primera vez el día de hoy. Ahora solo resta la ceremonia y será lo que yo fui, un protector, un calavera.

-         ¿Estas segura de que podrá con los tres? – inquiere burlón Kain – se ve algo… tierno – Ilenco y el testigo, rien con él. Yo simplemente lo fulmino con la mirada, y decido ignorar el comentario. Bueno, no tanto.

-         Esta listo – o eso espero. Dios, que no me equivoque – es capaz de vencerme a mi. A Ili no le ha ido mejor, en las ocaciones que lo ha enfrentado, veamos que tal te va a ti Pavlov…

-         En eso lleva razón – concede Ilenco pasando un brazo por mis hombros. El gesto es más posesivo de lo que espero, pero sé que lo está haciendo por que Kain no ha dejado de halagarme desde que llego – el niño es muy bueno, sabe como usar la espada. Aprendió de la mejor – sonrió algo incomoda con su actitud. Hemos mejorado mucho pero aún no llegamos a donde queremos.

-         El amor te nubla la razón Romanov y no te culpo, Scar es hermosa – rebate con sorna Kain, viendo burlón en nuestra dirección. Esta tentando al diablo, pienso – solo le concedes la razón a tu amada, para que no deje de calentar tu cama – decir que me puse roja es un eufemismo. Ilenco le gruñe, haciéndolo reír y yo simplemente trato de disimular mi incomodidad. Aun no llegamos a los beneficios, cierto.

-         Cuando quieras te demuestro cuan nublada esta su razón Pavlov – ahora me burló yo de él, mostrando los dientes. Kain jamás derrotó ni siguiera a Ilenco, por ende a mi menos y siempre me molesto diciendo que no quería ser rudo con una princesa como yo, pero la verdad es que, aunque lo intento en reiteradas ocaciones, nunca logró hacerme ni un razguño – aunque creo que más bien le podemos llamas ¿recordar viejos tiempos? En una de esas y aprendiste nuevos trucos,  que no te dejen en evidencia, nada más empezar – Ilenco ríe ante la cara de fastidio que pone el calavera y me besa la cien.

Nuestro contacto a mejorado considerablemente, ya no me resulta tan malo que me toque o que me besé, aún no llegamos al nivel de meternos mano, pero creo que para la boda conseguiré darle lo que quiere, sin tener que esforzarme tanto.

La leyenda de escarlata Donde viven las historias. Descúbrelo ahora