Que bien se siente estar de vuelta a la acción. No me malinterpreten, amo a mis hijos, al igual que a su padre pero eso de ser una chica doméstica no es lo mío. Lo soporto, y a veces hasta lo disfruto, no lo negaré pero me aburre la monotonía hogareña y más cuando Alex esta lejos de casa. Si no es por que regrese una semana antes de que acabe mi licencia, no me entero que esta en manos enemigas, desde hace casi dos semanas, pero si se salva de esta, juro por Dios que de mi, no lo hace.
Llevamos ya cuatro años de feliz matrimonio. Como todos sabemos, no ha sido fácil con nuestro trabajo y menos con cuatro hijos a cuestas, por que sí, el muy maldito me volvió a embarazar, como si con los gemelos no tomará escarmiento. Aparte de Emma, nacieron, Benjamín y David de casi tres años. Y hace poco más de seis meses nuestro último retoño, y ya que fue todo Volkov, lo llamé como mi difunto hermano menor Reiko.
La vida ha sido buena con nosotros después de todo. Aún discutimos y tenemos nuestras diferencias, como todos los matrimonios o eso es lo que dice Fiore, por que gracias a sus consejos y los de Max, todavía no lo he matado pero por ésto, puedo replantearme la idea de ser una madre viuda.
- Ross!!! – me llama el capitán de la aeronave, hijo también de un antiguo conocido – dos minutos para objetivo – asiento en su dirección y recitó mentalmente mi mantra, tratando de mitigar la rabia que siento por no ser informada de esto antes.
- ¿Estas segura de que podrás con los dos? – ruedo los ojos y miró a Carusso parada a un lado de los monitores de comunicación – no me veas así. Son unas moles esos dos y si no están en condiciones...
- Llevo sus trajes y las inyecciones, más les vale estar enteros, por que los mató si no puedo sacarlos de ahí – ahora es ella quien rueda los ojos. Las dos siempre nos hemos llevado bien, por que somos parecidas de carácter, ahora es mi mejor amiga, a parte de Sally claro. Sé que esta preocupada por el idiota de su marido, al igual que yo por el mío y aunque no lo digamos en voz alta, nos aterra una realidad donde los dos ya no existan. Le pongo una mano en el hombro y le sonrió de lado – estarán bien. Lo que les hayan hecho no importa, después de que sigan siendo nuestros hombres.
- Comandante, salto en tres... – me avisa Dennis Turnner, hijo de nuestro difunto Coronel – dos. Uno.
- Nos vemos en 15 – salto al vacío y como siempre, no puedo dejar de sentirme viva, con la adrenalina que circula en mis venas. Ya estamos algo viejos para esto y Alex prometió que esta sería su última misión, así que más le vale estar con vida.
Deciendo cerca del hangar, donde la información dice que los tienen retenidos, gracias a los chips que Carusso patentó para los integrantes del equipo. Veo poco movimiento fuera, solo dos guardias. Es extraño pero supongo que siendo solo dos los rehenes, la vigilancia no es de mucho interés para ellos. Recorro el exterior del lugar en busca de una entrada segura.
Una ventana, algo alta, me da esa opción y la tomó sin pensarlo mucho. Subo por un canal pegado a la estructura y me escabullo silenciosa dentro del hangar.
Me desconcierta ver que dentro, el panorama no varía mucho y comienzo a pensar en que es una trampa. Esta vacía y hay sólo dos habitaciones apartadas la una de la otra. Voy a la primera, donde encuentro a Croft atado, amordazado e inconsciente, sobre una mugrosa colchoneta en una esquina. Hay signos de haber sudo molido a golpes, pero no de heridas mortales, solo sometimiento. Me acerco a él y sólo tocarlo, abre sus ojos y se sacude para liberarse de mí agarre.
- Hey... calma. Soy yo – enfoca sus ojos en mi rostro y lo siento suspirar. Le quito la mordaza y sacó mi cuchillo para liberarlo de sus ataduras.
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La leyenda de escarlata
Action"una leyenda no siempre es una fantasía, donde los personajes son míticos, sus actos hazañas y sus palabras sabias. La mía habla de guerra, muerte y destrucción. Pero también de algo mucho más trascendental: el amor"